Conan: Una Nota Personal

Veinte Años con Conan: una Nota Personal



Mi primer contacto con el personaje de Conan fue a través del comic. Fue a principios de los 80, cuando el estreno de la película había revivido su popularidad, y siempre mediante comics prestados (nunca he sido muy aficionado a su compra). Aquellos números de La Espada Salvaje de Conan suponían un cambio respecto a los tebeos (entonces aún los llamábamos así) que estaba acostumbrado a leer: no tenían nada que ver ni con Mortadelo ni con los asépticos superhéroes. En aquellos tebeos había aventuras, violencia, sangre y chicas semidesnudas, en un estupendo blanco y negro que le daba a todo un toque más “serio”: todo lo que un pre–adolescente podía desear. No creo que fuera la primera historia que leí, pero sí sé cual es la que más recuerdo: una adaptación de La Maldición del Monolito. Quizá no sea la mejor de las historietas (otro término de la época) de todas las de Conan, pero es la que más me marcó. Ya he dicho que nunca he sido comprador habitual de comics, pero los que tengo de aquella época son casi todos de Conan. No es que fuera un seguidor del personaje, pero cuando me compraba algún comic normalmente era de los suyos (y preferiblemente La Espada Salvaje).

La película no la pude ver en el cine (era demasiado pequeño), aunque curiosamente mi primer comic de Conan fue la adaptación de Conan el Bárbaro. La película (y sus secuelas) supongo que las acabaría viendo en la tele o en vídeo, en algún momento de la década de los 80, y tampoco me marcaron demasiado. Sería años después, ya como cinéfilo empedernido, cuando la vería con otros ojos y empezaría a apreciarla más.

Por supuesto, sabía que el personaje tenía un origen literario, pero entonces era imposible conseguir los libros de Robert E. Howard. Entre finales de los 80 y principios de los 90, la editorial Martínez Roca, en su colección Fantasy, publicó una buena cantidad de títulos interesantes del género, incluídos algunos de Howard (Kull, Bran Mak Morn…), pero Conan seguía sin aparecer. Por fin, en 1995 empezarían a publicar una serie especial dedicada a Conan (incluso cambiaron el habitual color amarillo de la colección por el azul para distinguir estos títulos), en la que acabarían publicando los 12 libros de la edición de Sprague de Camp y Carter, y otros tantos pastiches de diversos autores. Por desgracia, esta serie supondría el canto del cisne de la colección, que desaparecería con ella.

Los libros los devoré, sin atender demasiado a quien era su autor, y si eran del propio Howard o no (tampoco conocía aún todas las vicisitudes por las que habían pasado los textos), y recuerdo que aguardaba la publicación de cada uno para poder comprarlo cuanto antes. Me encontraba con un personaje más complejo e interesante, e incluso en ocasiones bastante diferente, del que recordaba de los comics o de las películas, y un estilo literario bastante distinto del que se podía encontrar en otras novelas de fantasía. He de reconocer que algunas de las historias escritas por Sprague de Camp me gustan bastante y que los pastiches me entretenían (aunque en muchos ya se podía detectar una escritura rutinaria y poco inspirada, y creo que he re-leído pocos); pero luego, haciendo “recuento”, la mayor parte de las historias y escenas que mejor recuerdo son las del propio Howard.

El círculo se cierra ahora, a mediados de la primera década del siglo XXI, más de veinte años después de que viera una primera viñeta de Conan, cuando he podido leer el texto original de Howard, sin modificaciones ni ediciones. También (volviendo a los orígenes) he podido leer los excelentes nuevos comics de Conan que está publicando Dark Horse.

Casualmente, además este año 2006 se cumple el centenario del nacimiento de Robert E. Howard, y de ahí que haya decidido aprovechar para rendirle este humilde homenaje. Todo nació con un artículo sobre Conan en el cine, que decidí acompañar con uno dedicado a Conan como personaje literario (coincidiendo con la lectura de las antologías de Patrice Louinet). Finalmente, incluso me atreví a dedicar algún tiempo a Conan en el comic, en un artículo que es más investigación que opinión personal debido a mi mayor desconocimiento del medio.

En estos tiempos en que la literatura fantástica parece vivir a base de extensas trilogías o sagas, no hay que olvidar que uno de los pilares sobre los que nació el género fueron estos relatos cortos publicados en revistas baratas. Y lo importante es que Conan sigue siendo tan interesante y atractivo para el público como lo era en su momento, como cuando lo leí por primera vez (sin importar modificaciones ni reescrituras) hace una década, como cuando lo escribió Robert E. Howard hace más de 70 años.

Bibliografía

Además de los propios libros de Conan (con mención especial para las ediciones de Patrice Louinet), este trabajo hubiera sido imposible sin la consulta de multitud de recursos en Internet (sobre todo en lo relacionado con los comics). Entre los básicos, hay que mencionar:

en.wikipedia.org
www.rehupa.com
www.pulpanddagger.com
www.tebeosfera.com/Libris/REH/Sumario.htm

así como muchos más encontrados gracias a la inestimable ayuda de Google.

También hay que nombrar la consulta de los siguientes libros:

La Canción de las Espadas (Javier Martín Lalanda; Tiempo de Ediciones, 1983)
Conan: Guía de la Era Hiboria (Juan Carlos García Herranz–Eugenio Sánchez; Alberto Santos, 1996)
Conan: Un Estudio sobre el Mito (León Arsenal–José Miguel Pallarés–Eugenio Sánchez Arrate; Metrópolis Milenio, 1999)

Conan: Las Crónicas


…suyas eran la resistencia y la vitalidad de un lobo, con músculos de acero y nervios afilados por la dureza de su vida en los yermos del mundo. Era rápido en reír, rápido y terrible en su ira. Tenía un apetito prodigioso, y las bebidas fuertes eran una pasión y una debilidad para él. Ingenuo como un niño en muchos aspectos, desconocedor de las sofisticaciones de la civilización, tenía una gran inteligencia natural, era celoso de sus derechos, y peligroso como un tigre hambriento. Joven por años, estaba endurecido por guerras y vagabundeos, y sus estancias en muchas tierras eran evidentes en su indumentaria. Su casco con cuernos era como los llevados por los Aesires de cabellos dorados de Nordheim; su cota de malla y sus grebas eran de la mejor artesanía de Koth; la fina malla de anillas que enfundaba sus brazos y piernas era de Nemedia; la hoja en su cinto era una enorme espada ancha Aquilonia; y su hermosa capa escarlata sólo podía haber sido tejida en Ophir…



El Cronista

Robert E. Howard nació en 1906 y pasó la mayor parte de su vida en Cross Plains, un pequeño pueblo petrolero del estado de Texas. Era muy aficionado a la lectura, a los animales y a practicar deportes (como el boxeo, a lo que le ayudaba un físico similar al de sus personajes).

Su personalidad parece ser bastante compleja: solitario e individualista, era dado a cambios de humor extremos, de la alegría a la depresión. No se encontraba a gusto con su mundo ni su época, y mostraba una leve paranoia respecto a quienes consideraba “sus enemigos”. Muy unido a su madre, se suicidó en 1936 cuando ésta entró en coma víctima de un cáncer (moriría poco después que su hijo).

A lo largo de su carrera (que abarca unos 12 años) publicaría unas 150 historias (habiendo dejado escritas más de 250). Howard escribió historias de multitud de géneros distintos: fantasía (que sin duda es el que mayor reconocimiento le ha dado), terror (con influencias de Lovecraft, con el que mantuvo una extensa correspondencia), westerns, relatos de boxeadores, aventuras modernas o históricas… Por lo que se refiere a los relatos de Conan, los escribió en los últimos cuatro años de su vida, y son un total de veintiuno (incluyendo una novela). A excepción de tres, todos ellos fueron publicados durante su vida (o poco después de su muerte).

La Pluma y el Tintero

El estilo de Howard es un estilo directo e inmediato, apasionado e intenso, sin grandes florituras. Es un escritor muy visual, capaz de crear escenas inolvidables aún dentro de una trama más o menos rutinaria. No le interesa demasiado el desarrollo de personajes, sino la narración en estado puro, que es lo que mejor se le da. Por ello, la mayor parte de sus personajes protagonistas son muy similares, y prácticamente intercambiables. Algo similar sucede con los personajes secundarios, en muchos casos descritos a base de tópicos y esbozados sólo a grandes rasgos. Parte de las limitaciones (o características, según se mire) de la escritura de Howard se deben al medio para el que escribía: las revistas pulp.

Howard era un escritor profesional, que vendía sus relatos a revistas de tirada mensual (especialmente a la famosa Weird Tales) para ganarse la vida. Por ello, sus historias tenían que estar llenas de acción, para enganchar desde el principio al lector y asegurarse el sustento. Tampoco le importaba modificar un relato a petición del editor (algo que, por ejemplo, Lovecraft no hacía) para así publicarlo. Pero en ningún caso debe entenderse esto como una imposición: Howard realmente estaba escribiendo lo que quería y como quería. También es cierto que, en etapas de mayor necesidad económica (motivada sobre todo por la enfermedad de su madre), escribía relatos más rutinarios y formulaicos para asegurarse las ventas y mayores ingresos, al igual que publicaba bajo pseudónimo historias en revistas de relatos “picantes” (que hoy, seguramente, nos parecerían para todos los públicos). Así, muchos relatos de Conan acaban pareciéndose demasiado y siguen la fórmula de “Conan rescata a la chica de la amenaza sobrenatural de turno”. Por otra parte, también es cierto que muchas de las “nuevas versiones” de relatos anteriores son mejores que las que le sirvieron de inspiración inicial.

Esta profesionalidad no implica que Howard desatendiera el aspecto más “literario” de su obra: Howard se ganaba la vida escribiendo, pero no escribía para ganarse la vida. Estaba haciendo lo que le gustaba: escribir; y el hecho de que le pagaran por ello no dejaba de ser una ventaja añadida. El impacto de su obra en el entonces naciente género fantástico moderno es indudable, como reflejan el número de imitaciones y el hecho de que hoy en día se sigan vendiendo sus libros y siga despertando el interés de los lectores. Muy pocos escritores de pulps (Lovecraft, Hammett y poco más) pueden decir lo mismo. Por desgracia, la dedicación a un género considerado “menor” y el publicar en revistas baratas han hecho que nunca sea tomado muy en serio, aunque no son pocos los estudiosos que han publicado completos análisis de su obra.

La Crónica

Conan fue el último de los grandes personajes de Howard que protagonizaron sus relatos fantásticos. Los otros tres más conocidos son el Rey Kull (un bárbaro que llega a rey de un poderoso imperio, antecedente claro de Conan), Bran Mak Morn (un jefe picto de unas islas británicas pseudo-históricas), y Solomon Kane (un vengador inglés puritano de la época isabelina). Pueden verse influencias de todos ellos en Conan, pero el Cimmerio sin duda es, de todos ellos, el más complejo y amoral (o más bien podría decirse que tiene un código moral propio, muchas veces incomprensible y sorprendente para los demás), siendo más un antihéroe que un héroe tradicional (como sí lo sería Kull, por ejemplo).

Con Conan, Howard da una vuelta de tuerca al uso habitual que hacía de los protagonistas en sus relatos. Conan es un personaje que se nos presenta en distintos momentos de su vida, de la juventud a la madurez, y en el que podemos percibir ciertas diferencias de carácter. No son iguales el violento ladrón impulsivo de “La Torre del Elefante” y el reflexivo rey de “El Fénix en la Espada”.

Por otra parte, su Era Hiboria, el mundo en que transcurren las andanzas del Cimmerio no es un mundo precisamente original. Tanto los nombres como los países o los dioses que nos muestra recuerdan de forma clara a los de nuestro propio mundo. Esto, que puede verse como un defecto en la elaboración detallada de un mundo fantástico (algo que tampoco era normal en el fantástico anterior a Tolkien), para Howard en realidad es una herramienta. La razón es que Howard no está creando un mundo: está creando una era, una prehistoria mítica de nuestro propio mundo. Esto es una constante en la forma de ver la historia de Howard: Kull vive en la prehistoria del mundo de Conan, que a su vez vive en nuestra prehistoria. Y, de hecho, tampoco puede dedicar demasiado tiempo a la elaboración de un mundo de ficción, ya que ese es un tiempo que no se ve recompensado directamente y que no puede dedicar a escribir un relato que pueda vender a una revista.

Con este tipo de ambientación, Howard consigue un doble objetivo. El primero es evocar paisajes y ambientaciones fácilmente y con economía de medios, algo imprescindible dados su estilo y el modo de publicación: no puede (ni quiere) dedicar más tiempo del imprescindible a describir culturas y lugares. De esta forma, sin que se le diga mucho más, el lector puede imaginarse que Estigia es una tierra desértica, de monumentos de piedra y momias, en Khitai visten con sedas, y en Vendhya adoran a dioses de múltiples brazos.

Por otra parte, con esta ambientación entre lo fantástico y lo histórico, donde conviven diferentes países, culturas y épocas, Howard consigue algo que le obsesionaba al escribir relatos históricos, en los que se sentía incapaz de no ser preciso y respetuoso con la realidad. En la Era Hiboria, Howard tiene total libertad para tomar los elementos de la historia que le interesan, y reescribir los que no, además de contar con multitud de ambientes en los que situar a Conan. Así, las historias de Conan pueden tener elementos de narraciones de piratas, de fantasías orientales, e incluso de westerns.

A Howard se le ha acusado muchas veces de escribir historias con elementos machistas y racistas. Probablemente, desde la óptica moderna, muchas veces pueda parecerlo, pero no hay que perder la perspectiva que nos da el tiempo. Al parecer, Howard era bastante liberal en su pensamiento político y social, pero al fin y al cabo era un anglosajón blanco del sur de los Estados Unidos de principios del siglo XX. Sin duda en aquella época ya había luchadores por la igualdad de derechos, pero lo cierto es que Howard era uno de ellos: sólo era un hombre más de su tiempo que no se preocupaba en exceso de esos temas. Que hoy pensemos que algunas de las expresiones y tópicos empleados son discriminatorios no habla en contra de Howard, sino a favor de la evolución de nuestra sociedad. Sirva como ejemplo para contextualizar el racismo de Howard respecto al de su sociedad la siguiente anécdota: uno de sus muchos relatos fue rechazado por una revista porque la revista “no publicaba relatos protagonizados por indios”. En general, los mismos prejuicios pueden encontrarse en otros escritores más o menos de su misma época, desde Jack London a Edgar Rice Burroughs. Dicho esto, veamos como las acusaciones son, al menos, un poco exageradas (por lo menos en lo que se refiere a Conan).

El machismo del que se acusa a Howard se basa en que sus personajes femeninos están poco desarrollados (al igual que los masculinos, como ya se ha dicho) y son meras comparsas del héroe, respondiendo al estereotipo de “damisela en apuros”. Esto último es cierto muchas veces, aunque no siempre, y en Conan tampoco son raras las mujeres de carácter fuerte (Bêlit y Valeria sobre todo). Además, Howard también escribió varios relatos protagonizados por mujeres tan independientes y guerreras como todos sus personajes (el ejemplo más claro sería Agnes de Chastillon, que se rebela violentamente contra el matrimonio impuesto por su padre). Sí es verdad que Howard no estaba muy acostumbrado al trato con las mujeres, y quizá no sea casual que su personaje femenino más interesante (Valeria) surja al final de su carrera, cuando ya había tenido una relación más o menos seria con la maestra y escritora Novalyne Price (a la que el propio Howard animaba a dedicarse a la literatura). En cuanto al hecho de que sus personajes femeninos suelan ir escasamente vestidos, no deja de ser una concesión más a la galería para atrapar al lector de pulps: simple marketing (además de que el propio Conan es también bastante amigo de ir por ahí en taparrabos y sandalias). Curiosamente (aunque esto no quiera decir nada) cuando el personaje de Conan empezó a ser famoso, muchos de sus fans eran lectoras de Weird Tales que veían en él a un “bárbaro romántico” (debido en parte a la censura del editor, que eliminaría los elementos más desagradables del personaje).

El racismo (entendido como una discriminación deliberada) es aún más difícil de encontrar, al menos en Conan. Puede encontrarse más fácilmente en “Rostro de Calavera”, relato de aventuras modernas en el que un genio del mal conspira con una serie de malvados de razas “no blancas” para acabar con la “raza blanca”. No deja de ser un relato más de “peligro amarillo” al estilo de los de Fu-Manchú, hoy totalmente desfasado si se toma fuera de contexto (y probablemente esto pase con muchos de sus relatos ambientados en la época moderna). En cambio, en Conan (y, por extensión, en sus relatos fantásticos) la discriminación racial es más difícil de encontrar. El propio Conan, cuando es rey, se queja de que sólo le echan en cara que es un bárbaro extranjero cuando es para denigrarle, pero que sus orígenes no le importaban a la gente cuando acabó con su tirano predecesor. Por supuesto, pueden encontrarse personajes que desprecian a otros por su raza o cultura de origen, o que emplean estereotipos más o menos vejatorios. Incluso algunos de estos estereotipos son más o menos ciertos, como los que se refieren al malvado reino de Estigia o a los corruptos y decadentes Zamorios, pero no dejan de ser un recurso literario. Hablar de racismo en estos casos es tan absurdo como hablar de racismo en obras fantásticas que muestran a razas inherentemente malvadas (como los típicos Orcos o Trasgos de tantas novelas de fantasía).

Otro de los motivos por los que se suele hablar de racismo en Conan es por el hecho de que el Cimmerio, con su capacidad absoluta para el liderazgo, suele acabar convertido en jefe de tribus (más o menos primitivas) de los países del sur o del este. Por las características ya comentadas de la Era Hiboria, es fácil asimilar estas tribus como pertenecientes a África o a Oriente, con lo que podríamos interpretar que tenemos a un grupo de africanos o árabes que necesitan del liderazgo del hombre blanco. En cualquier caso, esta es una afirmación un poco sesgada, que no tiene en cuenta que esto es así no porque Conan sea blanco, sino porque es Conan, es el protagonista. Al fin y al cabo, en otras historias también es líder de guerreros mercenarios, de piratas e, incluso, del reino más poderoso de Occidente.

Ni siquiera el uso del lenguaje que hace Howard para referirse a otras razas es especialmente racista, aunque en ocasiones caiga en leves discriminaciones. La forma que tiene de calificar a los miembros de distintas razas se basa en una antigua división tradicional de las razas en roja, blanca, negra y amarilla (probablemente basada en sus lecturas de los libros de historia y antropología de la época, que también explican sus teorías respecto a la evolución y decadencia de las razas). Así, los Kushitas casi siempre son black (un término curiosamente actual) aunque en ocasiones emplea el término habitual en sus tiempos (y hoy considerado despectivo) Negro (sic). Eso sí, nunca emplea otro termino de su época (también considerado despectivo actualmente) como es colored, ni mucho menos el insultante nigger.

La única discriminación que realmente realiza Howard en las historias de Conan (y en otras como las de Kull o Bran Mak Morn) es la de la preferencia de las culturas bárbaras sobre las civilizadas. Sin embargo, no se trata precisamente de que crea que las culturas bárbaras sean superiores, sino que las encuentra fascinantes (o, al menos, más fascinantes que las civilizadas), con sus partes buenas y sus partes malas. También es significativo que la mayor parte de las historias transcurran en la civilización, o a través de los ojos de personajes civilizados. Además de emplear esto para crear contraste con el bárbaro protagonista, en cierto modo nos está diciendo que a Howard en realidad no le disgusta la civilización (algo de lo que muchas veces se le ha acusado, haciendo una lectura superficial de su obra). Realmente, Howard aprecia la civilización a su manera, y precisamente por ello critica muchos de sus defectos (que, según él, se solucionan mirando a los elementos menos negativos de la barbarie). Por otra parte, el conflicto que suele plantear Howard en sus relatos de Conan de “barbarie vs. civilización” puede interpretarse a un nivel más profundo como “individualismo vs. comunidad”. Y ahí si que Howard (solitario y casi inadaptado) toma claro partido por el individualismo. Conan es un personaje solitario, que actúa siempre por sí mismo y sale de las situaciones problemáticas a las que se enfrenta por sus propios medios, incluso cuando es líder de un grupo (e incluso cuando es rey).

Los Pergaminos

Los relatos de Conan fueron publicados (no todos) originalmente en la ya mencionada revista Weird Tales, algunos de ellos por entregas. Lógicamente, la revista publicaba los relatos más o menos en el orden en que Howard se los iba mandando y se los aceptaban (que no se corresponde necesariamente con el orden en que Howard los escribía). Así pues, en cada uno de ellos Conan puede estar en un momento dado de su vida, y ser rey, ladrón, mercenario o pirata.

En los años 60, los escritores L. Sprague de Camp y Lin Carter emprendieron la tarea de publicar las historias de Conan en forma de libro. El criterio que siguieron para ordenar las historias fue cronológico, es decir, de la juventud a la vejez de Conan (y siempre de acuerdo con sus impresiones respecto a esta cronología, ya que Howard no dejó un orden claro y definitivo de sus historias). Además, decidieron “rellenar los huecos” existentes en la vida de Conan. Para ello, completaron o desarrollaron fragmentos y sinopsis del propio Howard, e incluso escribieron gran cantidad de material totalmente nuevo. En algunos casos, cogieron historias protagonizadas por otros personajes y las reescribieron como historias de Conan (y a veces es demasiado obvio que se desarrollaban originalmente en el Oriente Medio de nuestro mundo, como en “La Daga Llameante” y otras). De hecho, en los 12 libros que componen la edición de Sprague de Camp y Carter, sólo entre el 40 y el 50% del material procede de Howard (en varios casos, libros enteros no contienen nada escrito por Howard, como sucede por ejemplo con los 3 últimos). Además, antes de cada historia incluyeron una breve introducción para explicar lo sucedido entre relato y relato, en muchos casos avanzando demasiados datos de la historia a la que preceden. En este proceso también le dieron una cierta forma más homogénea y alejada de la intención original de Howard. Por ejemplo, el hechicero Thoth–Amon, que aparece de forma secundaria en algunas historias de Howard, con las modificaciones y añadidos de Sprague de Camp y Carter aparece convertido en el archienemigo de Conan (especialmente en los libros escritos íntegramente por ellos).

El principal problema de esta edición es que los editores decidieron también reescribir partes de las historias de Howard. En muchos casos, esto se hacía para evitar incoherencias entre nombres (como Cush y Kush, que aparece escrito de dos formas, o como el nombre de la capital de Aquilonia, en una historia Tamar y en otra Tarantia) o para corregir erratas, pero en otros casos parecería estar hecho por razones menos claras o para “corregir” el estilo del autor. Esto hace que esta edición tenga cierta mala fama entre los aficionados más puristas, aunque durante mucho tiempo ha sido la única forma de acceder a Conan. Tienen la ventaja del orden cronológico (aunque esto es más una curiosidad que otra cosa, al no ser imprescindible para disfrutar del personaje) y de que algunas de las historias añadidas no están mal. Además, hay que reconocer el mérito de esta edición en popularizar (con la ayuda de las portadas originales del legendario Frank Frazetta) el personaje de Conan.

La edición de Sprague de Camp y Carter abrió la veda a la publicación de lo que se conoce como “pastiches”: relatos y novelas protagonizados por Conan, pero escritos por otros autores (algunos más o menos consagrados, como Robert Jordan, Poul Anderson o Karl Edward Wagner). Últimamente incluso se están publicando libros protagonizados por personajes originales, aunque ambientados en la Era Hiboria creada por Howard. Lógicamente, este material es tremendamente desigual, como suele suceder con los libros escritos por encargo. Además, normalmente presentan un Conan más estereotipado que el esbozado por Howard, más cerca del protagonista de cualquier relato de aventuras que del amoral bárbaro original.

El listado de los libros de la edición de Sprague de Camp y Carter es el siguiente (junto con las historias que contiene cada uno, cuando el libro no es una novela):

Conan (La Cosa de la Cripta, La Torre del Elefante, El Aposento de los Muertos, El Dios del Cuenco, Villanos en la Casa, La Mano de Nergal, La Ciudad de las Calaveras)
Conan el Cimmerio (La Maldición del Monolito, El Dios Manchado de Sangre, La Hija del Gigante Helado, La Guarida del Gusano de Hielo, La Reina de la Costa Negra, El Valle de las Mujeres Perdidas, El Castillo del Horror, Un Hocico en la Oscuridad)
Conan el Pirata (Halcones sobre Shem, El Coloso Negro, Sombras a la Luz de la Luna, El Camino de las Águilas, Nacerá una Bruja)
Conan el Vagabundo (Lágrimas Negras, Sombras en Zambula, El Diablo de Hierro, La Daga Llameante)
Conan el Aventurero (El Pueblo del Círculo Negro, La Sombra Deslizante, Los Tambores de Tombalku, El Estanque del Negro)
Conan el Bucanero
Conan el Guerrero (Clavos Rojos, Las Joyas de Gwahlur, Más Allá del Río Negro)
Conan el Usurpador (El Tesoro de Tranicos, Lobos Más Allá de la Frontera, El Fénix en la Espada, La Ciudadela Escarlata)
Conan el Conquistador
Conan el Vengador
Conan de Aquilonia
Conan de las Islas

En los últimos años se están reeditando las historias originales de Howard, sin retoques ni modificaciones, recuperando en muchos casos sus títulos originales. Probablemente la mejor versión disponible de las historias de Conan sea la preparada por el experto en Howard Patrice Louinet, disponible en versiones tanto de lujo como normales, y complementadas con diverso material adicional: ilustraciones, fragmentos de textos y sinopsis de Howard, interesantes artículos del propio Louinet comentando el proceso de escritura y las influencias de las historias… Se ha optado por presentar la obra de Howard por su orden de escritura, renunciando a cualquier intento de seguir un orden cronológico. Esta edición se compone de las siguientes tres antologías (se incluye el título original, pues aún no han sido publicados todos en castellano):

The Coming of Conan the Cimmerian (El Fénix en la Espada, La Hija del Gigante Helado, El Dios del Cuenco, La Torre del Elefante, La Ciudadela Escarlata, La Reina de la Costa Negra, El Coloso Negro, Sombras de Hierro a la Luz de la Luna, Xuthal del Crepúsculo, El Estanque del Negro, Villanos en la Casa, El Valle de las Mujeres Perdidas, El Diablo de Hierro)
The Bloody Crown of Conan (El Pueblo del Círculo Negro, La Hora del Dragón, Nacerá una Bruja)
The Conquering Sword of Conan (Los Sirvientes de Bit–Yakin, Más Allá del Río Negro, El Extranjero Negro, Los Devoradores de Hombres de Zamboula, Clavos Rojos)

Por cierto, de acuerdo a la ley estadounidense muchas de las historias de Howard (incluyendo las de Conan) son de dominio público, y pueden encontrarse (en inglés) en sitios como WikiSource

Sea cual sea el caso, hay que tener en cuenta que la lectura de las historias de Conan puede llegar a hacerse un poco repetitiva. Las historias de menor calidad y más típicas tienden a parecerse demasiado y a seguir una fórmula más o menos predecible. Por otra parte, su longitud las hace ideales para leer de vez en cuando, una cada vez, como si estuviéramos leyéndola en el ejemplar del último mes de Weird Tales, y no en una antología en forma de libro.

En cuanto al orden de lectura, cualquiera es igual de recomendable, con sus puntos buenos y sus puntos malos. La lectura cronológica permite leer una especie de “biografía” de Conan, desde sus inicios como ladrón a su final como rey. Además, permite acabar con la única novela de Conan escrita por Howard: La Hora del Dragón (es mejor ignorar las novelas posteriores escritas por Sprague de Camp y Carter). Por su parte, la lectura en orden de escritura o de publicación ofrece la ventaja de ver la evolución del personaje y de su mundo a medida que Howard se va sintiendo más cómodo con él. Por el contrario, tiene la desventaja de que las historias más flojas están prácticamente seguidas, lo que produce un cierto “bache” en el disfrute de la lectura. Y, finalmente, estas dos opciones no son las únicas posibles: nada impide leer las historias en un orden totalmente aleatorio. En todo caso, hay que mencionar que el propio Howard no veía las historias de Conan como un todo homogéneo que deba leerse de forma ordenada, sino que las comparaba a las historias que contaría el propio protagonista, fanfarroneando en una taberna, y recordando sus andanzas de forma desordenada. De ahí que sea difícil establecer una cronología exacta y que puedan aparecer inconsistencias entre los relatos, pues el propio Howard parece tener sólo una idea general del orden de las andanzas de Conan.

Los Relatos

A continuación se comenta algo acerca de cada uno de los relatos de Conan, siguiendo el orden de su escritura (junto al título de cada uno de ellos se muestra su fecha de publicación; si sólo se muestra el año, es que no se publicó en Weird Tales). Cuando un relato se conoce también por otro título distinto al original, se indica en cursiva debajo del título original. Lo primero que se indica es la ocupación de Conan, para situar un poco el relato temáticamente (aunque muchos de los relatos empiezan con Conan viéndose forzado a cambiar dicha ocupación). No se trata de analizarlos al detalle, y ni mucho menos de desvelar su trama (aunque algo se comenta), sino de señalar los puntos más interesantes y llamativos de cada uno de ellos.

El Fénix en la Espada (diciembre 1932)
Conan es rey de Aquilonia. Este es el primer relato protagonizado por Conan, y en realidad es una reescritura de un relato no publicado de Kull. En este relato introduce un elemento sobrenatural (por influencia de Lovecraft, con quien empezaba a escribirse, y de la revista a la que iba dirigido el relato), y quita una subtrama típica de las historias de Kull (el enfrentamiento entre la tradición y el cambio). Conan aquí es un personaje más reflexivo de lo que se puede esperar (debido sin duda a la influencia de Kull, un personaje más dado a filosofar), y demasiado poco activo. Toda la trama la dirigen sus oponentes y aliados, y Conan sólo reacciona. Es obvio que el personaje aún está en pleno proceso de definición y no se muestra totalmente redondo. En todo caso, el relato contiene escenas ya típicamente “Conanianas”, como la del protagonista defendiéndose hacha en mano de los conspiradores (aunque también estuviera en el relato original).

La Hija del Gigante Helado (1976)
Conan es un guerrero en las tierras del norte. Este relato fue remitido a Weird Tales junto con el anterior, pero su publicación fue rechazada. Nos muestra a un Conan más joven, impulsivo y bárbaro, casi salvaje, que persigue de forma despiadada a una misteriosa mujer, dominado (en parte) por sus bajos instintos. A pesar de lo escabroso del tema subyacente, la historia tiene un cierto aire entre poético y mítico que lo contrarresta.

El Dios del Cuenco (1975)
Conan es un ladrón en una ciudad civilizada. Este relato ya nos muestra una de las constantes en las historias de Conan: el choque entre la barbarie y la civilización. Por otra parte es casi una rareza porque por su estructura es prácticamente un relato de misterio y de investigación detectivesca (género que no interesaba mucho a Howard), en la que Conan participa de forma bastante pasiva (como sospechoso). Como curiosidad, aquí Conan aparece por primera vez con el look de “taparrabos y sandalias”, tan apreciado por ilustradores y dibujantes de comics, que se nos presenta como su “uniforme de trabajo” cuando va a robar algo.

La Torre del Elefante (marzo 1933)
Conan es un ladrón en una ciudad civilizada. Esta historia tiene algunos elementos en común con la anterior, pero es de mayor calidad. Descartada la trama de tipo detectivesco, esta es una historia más típica (y, por ello, imitada), en la que Conan va a robar en algún lugar en el que se encuentra con una amenaza sobrenatural. Sin embargo, la historia tiene elementos que la ponen muy por encima de sus imitaciones. También Howard aprovecha aquí para introducir elementos de historia antigua de la Era Hiboria.

La Ciudadela Escarlata (enero 1933)
Conan es rey de Aquilonia. De nuevo el rey Conan se tiene que enfrentar a una amenaza al trono, en este caso en forma de enemigo exterior. El relato se divide en dos partes, en la que la primera es más terrorífica, y la segunda (menos interesante) se dedica a la descripción impersonal de una gran batalla. El personaje de Conan va tomando forma, y se hacen varias referencias a su pasado.

La Reina de la Costa Negra (mayo 1934)
Conan es un mercenario fugitivo. Aquí Conan ya es más experimentado que cuando se dedicaba al robo, y parece haber viajado bastante a pesar de su juventud. El relato es el de la historia de amor entre Conan y Bêlit, el primer personaje femenino con cierta entidad que aparece en los relatos de Conan. Howard sigue introduciéndonos en la Era Hiboria, en este caso hablándonos de sus dioses en una inolvidable escena en la que Conan y Bêlit discuten de teología. El relato es muy bueno, a pesar de una elipsis no muy clara que hay entre el inicio y el final de la historia, entre los que se supone que pasan uno o dos años, según los expertos en Conan. De hecho, hay un pastiche (Conan el Rebelde) ambientado precisamente en medio de dicha elipsis.

El Coloso Negro (junio 1933)
Conan es un mercenario. En este relato vemos por primera vez a Conan como líder, una posición que parece no ocasionarle demasiados problemas a pesar de ser nueva para él. El bárbaro no ve demasiada diferencia entre combatir sólo o con un ejército a su mando, y parece darle buen resultado. El conjunto del relato es un poco flojo, aunque tiene escenas sueltas (como el inicio o la batalla) bastante buenas. Como curiosidad, este fue el primer relato que consiguió una portada en Weird Tales, aunque en ella no salía Conan (pero sí la protagonista femenina). De hecho, de las 9 veces que un relato de Conan fue portada (El Coloso Negro, La Sombra Deslizante, La Reina de la Costa Negra, El Diablo de Hierro, El Pueblo del Círculo Negro, Nacerá una Bruja, Sombras en Zamboula, La Hora del Dragón y Clavos Rojos), sólo en 3 aparecía el Cimmerio (La Reina de la Costa Negra, El Diablo de Hierro y La Hora del Dragón).

Sombras de Hierro a la Luz de la Luna (abril 1934)
Conan es un kozako fugitivo (los kozaki son un grupo multicultural de forajidos, de inspiración bastante clara hasta en su nombre). La historia está narrada desde el punto de vista de Olivia, la protagonista (que es poco más que un estereotipo). La historia de “misterio en la jungla” recuerda a parte de La Reina de la Costa Negra. En este relato, Conan demuestra sus recursos y oportunismo, ya que lo finaliza en mucha mejor situación que lo inicia. El recurso de utilizar como personaje de punto de vista (aunque la narración siempre es en tercera persona) a un personaje que no es el propio Conan volvería a ser empleado por Howard (sobre todo de forma parcial) con mayor o menor efectividad para mostrarnos las características únicas del Cimmerio.

Xuthal del Crepúsculo (septiembre 1933)
La Sombra Deslizante
Conan es un mercenario fugitivo. Este relato que transcurre en una misteriosa ciudad le sirve a Howard para criticar la decadencia y la pasividad de la civilización. Habría que señalar el número de escenas picantes (por emplear la terminología de la época) que aparecen, superior al habitual.

El Estanque del Negro (octubre 1933)
Conan es un pirata fugitivo. Esta es una historia muy similar a Sombras de Hierro a la Luz de la Luna, con sus ruinas abandonadas en una isla misteriosa. Incluso el principio, desde el punto de vista del personaje femenino, recuerda formalmente a dicho relato. Lo más destacable sería que nos muestra a un Conan bastante amoral, que es capaz de actos muy discutibles para lograr sus objetivos.

Villanos en la Casa (enero 1934)
Conan es un ladrón en una ciudad civilizada. El personaje no es tan inocente como en otros relatos de su época de ladrón, probablemente debido a su mayor experiencia. Es bastante interesante la interacción entre los villanos que menciona el título, de los que Conan se nos describe como el menos malo debido a que no se engaña y es directo respecto a su “villanía”. De nuevo, el relato nos muestra la amoralidad del protagonista. Según parece, este es el único relato de Conan que se publicó tal y como lo escribió Howard en su primera versión (normalmente, Howard realizaba dos o tres borradores antes de llegar a la versión definitiva).

El Valle de las Mujeres Perdidas (1967)
Conan es un jefe tribal. Este es uno de los relatos de Conan que más podrían dar que hablar respecto a su racismo: al fin y al cabo, trata de un blanco que rescata a una chica blanca de una tribu negra sólo por el hecho de ser “compañeros de raza”. Por otra parte, el relato no es gran cosa, aunque tiene un elemento bastante interesante. Al estar narrado desde el punto de vista de su aterrorizada protagonista, se nos muestra la brutalidad de batallas y combates como algo horrible, muy lejos de la épica de otros relatos. Este es el último de los doce relatos de Conan que Howard escribió en apenas un año, así que decidió tomarse una temporada de descanso con el personaje: empezaba a repetirse demasiado. Esta abundancia de relatos se debe sobre todo (con los últimos) a la necesidad económica, al desaparecer algunas de las revistas a las que normalmente Howard vendía otras historias.

El Diablo de Hierro (agosto 1934)
Conan es un jefe kozako. A pesar del mencionado periodo de descanso, este relato aún toma muchos elementos de otras historias y es bastante rutinario, aunque parece hacer algo más de énfasis en el horror cósmico. Conan, lejos de ser un personaje perfecto (dejando aparte su particular código moral), en esta historia cae en una trampa que se aprovecha de su debilidad por las mujeres.

El Pueblo del Círculo Negro (octubre – noviembre 1934)
Conan es el jefe de una tribu de montañeses orientales. Este es el relato (podría considerarse novela corta) más extenso sobre Conan que Howard había escrito hasta el momento. La historia, que mezcla los elementos de intriga política con los sobrenaturales, muestra influencias de fantasías de tipo oriental (al fin y al cabo, está ambientada en Vendhya, la India de la Era Hiboria). Este exotismo hace que los elementos fantásticos estén algo más presentes en la trama. La extensión del relato permite a Howard desarrollar mejor a los personajes (desde los secundarios a los antagonistas), así como introducir más giros en la trama. Entre los personajes, destaca la Devi Yasmina, que es un personaje femenino desarrollado y fuerte, sin necesidad de ser una guerrera (como lo son Bêlit y Valeria).

La Hora del Dragón (diciembre 1935 – enero – febrero – marzo – abril 1936)
Conan el Conquistador
Conan es rey de Aquilonia. Esta es la única novela de Howard protagonizada por Conan, además de ser la primera novela que escribió el autor. Su origen está en la petición de un editor inglés, al que Howard había enviado varias de sus historias para ser publicadas en forma de libro (para ampliar mercados). El editor le respondió que el público no compraba antologías de relatos cortos, pero que le publicarían una novela del tipo de las historias que había enviado. Por desgracia, problemas empresariales en la editorial acabarían haciendo que la novela no fuera publicada, y Howard la vendió a Weird Tales para su publicación por entregas. Esta novela fue el tercer intento (tras abandonar Almuric y otro proyecto protagonizado por Conan) de escribir una novela, y fue escrita en unos intensos 2 meses, en los que pasó por un total de 5 versiones. Teniendo en cuenta que la novela estaba pensada para un público nuevo, la historia aprovecha para hacer una presentación bastante completa de Conan y su mundo. También recicla elementos de otras historias, especialmente La Ciudadela Escarlata. La historia nos muestra un Conan más sutil de lo habitual (obligado por las circunstancias) y que se muestra algo nostálgico con su pasado a medida que se encuentra con situaciones que se lo hacen recordar. De nuevo, la mayor extensión le permite a Howard crear una trama más compleja, estructurada a partir de varios episodios que giran alrededor de una búsqueda central (Patrice Louinet vincula esta estructura y la trama con las historias del ciclo Artúrico y la búsqueda del Grial). Muchos de los personajes que aparecen en estos episodios tienen el suficiente interés para poder haber protagonizado un relato propio. Curiosamente, se nos muestra un Conan menos individualista de lo habitual, cuya victoria se produce por la colaboración de bastante gente, sin deberse únicamente a su esfuerzo personal. También son interesantes las referencias que se hacen a los cambios que se están produciendo en la Era Hiboria, relacionados con los deseos imperialistas de diversos países, y que hacen ver que se acerca una etapa histórica diferente. Esto se relaciona con el futuro como rey que Howard planeaba para Conan (y que no llego a desarrollar). En general, es la historia de Conan más próxima al subgénero de fantasía épica, aunque sin abandonar sus rasgos característicos (propios de la espada y brujería). A pesar de no tener partes especialmente memorables, la novela en su conjunto funciona bastante bien, y es una buena forma de introducirse en la lectura de Conan para aquellos a los que no les gusta el relato corto.

Nacerá una Bruja (diciembre 1934)
Conan es capitán de la guardia de una ciudad–estado. Este relato gira alrededor de una leyenda que relaciona directamente la Era Hiboria con nuestra historia, sin hacerlo a través de nombres u otros elementos ajenos al relato: de forma más o menos clara se nos indica que lo que estamos leyendo es un pasado mítico de nuestro mundo. Howard realiza aquí un excelente uso del empleo de múltiples puntos vista para narrarnos la historia, y para expresar el paso del tiempo. De hecho, la presencia directa del propio Conan es bastante escasa (aunque tremendamente impactante), manteniéndose en el trasfondo durante gran parte del relato. Sin embargo, Howard ya conoce tan bien a Conan y a la Era Hiboria que es capaz de construir el relato con una presencia mínima de su carismático protagonista, alejándose totalmente de lo esperado en un relato pulp. Por otra parte, esta es probablemente la época en la que el personaje alcanza su máxima popularidad, siendo presencia habitual casi todos los meses en Weird Tales, lo que permite a Howard plantearse “jugar” de esta forma con el personaje.

Los Sirvientes de Bit–Yakin (marzo 1935)
Las Joyas de Gwahlur
Conan es un general mercenario. La ambientación de esta historia es relativamente típica, pues está situada en las clásicas ruinas misteriosas. Sin embargo, el desarrollo se sale algo más de lo habitual, al mostrarse Conan más sutil de lo habitual en esta trama de misterios, confusión y engaños, menos orientada a la acción. El clímax nos demuestra cuales son las verdaderas prioridades y como es el código de honor del bárbaro.

Más Allá del Río Negro (mayo – junio 1935)
Conan es un explorador mercenario. Esta es una historia de colonos Aquilonios que se enfrentan a los Pictos indígenas de las tierras que pretender ocupar. Es decir, básicamente, la historia es un western sin armas de fuego, en el que los Pictos hacen las veces de los nativos americanos. Este es un género en el que Howard empezaba a interesarse, y así dejó que se reflejara en este relato fantástico (dejó un borrador inacabado de ambientación similar, anterior a este). Conan no se muestra muy partidario de la colonización (a pesar de trabajar para los colonos), y no entiende que los Aquilonios deban buscar tierras fuera de sus fronteras cuando los nobles de su país tienen tantas desocupadas: sus bárbaras creencias se muestran casi revolucionarias comparadas con el feudalismo civilizado. Conan además es en esta historia bastante experimentado, y se muestra conocedor de leyendas y tradiciones que le ayudan a enfrentarse mejor a los Pictos. La trama enfrenta de nuevo a la civilización con la barbarie, aunque en este caso Conan ejerce como el elemento bárbaro que permite a la civilización salir adelante y no caer derrotada. En general, es una historia bastante pesimista, alejada de lo que se espera de un relato pulp.

El Extranjero Negro (1987)
El Tesoro de Tranicos
Conan es un capitán pirata bastante conocido. Si la anterior historia era un western, esta es un relato de piratas (ahora los Pictos sustituyen a los indios Caribes). Tenemos rivalidades entre capitanes, tesoros escondidos, maldiciones, traiciones… El principio es de los que no muestran mucha presencia de Conan, aunque una vez que aparece es el personaje que determina como se desarrolla la trama, gracias sobre todo a su astucia natural. Como demuestran estos dos últimos relatos, Howard está empezando a experimentar con el personaje, poniéndole en ambientaciones muy alejadas de las que había estado empleando hasta ahora. En parte, esto se debe a la familiaridad lograda con Conan, pero también indica el cambio de intereses del autor, cada vez más motivado con temas más realistas y relacionados con la historia de su tierra.

Los Devoradores de Hombres de Zamboula (noviembre 1935)
Sombras en Zamboula
Conan es un simple vagabundo sin dinero. La mala situación económica de Conan le lleva a tener que enfrentarse a los horrores y misterios de una ciudad fronteriza que guarda oscuros secretos. Aunque el elemento sobrenatural está presente, en esta historia los horrores son más humanos que fantásticos. Esta es una historia de estilo más típico y nada experimental, probablemente escrita tras el rechazo de Weird Tales de su relato anterior. Aún así, la evolución de Howard como escritor es evidente, y es un relato superior a sus otras historias rutinarias.

Clavos Rojos (julio – agosto – septiembre – octubre 1936)
Conan es un mercenario. La historia está coprotagonizada por Valeria, que no se limita a ser una comparsa (a pesar de ser también el objeto de deseo de casi todos los personajes del relato, Conan incluido). Valeria es una pirata, de carácter fuerte e independiente, que parece la compañera perfecta para el Cimmerio (a cuyas insinuaciones se resiste). Probablemente, se trate del personaje femenino más interesante y complejo de los que aparecen en las historias de Conan, y podría haber llegado a ser un gran personaje recurrente (algo que, por cierto, no existe en los relatos de Conan) o protagonizar relatos propios. La trama recuerda mucho a Xuthal del Crepúsculo (escenas picantes incluidas, con elementos lésbicos y sadomasoquistas), aunque en este caso la crítica a la civilización se centra más en el odio irracional que puede llegar a dominar a los seres humanos. Howard nos presenta una civilización cerrada y exótica (con nombres de tipo azteca, alejados de las nomenclaturas habituales en el mundo Hiborio), totalmente decadente y abocada a su inevitable y trágico destino.

Clavos Rojos es el último relato que Howard escribió sobre Conan, en parte por su creciente interés por temas más realistas y menos fantásticos, y en parte también por los problemas financieros que tenía con Weird Tales (que tardaba en pagarle precisamente cuando más necesitaba el dinero, por la enfermedad de su madre). Si en años posteriores hubiera regresado a su personaje más famoso, o si esto es todo lo que tenía que decirnos sobre Conan, es algo que, debido a su trágica muerte, nunca sabremos. Lo que sí sabemos y podemos afirmar con toda seguridad es que Conan ha alcanzado la inmortalidad como uno de los iconos míticos de la fantasía moderna.

…fue rey de Aquilonia durante muchos años, con un reinado turbulento e intranquilo, cuando la civilización Hiboria había alcanzado su más magnífico apogeo, y cada rey tenía ambiciones imperiales. Al principio luchó a la defensiva, pero opino que al final se vio obligado a emprender guerras de conquista por una cuestión de auto preservación. Si tuvo éxito en conquistar un imperio mundial, o pereció en el intento, no lo sé. Viajó mucho, no sólo antes de su reinado, sino también después de ser coronado rey. Viajó a Khitai e Hyrkania, y a las incluso menos conocidas regiones al norte de esta y al sur de aquella. Incluso visitó un continente sin nombre en el hemisferio occidental, y vagó entre las islas adyacentes a él…

Conan: Las Aventuras



Comics

Las andanzas de Conan en el mundo del comic (al menos las oficiales) empiezan en 1970, cuando Marvel (una de las dos mayores editoriales de comics de Estados Unidos) comienza la publicación del comic Conan the Barbarian (1970–1993; 275 números). La colección está a cargo de Roy Thomas como guionista, con Barry Windsor–Smith como dibujante. La serie se convierte muy pronto en un éxito, tanto comercial como crítico, y ayudaría a convertir a Marvel en el gigante multinacional que acabaría siendo.

El éxito del comic–book llevó a Marvel a plantearse publicar las aventuras del bárbaro en otros formatos. Así, en 1974 empezaría la publicación de The Savage Sword of Conan (1974–1995; 235 números), con formato de revista (magazine, en la terminología de la industria). Marvel ya había intentado una jugada similar en 1971, con los 10 números de Savage Tales, pero en aquella ocasión el proyecto no llegaría a cuajar. La revista es en blanco y negro, tiene un mayor número de páginas, y combina las historias de Conan con otros materiales, como artículos, historias adicionales, portafolios de artistas… Las llamativas portadas, obra de ilustradores como Boris Vallejo o Esteban Maroto, en las que abundaban los cuerpos semidesnudos (aunque luego no tuvieran nada que ver con el contenido), sin duda también influyeron en el éxito de la publicación. Inicialmente, su periodicidad era bimensual, pero pasaría a mensual a partir del número 20.

Teóricamente, "La Espada Salvaje de Conan" era un comic más adulto que "Conan el Bárbaro" (probablemente, al ser otro formato no se viera sujeto al estricto código de censura de los comics). La realidad es que tampoco había grandes diferencias: en "La Espada Salvaje" podía aparecer ocasionalmente un desnudo femenino y algo de lenguaje malsonante, pero pocos más "elementos adultos" había entre sus páginas. Esto por lo que se refiere a las historietas, porque la presencia de artículos y material similar sí que apuntaba a un público más maduro o adulto.

En "Conan el Bárbaro" se utilizaba la estructura habitual de otros comics Marvel. Es decir, se narraba una historia de forma más o menos cronológica y lineal, con una trama que debía seguirse de número a número. Por su parte, "La Espada Salvaje" mostraba al personaje de forma más aislada: la mayoría de las historias concluían en el mismo número, lo que hacía mucho más interesante el material para el lector no habitual, que podía coger un número al azar y leerlo sin preocuparse demasiado de otros números precedentes. El verdadero fenómeno de Conan como personaje de comic se produce sobre todo por "La Espada Salvaje de Conan", una publicación con un éxito y una permanencia en el mercado realmente única en su formato, y capaz de sobrevivir a momentos de crisis en los que desaparecieron otras revistas de tipo similar.

Estos no fueron los únicos comics en los que apareció el personaje de Conan, pero sí los más importantes, por duración, éxito y calidad. Además de series limitadas y apariciones esporádicas, también habría que mencionar las series King Conan (1980–1989; 55 números), que trataba las aventuras de Conan como Rey de Aquilonia, y Conan Saga (1987–1995; 97 números), intento de reimprimir en orden cronológico historias publicadas anteriormente.

Mención especial debe hacerse para el personaje de Red Sonja, creado por Roy Thomas y Windsor–Smith en uno de los números de "Conan el Bárbaro". Se trata de un personaje original, a pesar de tomar el nombre de una creación de Howard, creado directamente para el comic. El carisma del personaje (al que ayudaría el absurdo bikini de mallas con que la vestirían posteriormente) le permitiría tener tres series propias (de 7, 15, y 13 números), así como protagonizar alguna historia en "La Espada Salvaje", y ser personaje invitado habitual en los comics del Cimmerio.

Autores

Hay tres nombres imprescindibles a la hora de hablar de Conan en el comic: el editor y guionista Roy Thomas, y los dibujantes Barry Windsor–Smith y John Buscema. Roy Thomas y Windor–Smith se encargaron del personaje desde el primer número de "Conan el Bárbaro". La elección del dibujante (entonces relativamente poco conocido y, por lo tanto, barato) al parecer estuvo motivada por lo experimental del proyecto: en la Marvel no se había hecho nada similar y no se estaba seguro de los resultados.

A partir del número 24 de "Conan el Bárbaro", empezó a ocuparse del dibujo John Buscema, un dibujante más experimentado (y que hubiera sido la primera elección para el personaje, motivos económicos aparte). Más adelante, especialmente cuando empezó a ser necesario producir más material (por la existencia de "La Espada Salvaje"), se unirían y probarían más dibujantes, entre los que destacarían algunos como Ernie Chan, Gil Kane, o Neal Adams.

A pesar de esto, son Windsor–Smith y Buscema los dos dibujantes que darían forma a la imagen del bárbaro, especialmente en el caso de Buscema. Sin menospreciar el trabajo de Windsor–Smith, sería la obra de Buscema (quizá porque también dibujó mucho más material) la que acabaría siendo más influyente e imitada por otros autores. El Conan de Windsor–Smith es un simple hombre musculoso, que podría ser el héroe de cualquier relato fantástico. Por su parte, el Conan de Buscema tiene un físico digno de un culturista (estilo también popularizado por muchos ilustradores), una verdadera montaña de músculos y nervios, más cerca del personaje descrito por Howard.

Al principio, se adaptaban sobre todo historias de Howard (en "La Espada Salvaje"; en "Conan el Bárbaro" también, pero por su estructura era más normal tener que introducir material nuevo). En "La Espada Salvaje" también se introdujeron historias de otros personajes del autor (como Kull y Solomon Kane), así como intentos de introducir otros personajes nuevos. También era bastante habitual la conversión de relatos de otros personajes, cambiando al protagonista por Conan, para así poder ponerle a la historia la coletilla de "basado en un relato de R.E. Howard". Una vez se agotan las historias de Howard, se consiguen los derechos para adaptar otras historias de Conan, como las de Sprague de Camp u otros autores, con lo que el material literario de base sigue existiendo.

En los 80, Roy Thomas abandona el personaje y a Marvel, y comienza la peor etapa del personaje. Los editores y guionistas, con Michael Fleisher a la cabeza, se limitan a repetir fórmulas y tópicos, y a exagerar los elementos fantásticos y sobrenaturales, añadiendo cada vez monstruos y criaturas más exagerados (cuando Conan siempre ha sido un personaje relativamente realista). Las ventas se mantuvieron gracias a la llegada de nuevos lectores atraídos por el paso del personaje al cine (sobre todo con la primera película). Sirva como ejemplo de esta decadencia y falta de originalidad la historia El Informador (aparecida en el número 99 de "The Savage Sword of Conan"), que es una copia evidente del relato Nacerá una Bruja, que ya había sido adaptado en uno de los primeros números de la revista.

Por si fuera poco, es en esta etapa en la que Conan aparece en algunos "What If?" (comics que narran historias alternativas del estilo de "¿Qué pasaría si Spiderman se uniera a Los Cuatro Fantásticos?") en crossovers con otros personajes del Universo Marvel, algo a lo que Roy Thomas se había negado (había consentido en publicar un comic en el que Conan se veía trasladado a la Nueva York contemporánea, pero a condición de que no se cruzara con ningún otro personaje de la Marvel). Con Thomas ausente, se abre la veda y así se publican comics en los que Conan se cruza con personajes como Lobezno o Thor, y en los que Red Sonja se confunde con otras pelirrojas ilustres de la Marvel como Jean Grey o Mary Jane Watson.

A principios de los 90, Roy Thomas volvería a ocuparse del personaje, intentando retomar los orígenes "literarios" de los guiones para hacer que Conan saliera de su decadencia. Sin embargo, era demasiado tarde, fuera por los 10 años de baja calidad, o porque el mercado del comic había cambiado y Conan no había sabido adaptarse. Así, "Conan the Barbarian" fue cancelada (teniendo que resolverse la trama en "La Espada Salvaje"). Un par de años después también desaparecería "The Savage Sword of Conan" (aunque se intentó relanzar una revista similar poco después, con la esperanza de atraer un nuevo público).

El Nuevo Conan

En 2003, Dark Horse (una empresa con cierta fama de "independiente", a pesar de ser la tercera editora de Estados Unidos) se hace con la licencia del personaje y empieza a publicar una nueva serie. Además, también reedita recopilaciones de los comics de "Conan the Barbarian" (recoloreados por ordenador), bajo la cabecera de The Conan Chronicles.

La nueva serie de Conan está escrita por Kurt Busiek y dibujada por Cary Nord, cuyos dibujos a lápiz son coloreados directamente por ordenador (sin pasar por el proceso de entintado habitual del comic), lo que les da un interesante y original aspecto. El propósito de esta serie es contar todas las aventuras de Conan en orden cronológico, basándose únicamente en el material de Robert E. Howard y creando sus propias historias para rellenar los huecos (hablan de planificaciones tan a largo plazo como a 10 años, así que parece que apuestan en serio por el personaje). Las historias de la trama principal se han visto complementadas por historias "de relleno" realizadas por otros autores, que han tratado la infancia de Conan o momentos anecdóticos. Entre los autores que han participado o participarán se encuentran nombres tan aparentemente inesperados como Bruce Timm (creador de la serie de animación de Batman) o Mike Mignola (Hellboy).

Además de la serie regular, también se han publicado algunas miniseries, con lo que Conan vuelve a ocupar un lugar importante en las estanterías de las tiendas de comics. Y, si los planes de Dark Horse siguen adelante, el Cimmerio ha vuelto para quedarse.

Conan: La Saga

Sabed, oh príncipe, que en los años que siguieron al hundimiento de Atlantis en las profundas aguas del océano, hasta el apogeo de los Hijos de Aryas, hubo una era inconcebible en la que los rutilantes y poderosos reinos se extendían por el mundo como mantos azules bajo las estrellas. Aquí llegó Conan el Cimmerio, de cabellos negros y mirada hosca, con la espada en la mano - ladrón, vagabundo, asesino implacable, con una melancolía abismal y una exultante alegría - para pisotear los enjoyados tronos de la Tierra con sus toscas sandalias


Bárbaro. Ladrón. Pirata. Bandido. Mercenario. Rey. Conan. Sin duda alguna, nos hallamos ante uno de los iconos más conocidos del género fantástico, en su vertiente de "espada y brujería". Gran parte de su popularidad, como es habitual en la cultura de la imagen en que vivimos, se debe a su paso por las pantallas de cine.

Aunque el propósito de este texto es hablar de Conan como personaje cinematográfico, es imprescindible mencionar sus orígenes. Conan fue creado en los años 30 por R.E. Howard, como protagonista de los relatos pulp que publicaban revistas como Weird Tales. En su corta vida, Howard hizo a Conan protagonista de alrededor de una veintena de relatos (incluyendo la novela The Hour of the Dragon).

Sin embargo, la popularidad del personaje le llegaría en los años 70, cuando la Marvel decidió convertirlo en personaje de comic. Como protagonista de la serie regular Conan el Bárbaro y de La Espada Salvaje de Conan (más adulta y episódica, a similitud de las historias originales) el Cimmerio se haría más famoso gracias a Roy Thomas, Barry Windsor-Smith y a John Buscema, que a su propio creador. De hecho, mucha gente piensa que Conan es un personaje de comic, sin conocer su verdadero origen literario.

Conan el Bárbaro (1982)
Pero siempre, y por encima de todo, estaba la disciplina del acero

El proyecto de llevar a Conan al cine llevaba en marcha desde 1977. Aunque la identidad de su protagonista, Arnold Schwarzenegger, parecía indiscutible, no sucedió lo mismo con otros nombres asociados al proyecto. Así, un primer borrador del guión fue realizado por Roy Thomas (guionista de los comics), aunque posteriormente sería abandonado a favor de un texto escrito por Oliver Stone. Igualmente, aunque para dirigir la película se barajaron nombres como los de Ridley Scott y Alan Parker, finalmente el elegido sería John Milius, director que había colaborado como guionista en títulos como Apocalypse Now o Harry el Sucio. Milius reescribió el guión de Stone, eliminando multitud de elementos fantásticos y enfocando la historia hacia la acción y un mayor realismo. Su dirección es sobria y clásica, sin sofisticaciones, declarándose influido por directores como Ford y Kurosawa.

El trío protagonista estaba formado por actores no profesionales. Al culturista Schwarzenegger como Conan se le unieron una bailarina (Sandahl Bergman) como Valeria y un surfista (Gerry Lopez) como Subotai. De estos tres, el único que acabaría haciendo carrera en el mundo del cine, sería el austriaco, que saltó a la fama con esta película. La actuación de los tres es decente, teniendo en cuenta sus limitaciones e inexperiencia. A su favor hay que añadir el intenso entrenamiento físico al que se sometieron, que les permitió realizar casi todas sus escenas peligrosas sin recurrir al trabajo de dobles (sufriendo heridas y accidentes). Como curiosidad, Sandahl Bergman ganaría por este trabajo el Globo de Oro a la Mejor Actriz Debutante. Para el villano, Thulsa Doom, se eligió a un rostro (y una voz) más conocido: James Earl Jones, que ofrece sin duda la mejor actuación de toda la película.

Mención especial merece el diseño de producción, a cargo de Ron Cobb (que había trabajado en Alien y en Star Wars), y del que habría que destacar el impresionante templo de Thulsa Doom. El rodaje se realizó en España, después de abandonar Yugoslavia por miedo a su inestabilidad política (aunque durante el rodaje en España se produciría el golpe de estado del 23–F). Eso permite ver, además de varios paisajes conocidos, a rostros como el de Nadiuska (como la madre de Conan) y el de Jorge Sanz (haciendo de Conan niño).

Los efectos especiales también son notables, llamando especialmente la atención la serpiente gigante mecánica y la metamorfosis de Thulsa Doom: no hay que olvidar que estamos hablando de efectos puramente físicos, anteriores a los efectos visuales realizados por ordenador.

La banda sonora de Basil Poledouris es el otro gran protagonista de la película. Probablemente sea el mejor trabajo del compositor, de corte épico con influencias wagnerianas y del Carmina Burana (temas que Milius quería usar, pero a los que renunció debido a que los empleó Excalibur), pero también con algunos hermosos temas más intimistas. Esta es una película con pocos diálogos, por lo que en muchas escenas es la música la que lleva la mayor parte del peso narrativo junto a la parte puramente visual. Por ejemplo, al inicio, tras las palabras del narrador y del padre de Conan, la película nos muestra un largo asalto en el que prácticamente sólo se oye la música.

A pesar de todo esto, las críticas a la película no fueron precisamente buenas. Además de pertenecer a un género considerado menor, su excesiva violencia fue muy criticada. Sin embargo, la respuesta del público fue positiva, y no tardaría en rodarse la continuación. Desde un principio los productores querían hacer más de una película, así como sus guionistas. Oliver Stone pensaba en una franquicia a lo James Bond, con unas 12 películas. John Milius era más modesto y se conformaba con hacer una trilogía, en la que la primera película trataría de la fuerza, la segunda de la responsabilidad, y la tercera de la tradición y la lealtad. En todo caso, el epílogo de la película deja bien clara la posibilidad de realizar las secuelas.

Como adaptación, la película es cuanto menos discutible, para disgusto de los aficionados más puristas y radicales. La historia se toma ciertas libertades con el personaje (como cambiar bastante sus orígenes) y, desde luego, no adapta ninguna historia conocida de Howard. Sin embargo, se muestran diversas situaciones sacadas de las historias originales de Conan, como la crucifixión de Conan, o la vuelta de Valeria para salvar a Conan (aunque era Bêlit en el Conan de Howard). Otros elementos, aunque no proceden de historias de Conan, sí que vienen de las obras de Howard, como el nombre de Thulsa Doom (brujo de las historias de Kull), o el encuentro con la bruja (que recuerda a uno protagonizado por el picto Bran Mak Morn). En general, y a pesar de todo, el carácter del personaje está respetado, y la Era Hiboria está correctamente representada.

John Milius hizo con Conan algo más que una simple película de acción y aventuras, algo más que la historia de la venganza de un joven hacia los que le convirtieron en un esclavo. Muy preocupado por dotar de simbolismo a la película, hay toda una historia que nos cuenta el viaje iniciático de Conan. Milius (al que muchas veces se ha acusado de mantener posturas políticas cercanas al fascismo) refleja en la película su particular ideología extremadamente individualista (él mismo se define como "anarquista zen").

La película se inicia con una cita de Nietzsche: Lo que no te mata, te hace más fuerte, y le siguen unos títulos de crédito en los que se nos muestra la forja de una espada: la mística de la espada va a estar muy presente a lo largo de toda la historia. Cuando es un niño, su padre le habla a Conan del enigma del acero, un enigma que debe resolver si quiere estar preparado cuando llegue la hora de comparecer ante su dios Crom, un dios duro y que no escucha a los hombres. Su padre explica a Conan que en lo único en que puede confiar es en su propia espada.

Después de recibir estos individualistas consejos, Conan será esclavizado y sometido a un brutal proceso de selección natural y de supervivencia del más fuerte. Tras pasar años encadenado a la Rueda del Dolor y de ser el único superviviente en este simbólico artilugio, es adiestrado como gladiador y obligado a enfrentarse a muerte con otros luchadores tan salvajes como él. No es de extrañar así que las primeras palabras que escuchemos pronunciar a Conan sean su definición de lo mejor en la vida: Aplastar a tus enemigos, verlos huir ante ti, y oír los lamentos de sus mujeres

Tras liberarse de la esclavitud, Conan corta (literalmente) sus cadenas con una espada de la que se apodera en la tumba de lo que parece un rey de la antigüedad. De nuevo aparece la mística de la espada: sólo con una espada (y de un rey, lo que es premonitorio teniendo en cuenta el destino del bárbaro) Conan se libera totalmente de la esclavitud y empieza a vivir como un hombre libre. En realidad, Conan aún no es realmente libre, pues está dominado por su ansia de vengarse de Thulsa Doom. En su búsqueda, Conan entra en contacto con la civilización (presentada como algo decadente) y con sus semejantes, incluyendo el conocer el amor con Valeria, una ladrona. Esta visión de la barbarie como algo superior a la civilización es uno de los temas sacados directamente de la obra de Howard. Thulsa Doom ahora se ha convertido en el líder de una peligrosa secta de adoradores de serpientes. Este tipo de organizaciones (sectas y, por extensión, religiones organizadas) tampoco salen muy bien paradas en la visión de Milius.

Finalmente, Conan es capturado por Thulsa Doom, que le revela la respuesta al enigma del acero: el acero no es lo más fuerte, la carne es más fuerte aún. El acero no es nada sin la mano que lo empuña: la espada sólo es una herramienta y depende del que la empuña el uso que se haga de ella. Si la espada representa la libertad, la mano es la responsabilidad.

Conan está a punto de morir a manos de los hombres de Thulsa Doom, simbolizando con su posterior renacer el cambio que se produce en él después de conocer la respuesta al enigma planteado en la infancia por su padre, la respuesta que le permitirá presentarse ante Crom. Pero Conan aún tiene que librarse de algunas ataduras más.

Primero destruye de un fuerte golpe la espada de su padre (la que vimos forjar al inicio), empuñada por uno de sus enemigos, reafirmando la liberación respecto al enigma planteado por su padre. Después, con esa misma espada rota, decapita a Thulsa Doom, su otro “padre”. El brujo le hace ver que sin él la vida para Conan no tendrá propósito: él le ha dado una motivación para vivir a través de su deseo de venganza. Conan duda un momento, pero el ansia de libertad le ayuda a liberarse de la hipnótica mirada del hechicero y acabar con él. Conan así también libera a los seguidores de Doom, aunque podemos ver que también rechaza la adoración de estos (representados por la princesa): no quiere más ataduras de ningún tipo.

Conan ya es total y realmente libre, ni búsquedas teológicas ni necesidad de venganza le atan ni le obligan a nada: su libertad ahora está matizada por la responsabilidad. Como anunciaba la cita de Nietzsche, Conan ha sobrevivido a todo tipo de vicisitudes y ha salido de todas ellas libre, más fuerte. Como la espada que vimos forjar, Conan ha sido templado por el fuego.

Conan el Destructor (1984)
Si quieres aprender a luchar, hazlo con un arma verdadera

Para esta secuela se contrató a un director veterano y con oficio: Richard Fleischer (Los Vikingos). Por supuesto, repitió Schwarzenegger en el papel protagonista, y el resto del reparto se completó con rostros procedentes de la televisión y, de nuevo, con no profesionales. Entre estos últimos se encontraban la ¿modelo? y ¿cantante? Grace Jones y la leyenda de la NBA Wilt Chamberlain. En general, el reparto lo hizo bastante peor que los también amateurs de la primera parte. Aunque no sean unos premios como para tomarse muy en serio, hay que señalar que la actriz Olivia d’Abo (que interpreta a la Princesa Jehnna) se llevó el premio Razzie a la Peor Actriz Debutante.

La historia se encargó inicialmente a Roy Thomas y Gerry Conway (que habían trabajado con Conan en su versión de comic). Sin embargo, quedaron tan descontentos con los cambios realizados y con los resultados, que acabaron publicando su propia versión en forma de novela gráfica (cambiando algunos elementos para alejarse de la película).

En el puesto de compositor de la banda sonora repitió Poledouris, realizando un trabajo de calidad algo inferior al de la primera película . La banda sonora tiene la continuidad lógica con su anterior trabajo, aunque a veces la reutilización de temas es excesiva (como sucede al emplear el tema de La Orgía cerca del climax final de esta película). Además, se trata de un trabajo más ligero y “aventurero”, y menos épico, en consonancia con la película. Por otra parte, la banda sonora está peor integrada en la película, con la música entrando y saliendo sin criterio aparente.

El apartado de decorados, vestuarios, maquillaje y efectos especiales tiene una orientación más fantástica en esta película, y precisamente por ello resulta menos creíble. A veces los escenarios son demasiado irreales, el uso del cartón piedra es más que evidente y los efectos especiales son de segunda fila. Por ejemplo, el castillo de Thoth-Amon resulta demasiado irreal, y es una pena porque en su interior se desarrolla una escena que parecería sacada de una historia de Howard. Sin embargo, algunas torpezas en su desarrollo (y la baja calidad del maquillaje), hacen que la lucha en la sala de los espejos se quede en un pálido intento de acercarse al Conan original. Lo único que destaca un poco (y porque el nivel no es muy alto) es el dios Dagoth, diseñado por Carlo Rambaldi (Dune).

Al contrario que en la primera parte, la película no tiene simbolismo ni "mensaje" alguno, sino que se ha optado por crear una simple aventura de espada y brujería. Por supuesto, esto no tiene nada de malo: lo malo es que es una aventura tremendamente aburrida y lineal. La sensación que se tiene es que el director y el equipo se limitaron a hacer su trabajo y cubrir el expediente. Sin duda, Fleischer no estaba en su mejor momento, y como película de aventuras protagonizada por bárbaros es mucho más recomendable la ya mencionada Los Vikingos.

La trama vuelve a recuperar algunos elementos de diversas historias, pero sólo en apariencia. Así, por ejemplo, aparece Thoth-Amon (uno de los principales enemigos de Conan en comics y relatos), pero sólo en nombre, ya que el resto del personaje no se parece en nada. En general, la historia parece sacada de un comic malo y previsible: Conan y un amigo ladrón son engañados por una malvada reina para acompañar a una inocente princesa a encontrar unas reliquias que (sin que ellos lo sepan, aunque sí el espectador) se usarán para resucitar a un maligno dios. Por el camino, se encuentran a algunos aliados, se enfrentan a varios enemigos y, al final, derrotan al dios malvado y ponen en el trono a la princesa. Además, el personaje de Conan está bastante desdibujado, y se nos muestra rezando a Crom (nada que ver con la “plegaria” de la primera película) y temeroso de la brujería.

Los combates son menos sangrientos y violentos que en la primera parte, y Conan se dedica más a hacer exhibiciones de fuerza y molinetes con la espada que a dar tajos con ella. Esta es una película para todos los públicos, y además de la reducción de la violencia, se introduce el supuesto alivio cómico en forma de compañero de Conan (que, por incoherencias de guión, sabe cosas que sólo el Subotai de la primera película podría conocer). En general, los intentos de humor son bastante lamentables y poco apropiados, resultando especialmente patéticos los momentos con Conan borracho.

Con estos resultados, y a pesar de que la película se vuelve a cerrar con la promesa de más películas con las aventuras del bárbaro, estas no llegarían. Y, para haber seguido por este camino, es mejor que no se hayan realizado.

El Guerrero Rojo (1985)
No necesito ayuda de ningún hombre

Esta es una película que, técnicamente hablando, no es de Conan, pero que resulta inevitable no tratar al hablar del personaje en el cine. La aparición de Schwarzenegger en un papel que (excepto porque se llama Kalidor) es Conan, y el mayor protagonismo del actor en los carteles y los títulos de crédito de la película dan la impresión de que los productores quieren hacernos creer que nos hallamos antre otro Conan. De hecho, parece que los distribuidores españoles optaron por titular la película en función de este personaje, traduciendo el título original Red Sonja como El Guerrero Rojo (ya que Kalidor viste de este color). Al parecer, contractualmente Schwarzenegger tenía que hacer una tercera película de Conan, pero el actor (cada vez más popular) no debía estar muy interesado tras el fiasco de la anterior película, así que llegó a un acuerdo con los productores para hacer esta.

La protagonista es Red Sonja, una versión femenina de Conan creada para los comics de la Marvel, y que no tiene nada que ver con los relatos de Howard, a excepción del nombre (sacado de un relato histórico de aventuras ambientado en el siglo XVI).

Para protagonizar la película se escogió a la modelo de origen sueco Brigitte Nielsen, que aunque físicamente puede dar el pego, no está a la altura como actriz. Inicialmente el papel fue ofrecido a Sandahl Bergman, pero esta lo rechazó para no encasillarse. Sin duda, hubiera sido curioso ver una película en la que Schwarzenegger hiciera de Conan y en la que Red Sonja hubiera sido una pelirroja que se parecía mucho a Valeria, su primer amor. Bergman sí aceptó el papel de la reina malvada que quiere ¿destruir el mundo? ¿dominarlo? (el guión no lo deja muy claro), y se dedica a sobreactuar y gesticular exageradamente durante todas sus apariciones. También hay que mencionar (negativamente) al insoportable niño/príncipe/karateka interpretado por Ernie Reyes Jr, y cuyo personaje además aporta a la película todos los defectos de la típica película con niño que madura a lo largo de la historia. Por si fuera poco, él y su esclavo son el alivio cómico sin gracia.

La dirección se encomendó de nuevo a Richard Fleischer, que en ocasiones hace un trabajo más arriesgado que en Conan el Destructor, como con algún plano cenital o el plano semi-subjetivo de un combate a espada con el que se nos presenta a Sonja. Sin embargo, el resultado general es igual de desganado que con la anterior película. La banda sonora se encargó a Ennio Morricone, que hace un trabajo digno (si bien no especialmente memorable), con una correcta partitura de película de aventuras.

En general, parece que los medios técnicos son mejores que en Conan el Destructor, a pesar del menor presupuesto. Los escenarios y los efectos especiales (con algunas excepciones) están más logrados, aún quedando lejos del nivel de Conan el Bárbaro. Los vestuarios, de inspiración oriental, quizá resulten aún demasiado exagerados y poco creíbles (e incluso se puede intuir en la túnica que lleva la hermana de Sonja un "homenaje" al absurdo bikini de mallas que llevaba Sonja en los comics). Los combates resultan un poco más logrados y sangrientos, y también más acrobáticos dadas las características del personaje de Sonja.

El prólogo de la historia da la sensación de ser una introducción totalmente genérica, con la intención de poder reutilizarse si se hicieran más películas del personaje. En el se nos explica que, cuando Sonja rechazó las insinuaciones de la reina Gedren, está acabó con su familia y su hogar. Sonja escuchó una voz que le dio fuerzas para continuar, e hizo el voto de entregarse sólo al hombre que la derrotara en combate (En los comics, se trata de una diosa que le obliga a cumplir esté voto si quiere mantener su fuerza y habilidad).

Tras esta introducción, entramos en la débil trama de la película: la reina Gedren se ha hecho con un maligno talismán y Sonja debe detenerla. Durante el camino, a Sonja se le unen Kalidor y otros personajes, combaten un poco, y finalmente (como era de esperar) salvan al mundo.

En general, la película repite la mayor parte de los defectos de Conan el Destructor, siendo ambas de una calidad similarmente baja. Lo que puede ganar en calidad ésta por algunos elementos más logrados, lo pierde al estar protagonizada por una imitación femenina de Conan, menos interesante y carismática. Además, cualquier intento de reivindicación feminista (por leve que pudiera ser) se queda en nada cuando es el personaje de Kalidor el que acaba solucionando la mayor parte de las situaciones, y teniendo en cuenta que finalmente Sonja se entrega a él sin cumplir con su voto.

El Legado de Conan

Los años 80 fueron especialmente buenos para el cine fantástico (al menos en cantidad, si no en calidad), con películas como Cristal Oscuro (1982), Legend(1985), Lady Halcón (1985) más las ya mencionadas… El éxito de las películas de Conan, propició el rodaje de montones de imitaciones, generalmente con escaso presupuesto, peores guiones, y con el objetivo de subirse rápidamente al carro del éxito de las películas de bárbaros. En su mayor parte, todas estas películas acababan en las estanterías de los video-clubs, con sus carátulas con héroes musculosos de exóticos nombres y compañeras escasas de ropa. Como títulos más destacables, podría nombrarse a la entretenida El Señor de las Bestias (1982) o a italianadas como la saga de Ator el Poderoso (1982) o Los Bárbaros (1987). También es curioso el fenómeno de Masters del Universo (1987), película basada en las figuras de Mattel, que a su vez crearon esa línea de juguetes para dar salida a las figuras que tenían preparadas para Conan el Bárbaro y que no sacaron al mercado al no considerar la película un producto adecuado para niños.

En general, se trata de películas extremadamente "casposas" y de escaso valor cinematográfico, que hoy en día sólo pueden verse con cierta mezcla de nostalgia e interés histórico/antropológico.

El Otro Conan

A principios de los 90, Conan fue convertido en personaje de dibujos animados orientados al público infantil, en dos series distintas: Conan the Adventurer (1992-1993; 64 episodios de 30 minutos) y su continuación Conan and the Young Warriors (1994; 13 episodios de 30 minutos). En la primera, Conan busca devolver a la vida a sus padres, luchando con el hechicero Wrath-Amon y sus hombres serpiente, y acompañado por varios amigos (y un fénix). En la segunda, Conan actúa como mentor de unos niños que tienen amuletos mágicos (y, al parecer, aparece bastante menos). Estas series muestran un Conan totalmente infantilizado, honesto y amable, muy lejos del verdadero personaje.

En 1997, siguiendo la estela del éxito de Xena, se realiza una serie de imagen real llamada también Conan the Adventurer. La serie sólo duraría una temporada de 22 episodios de una hora. Al parecer, de nuevo se nos muestra un Conan “suavizado” y bastante cambiado (tanto del personaje literario como del cinematográfico). El protagonista fue Ralf Moeller, más conocido por ser el amigo germano de Russell Crowe en Gladiator.

También habría que mencionar el largometraje Kull el Conquistador, que adapta a otro personaje de Howard (y que también había sido adaptado al comic). Al parecer, al principio la película iba a ser Conan el Conquistador, pero se cambió el guión al no poder contar con Schwarzenegger y pasar a ser protagonizada por Kevin Sorbo (Hércules). De hecho, la malvada hechicera de turno es Akivasha, encarnada por Tia Carrere(Mentiras Arriesgadas), nombre sacado de la novela de Conan The Hour of the Dragon. La película resulta bastante aburrida y poco recomendable, y en todo momento se tiene más la sensación de estar viendo un episodio de la serie Hércules (y no sólo por el protagonista, sino por los medios y la calidad) que de una película dedicada al personaje de Howard. Todo ello amenizado por una inapropiada banda sonora a base de guitarras eléctricas.

El Futuro de Conan

Hoy por hoy, el único proyecto claro respecto a Conan es el del largometraje animado Conan: Red Nails (Conan: Clavos Rojos). Se trata de una producción animada de salida directa en DVD, basada en el último relato escrito por R.E. Howard (y considerado uno de sus mejores). El reparto de voces es interesante, con Ron Perlman (Hellboy) como Conan y otros nombres conocidos como los de Clancy Brown (Los Inmortales) y Mark Hamill (Star Wars). Sólo hay que esperar que se mantengan los elementos más "adultos" de la historia (que incluye torturas e insinuaciones lésbicas) y el resultado sea digno de sus orígenes.

Menos claro está el futuro de los persistentes rumores que se oyen desde hace unos años respecto a una nueva película de Conan. Las primeras noticias apuntaban a que el proyecto estaría de nuevo a las órdenes de Milius, que ya tenía un guión, y que se pretendía que tratara los años de Conan como rey de Aquilonia (para así poder contar con un Schwarzenegger ya mayor) y de su hijo. También se mencionaba el interés de los hermanos Wachowski por producir e incluso se daban títulos del estilo de King Conan: Crown of Iron.

Después se empezó a hablar de que Milius ya no estaba al frente del proyecto, de que Schwarzenegger no estaba interesado, y de que se le iba a sustituir por un luchador de wrestling. También se ha hablado recientemente de Robert Rodriguez como director, aunque este parece muy ocupado con las secuelas de Sin City y un proyecto junto a Tarantino (por no hablar de sus problemas con el Gremio de Directores Americanos…). Por otra parte, por su tipo de cine no parece un director muy adecuado para este proyecto, aunque siempre puede sorprendernos.

En cualquier caso, dado el renovado interés por el género fantástico que ha proporcionado el éxito de títulos como la trilogía de El Señor de los Anillos, no es descartable que en poco tiempo veamos en el cine una nueva entrega de las aventuras de Conan. Lo que ya parece más difícil es que el proyecto esté a la altura de las circunstancias. Es muy improbable que el estudio permita hoy en día una película tan violenta y sangrienta, tan políticamente incorrecta, como debería ser una historia de Conan, como lo fue Conan el Bárbaro. Para ser rentable para los productores, la próxima película de Conan deberá ser para todos los públicos, y con el férreo sístema de calificaciones estadounidense eso marca muchas limitaciones. En el mejor de los casos, luego saldría la versión "unrated" en DVD, pero ya no sería lo mismo. Por otra parte, el peso de no contar con la carismática presencia de Schwarzenegger es otro punto en contra, y es que el personaje del bárbaro parece ser difícil de desligar del aspecto físico de "Arnie".

Quizá lo mejor sería romper con el pasado como ha hecho recientemente Dark Horse con su nueva serie de comics de Conan, o como se está haciendo con otros personajes, y permitir que veamos un Conan Begins que nos ofrezca un nuevo enfoque (y puestos a pedir, más cercano a R.E. Howard) de las aventuras del Cimmerio.

Superhéroes Reloaded

Todo empezó de nuevo en el 2000, cuando ya quedaban un poco lejos las carreras cinematográficas de dos de los superhéroes más populares. Superman se había estrenado en 1978, y tras una segunda parte decente, había ido cayendo en calidad y popularidad hasta el estreno de Superman IV (1987). El relevo lo cogió entonces su compañero de DC, Batman, que estrenó su primera película en 1989 y siguió la misma tendencia decadente que el hombre de acero, hasta cerrar la franquicia en 1997 con Batman y Robin.

Parecía que el género superheroico estaba de capa caída y no podría recuperarse: si los dos grandes habían acabado cayendo, ¿qué podía esperarse de personajes menos conocidos para el gran público? El fracaso de Spawn (1997) no era muy esperanzador, pero Blade (1998), con su mezcla de acción y cine de vampiros abrió la puerta grande del cine para los personajes de Marvel.

Y entonces llegó Bryan Singer y estrenó X-Men (2000). Singer era un joven director, que había hecho dos películas con moderado éxito (Verano de Corrupción y la fabulosa Sospechosos Habituales), y era una elección inesperada para una película de superhéroes. A pesar de los problemas que le pusieron los productores (imponerle el compositor de la banda sonora, adelantarle la fecha de estreno...), la película acabó siendo un éxito tanto de crítica como de público. De inmediato, se planteó la secuela, que acabaría estrenándose en 2003, con más libertad creativa y presupuesto a disposición de Singer, y resultados aún mejores. La clave del éxito estaba en unos guiones compactos y centrados en los personajes, sin dejar que la acción por la acción dominase la película. Y además, contar con un reparto competente (mezclando algunas caras populares con totales desconocidos), lo que es especialmente importante en una película con tan abundantes personajes. Además, y a pesar de cambios en personajes y detalles, se mantenía el espíritu del comic original y la defensa de la diferencia contra la discriminación.

Por desgracia, las perspectivas para la saga no parecen demasiado buenas, y es una pena porque la de los X-Men es una franquicia que puede dar mucho juego, al no necesitar centrarse exclusivamente en un determinado personaje. A pesar de lo prometedor que resultaba el final de X2 de cara a la tercera parte, el proyecto no empezó con buen pie. De nuevo, discrepancias entre Fox y Bryan Singer acabaron haciendo que el director abandonara la producción y se produjera un baile de posibles directores para la tercera película de los X-Men. El escogido finalmente ha sido Brett Rattner (El Dragón Rojo), del que lo mejor que puede decir es que es un buen artesano, pero sin demasiada personalidad. Aún así, el primer trailer que ha podido verse apunta a cierta continuidad con las películas anteriores, y si se confirma que Rattner (por su amistad con Singer) pretende respetar los planteamientos de este, puede que el resultado no sea tan malo como se temía al principio de la producción.

Tras el éxito de los X-Men, la Marvel presentó al que probablemente sea su personaje más famoso: Spiderman (2002). Durante años se había estado hablando de un proyecto para llevar las aventuras de Peter Parker al cine (se mencionaba el nombre de James Cameron al frente), pero finalmente el proyecto acabó en las manos de Sam Raimi. Raimi es conocido sobre todo por la saga de Evil Dead (Posesión Infernal, Terroríficamente Muertos y El Ejército de las Tinieblas), y ya había hecho una película sobre un particular superhéroe: Darkman (1990). A pesar de contar con un reparto discutible en sus personajes principales, y un villano con un diseño no muy acertado, los resultados fueron espectaculares, especialmente en taquilla (aunque las críticas tampoco fueron desfavorables).

La secuela era inevitable y llegó en 2004. Al igual que sucedió con X2, la película tiene un desarrollo más libre, al no depender de la presentación de los personajes. Hoy por hoy, la de Spiderman parece la franquicia más rentable. Es un personaje muy conocido, sencillo de comprender, y que transmite unos valores que atraen a un amplio espectro del público, mezclando en sus historias aventuras, romance y humor. De momento, las historias de las dos películas han resultado un poco repetitivas en su esquema, y los actores secundarios (villanos incluidos) han estado mejor que la pareja protagonista. Veremos que depara la tercera parte, aún con Sam Raimi al frente.

Después de X-Men y Spiderman, en 2003 llegó el turno del gigante verde de la Marvel: el Increíble Hulk. Y, de nuevo, una elección sorprendente para la dirección: el prestigioso director taiwanés Ang Lee, reciente su éxito con Tigre y Dragón. Lee es un director que se ha especializado en dramas que tratan sobre la represión de las emociones. Y eso fue en lo que convirtió a Hulk, una historia sobre la ira y su represión. La película no funcionó especialmente bien, pues no era lo que la gente esperaba. Es una película larga, de ritmo lento, y con no demasiada acción. Probablemente la gente se esperaba 2 horas de golpes, explosiones y peleas. Ang Lee nos dio hora y media de drama personal y media hora de acción. En mi opinión, así consiguió hacer una película interesante de un personaje que no tenía mucho del que sacar. Tampoco hay que olvidar como razones del fracaso que el Hulk cinematográfico era bastante distinto del televisivo (y mucha gente sólo lo conocía por eso), y el montaje de la película a base de pantallas partidas en muchas escenas (para dar la sensación de estar leyendo un comic), que descolocó a muchos espectadores. Constantemente se oyen rumores de una posible secuela, pero no hay nada en firme y es poco probable que repita el mismo equipo.

Hulk fue probablemente el primer fracaso de la nueva oleada de adaptaciones de comics de superhéroes al cine, pero no sería el último. Para aprovecharse del filón abierto con los superhéroes, parecía que todos los estudios tenían en su cartera de proyectos una película de superhéroes.

Ese mismo año se había estrenado Daredevil, que pasó sin pena ni gloria por los cines. Tampoco era una película tan ambiciosa como Hulk, por lo que el fracaso fue menor. A cargo de un director sin mucha experiencia (Mark Steven Johnson), y al parecer con bastantes interferencias del estudio, los resultados pueden calificarse como de mediocres. La película no arranca mal, con la habitual presentación del personaje y sus orígenes, pero cuando empieza a contar la historia que se supone cuenta la película, todo se reduce a una escena de acción tras otra hasta que sale el cartel de fin. Y es una pena, porque es un personaje interesante, y Ben Affleck no estaba especialmente mal en el papel protagonista (o no tan mal como otras veces): una oportunidad perdida para hacer una película interesante.

Como curiosidad, existe un “Montaje del Director” de Daredevil, con 30 minutos más de metraje (aunque también desaparece alguna escena). Básicamente, la película pasa de PG-13 a R (sistemas de clasificación estadounidenses: básicamente, más violencia y algún taco) y se añaden algunas subtramas e interacción entre los personajes. Sigue teniendo los mismos problemas que el montaje estrenado en cines: tener más metraje o un montaje distinto puede limar algunas imperfecciones, pero no cambiar totalmente una película.

Fuera del universo Marvel, en el 2003 también se estrenó La Liga de los Hombres Extraordinarios. Se trata de una película bastante floja, que coge del estupendo comic original poco más que la idea central (crear un grupo de “superhéroes” victorianos juntando personajes literarios famosos). Pero tras esta brillante idea, en la película no quedan más que unas cuantas persecuciones y combates mientras se desarrolla (más o menos) una investigación para salvar el mundo.

Siguiendo con los fracasos, no podemos olvidar The Punisher y Catwoman, ambas del año 2004. The Punisher no deja de ser la típica película de acción alrededor de la venganza de alguien a quien han matado sus seres queridos: peleas, persecuciones, tiroteos, y un John Travolta bastante bajo de forma (en más de un sentido) como enemigo del Castigador. Aún así, parece que no funcionó mal del todo (sobre todo en el mercado del DVD) y se está planteando la posibilidad de hacer la secuela.

Por su parte, Catwoman es un vehículo para el lucimiento de Halle Berry, que es la protagonista absoluta. Enfrente tiene a Sharon Stone, con un plan malvado totalmente delirante: la pena es que no sea una comedia. Como anécdota, Halle Berry comentó después de ganar el Oscar que a lo mejor no hacía de Tormenta porque quería dedicarse a trabajos “más serios”. Tras los resultados de Gothika y Catwoman, en seguida quedó confirmada su participación en la tercera parte de los X-Men.

También habría que mencionar Hellboy (2004), que no es exactamente un superhéroe típico, dirigida por el mexicano Guillermo del Toro, y protagonizada por un Ron Pearlman que parece haber nacido para hacer ese papel. Se trata de una película de aventuras sobrenaturales que, si bien no es especialmente original, es francamente entretenida y tiene un diseño de producción calcado a los comics de Mike Mignola. También tenemos su correspondiente “Director’s Cut” con unos 10 minutos más de duración, que no cambia mucho en la película pero tampoco molesta. Teniendo en cuenta que este es un proyecto bastante personal de Guillermo del Toro (rodó Blade II para demostrar a los productores que podía rodar esta), no sería descartable que volviera a las aventuras de este demonio rojo cazador de monstruos.

Una derivación de las películas de superhéroes es lo que se conocen como “spin-offs”. Se trata de películas (o libros, o comics, o lo que sea) centradas en un personaje concreto (normalmente secundario) de otra película. Así, prácticamente desde el estreno de X-Men lleva hablándose de hacer los correspondientes spin-offs dedicados a Lobezno y a Magneto (mostrando a un Magneto joven, eso sí). Sin embargo, el primer spin-off que se ha estrenado ha sido Elektra (2005).

Inmediatamente tras el estreno de Daredevil se empezó a hablar de hacer una película dedicada a Elektra (personaje que también había alcanzado popularidad en el comic de forma similar), protagonizada por la televisiva Jennifer Garner (Alias). A pesar del relativo fracaso de Daredevil, y confiando en la creciente popularidad de su protagonista, el proyecto siguió adelante. Por desgracia, el resultado es aún mucho peor que Daredevil: la trama es previsible y los personajes poco interesantes, y Elektra se queda en una película cutre de ninjas.

Tras cinco años de completa hegemonía de la Marvel en las pantallas de cine, en 2005 la DC decide entrar en el combate: llega Batman Begins. La Warner decide revitalizar una de las franquicias que más éxito tuvo en su momento, y decidé comenzar de nuevo desde cero (fenómeno que tampoco es extraño en el mundo de los comics). El encargo lo recibe Christopher Nolan (Memento), y las arcas de la productora se emplean a fondo en conseguir un reparto espectacular. El tratamiento de la historia, realista y alejado totalmente de Batmans anteriores, pone al hombre murciélago de nuevo bajo la luz de los focos. Y esto sólo ha sido un inicio, no cabe duda de que la saga continuará.

La Marvel contraataca el mismo 2005 con una película y unos personajes totalmente diferentes: Los Cuatro Fantásticos. La película de la familia más famosa del mundillo superheroico se queda en un distraido entretenimiento familiar, sin grandes alardes, pero que se deja ver.

Por supuesto, las adaptaciones de comics de superhéroes al cine no van a parar. A las secuelas previstas o previsibles (X-Men 3, Spiderman 3, Batman), hay que añadir nuevos personajes dispuestos a vestirse de uniforme y defender a los oprimidos. Después de Batman, otro personaje que “resucita” es Superman. Bryan Singer, después de crear a los X-Men para el cine, tiene el reto en Superman Returns de trabajar con un personaje más conocido y con una imagen cinematográfica ya existente. También se acerca Ghost Rider (con Nicholas Cage, del director de Daredevil), aunque ya ha sufrido algunos retrasos en su fecha de estreno y más lejos en el horizonte están Wonder Woman (de Joss Whedon), Iron Man, y quien sabe cuantos proyectos más. Más parado está el proyecto de Watchmen, una adaptación difícil y que ahora mismo no parece tener ningún estudio dispuesto a hacerla.

¿A qué se debe que en lo que llevamos de década hayan pasado más personajes del comic a las pantallas que prácticamente en el resto de la historia del cine?. Un elemento definitivo es el de los efectos especiales: sólo recientemente los avances tecnológicos han permitido mostrar en pantalla lo que se podía ver en las viñetas. No hay más que comparar los espectaculares efectos de Spiderman 2 con los de las películas para TV que se hicieron del mismo personaje a finales de los 70. Obviamente, no hay color.

Por supuesto, también está el poco riesgo que demuestran las productoras. Cuando a una de ellas le sale bien una jugada, todas las demás (y también ella misma) quieren repetirla y que les funcione. Y eso ha pasado con los superhéroes, al igual que ha pasado con otros géneros (épicas históricas, por ejemplo). Y la crisis de ideas que sufre el cine de Hollywood ha encontrado un nuevo filón con las adaptaciones de comics. No olvidemos tampoco que no sólo de superhéroes vive el comic, y películas tan distintas como Camino a la Perdición, Ghost World, Una Historia Violenta y Sin City también se basan en comics.

Además, habría que entrar en análisis más profundos, pero parece evidente (y así se lo oímos en Spiderman 2 a la Tía May) que esta sociedad está en un momento en el que necesita héroes, y en que triunfa el cine de escapismo puro y duro.

Curiosamente, además, el fenómeno de los superhéroes se ha escapado de las simples adaptaciones. Así, podemos encontrar películas con guiones originales que tratan el tema, como El Protegido (2000) o Los Increíbles (2004), aunque estos últimos deben mucho a los Cuatro Fantásticos. Y está en producción Las Asombrosas Aventuras de Kavalier y Klay, basada en la novela de Michael Chabon que narra la historia ficticia de unos creadores de comics en los años 30-40.

También habría que destacar que el éxito de las películas de superhéroes no se ha limitado a la taquilla, sino que ha dado varias películas de calidad más que notable (X-Men, Spiderman, Hulk, Hellboy, Batman Begins). Curiosamente, esto ha sucedido cuando en la silla del director se ha sentado un director con personalidad, con ideas propias y con algo que contar. Cuando el director ha sido un simple asalariado de la productora, los resultados han sido más bien flojos. Es decir, como sucede con cualquier película, adaptación o no de un comic de superhéroes.