Espadachinas, Piratas y Cruzados: La Narrativa Histórica de R.E. Howard

De Montour


En cierto modo, este es el primer personaje creado por Howard que sería presentado al público, entendiendo como tal a sus personajes recurrentes (aquellos que protagonizan más de un relato). Otros ya rondaban la mente del escritor (Bran Mak Morn, El Borak...), pero no verían el papel impreso hasta más tarde. En cambio, el par de relatos en los que aparece De Montour están entre los primeros que le publicó Weird Tales. De Montour es un sombrío espadachín de finales del siglo XV, procedente de Normandía y de origen noble, con el toque trágico que le da ser presa de una terrible maldición.

En In the Forest of Villefère (1925) De Montour es el protagonista absoluto. Este breve e intenso relato de licantropía lo enfrenta a un misterioso enmascarado en un oscuro bosque. La trama es pura acción con un poco de construcción de intriga, sin casi nada de presentación o desarrollo de personajes (por otra parte, limitados a De Montour y su antagonista).

El narrador de Wolfshead (1926) entabla conocimiento con De Montour en una reunión de europeos en la fortaleza africana de un hacendado portugués. En este relato más extenso conocemos más sobre la personalidad y el destino de De Montour en una trama que mezcla intriga, acción, misterio y terror. Este fue el primer relato de Howard en aparecer como portada en Weird Tales, y tiene asociada una curiosa anécdota. Al parecer, el editor le pidió a Howard una copia del texto para su publicación (pues el ilustrador no lo devolvía a tiempo), pero el escritor no había usado papel de calco al mecanografiarlo. Así pues, lo reescribió de memoria y lo envío a la revista en un día: esta reescritura fue recompensada con 10 $ adicionales al pago de 40 $ que recibió por la historia (hay que señalar que la revista pagaba según el número de palabras del relato).

Ambos relatos protagonizados por De Montour forman un sugestivo conjunto que gira alrededor de uno de los temas clásicos del terror sobrenatural (aunque aportando su propio punto de vista), y resultan recomendables a pesar de los defectos provocados por la inexperiencia de Howard. De Montour, aunque muy diferente en otros aspectos, puede verse por algunos elementos (el espadachín siniestro, la exótica ambientación africana) como precursor de un personaje mucho más conocido: Solomon Kane.

Agnès de Chastillon y otras Espadachinas


Howard sin duda es conocido por sus personajes masculinos, rebosantes de virilidad y testosterona. Sin embargo, también escribió unos cuantos relatos protagonizados por mujeres que no tienen nada que envidiar en carácter a dichos personajes.

Quizá la más desarrollada de todas estas heroinas sea Agnès de Chastillon, una campesina de la Francia del siglo XVI que se lanza a la vida aventurera como alternativa a someterse a un matrimonio concertado por su padre. Los relatos protagonizados por Agnès la tienen además a ella misma como narradora en primera persona, lo que en cierto modo demuestra el interés que Howard se toma por el personaje.

The Sword Woman (1975) es la historia del origen del personaje, y como tal quizá no es demasiado interesante en cuanto a la trama. Sin embargo, aquí se nos muestra el carácter indómito de Agnès, así como su habilidad con la espada, presentando todas sus características básicas.

Su continuación directa es Blades for France (1975), en la que Agnès y su acompañante se ven envueltos en una conspiración de las habituales en estas historias de capa y espada. Agnès no parece saber muy bien de que va toda la intriga que la rodea y, por lo tanto (ya que ella es la narradora), lo mismo le sucede al lector.

El último relato dedicado al personaje es un poco distinto a los dos anteriores. Mistress of Death (1971) fue completado por Gerald W. Page, y es el único de los tres en que aparece el elemento sobrenatural. También es quizá en el que peor representada está Agnès. Probablemente ambas características (sobre todo la segunda) sean debidas a la intervención de Page.

Agnès es una guerrera pelirroja de ojos azules, que intenta ser tomada en serio por la gente que la rodea, y no ser considerada simplemente una belleza para el disfrute de los hombres. Sin duda, resultaría todo un contraste con los personajes femeninos habituales del pulp, y quizá eso hizo que Howard no pudiera vender ninguno de los relatos. Es posible que la introducción de elementos sobrenaturales en Mistress of Death fuese un intento de abrirse a un mercado que demandaba más historias fantásticas que relatos de aventuras al estilo de Alejandro Dumas. Así, la falta de éxito al vender estas historias probablemente nos privó de conocer más sobre un personaje que podría haber llegado a ser la primera heroína de espada y brujería (honor que queda así en manos de Jirel de Joiry, personaje creado por la escritora C.L. Moore, contemporánea de Howard). Aunque también es justo reconocer que estos relatos son más interesantes por la naturaleza inusual de su protagonista que como relatos por sí mismos.

Otra pelirroja, Sonya de Rogatino, más conocida como Sonya la Roja es quizá el personaje femenino más conocido de los creados por Howard. En todo caso, la culpa es de Roy Thomas, que tomó su nombre y algunas de sus características (junto con las de Agnès de Chastillon, personaje con el que tiene bastante en común) para crear un popular personaje de comic: Red Sonja.

Sonya sólo aparece en el relato The Shadow of the Vulture (1934), cuyo teórico protagonista es Gottfried von Kalmbach, un mercenario germano en la época del asedio turco de Viena (1529), más interesado en emborracharse que en guerrear. Sonya aparece inicialmente casi como un personaje secundario, pero se convierte en protagonista absoluta por su carisma y mayor iniciativa respecto a Gottfried. De todas formas, el principal interés de Howard en este relato es hablar del hecho histórico, con lo que las peripecias de sus personajes casi pasan a segundo plano (como muestra la forma en que está narrada la conclusión de la historia). Eso no quita para que el personaje de Sonya se convierta en el centro de todas las escenas en que aparece, desde su espectacular presentación hasta sus últimas palabras en el relato (aunque sean a través de una carta y no dichas en persona).

En el relato de aventuras The Isle of Pirates Doom (1975) nos encontramos con otro personaje femenino armado con espada y pistolas de chispa. Se trata de la bella pirata Helen Tavrel, de rubios cabellos y vestida con ropas de hombre. De nuevo, como en La Sombra del Buitre, es Helen la que mueve la trama en vez de su acompañante masculino. La historia es correcta aunque no demasiado original, y se ve algo lastrada por un elemento de romance no muy bien desarrollado, aunque con una conclusión relativamente inesperada.

Estos no son los únicos personajes femeninos de Howard capaces de enfrentarse espada en mano a sus enemigos, pero sí pueden considerarse los únicos que son verdaderos protagonistas de los relatos en que aparecen. Así, Bêlit (aunque sea más una líder que una guerrera) y Valeria en las historias de Conan, o la “valkyria” Tarala que lucha junto a Cormac Mac Art en Swords of the Northern Sea, también son mujeres fuertes a la altura de los héroes masculinos, muy alejadas del arquetipo de damisela en apuros.

Vulmea “El Negro”


Terence Vulmea, apodado “El Negro”, es el único personaje creado por Howard perteneciente a un género tan clásico como es el de las aventuras de piratas. Eso no quiere decir que no haya otros relatos suyos en que la piratería desempeñe un papel importante, habiendo ejemplos desde en Conan hasta en Solomon Kane (pasando por Cormac o Turlogh, así como otros relatos sueltos). Sin embargo, Vulmea es el único pirata “tradicional” que protagoniza un par de relatos escritos por Howard. No puede decirse que sea un personaje muy desarrollado, del que sabemos poco más que su previsible origen irlandés.

El primer relato en el que aparece este personaje es Swords of the Red Brotherhood (1976), que no es más que una reescritura del relato de Conan The Black Stranger, cambiando al Cimmerio por el pirata irlandés y minimizando los elementos sobrenaturales. Howard no había conseguido vender el relato de Conan, y esta modificación tampoco le sirvió para publicar el texto. Al ser este un relato en que el protagonista no tiene demasiada presencia directa, se hace difícil reconocer a Vulmea como personaje principal. Con Conan esto puede funcionar, al ser un personaje ya conocido y sobrado de carisma, pero no sucede lo mismo con este pirata, con lo que el protagonismo se desplaza totalmente a Françoise, el personaje femenino.

El otro relato es Black Vulmea’s Vengeance (1938), en el que de nuevo el protagonismo se reparte entre Vulmea y su antagonista. Es una historia más vulgar (y sencilla) que la anterior, bien construida y con algún elemento interesante, pero poco destacable en conjunto, más allá de apuntar algún detalle acerca del origen de Vulmea y su odio a los ingleses.

Es bastante evidente que poco puede decirse de un personaje que tan solo aparece en dos relatos, y más aún teniendo en cuenta que en uno de ellos hace de “sustituto” de otro. Por el uso que hace Howard de Vulmea en ambos relatos, el personaje parece más un recurso literario (es un “pirata típico” que puede introducir en cualquier historia) que una personalidad desarrollada de carne y hueso.

Bárbaros en Ultramar


El interés de Robert E. Howard por la historia se refleja en la mayor parte de su obra (incluso en personajes de inclinación más fantástica, como Solomon Kane o Bran Mak Morn), y se sabe que entre sus autores preferidos se encontraban Walter Scott (considerado uno de los padres de la ficción histórica) y Harold Lamb (historiador y autor de abundantes relatos sobre Cosacos y sobre las Cruzadas). Así, no es de extrañar que muchos de los relatos de Howard tengan como uno de sus principales elementos la ambientación en una época pasada.

Si bien sería poco recomendable buscar una lección de historia en los relatos de Howard (y, en general, en cualquier novela histórica), eso no quiere decir que el escritor no prestara atención al aspecto real de la historia en sus tramas. Aunque Howard era un autodidacta (y, por lo tanto, no comparable a Lamb, que era historiador profesional), puede asumirse tranquilamente que la parte de ambientación histórica de sus relatos es relativamente correcta (al menos de acuerdo a los conocimientos disponibles a principios del siglo XX).

La afición de Howard por la narrativa histórica ya queda patente incluso en relatos juveniles como Spears of the East (1922) y Under the Great Tiger (1923), firmado con Tevis Clyde Smith. Sin embargo, el momento de mayor dedicación de Howard al género histórico propiamente dicho se produce a partir de 1930, cuando Farnsworth Wright (editor de Weird Tales) comienza a editar Oriental Stories (más adelante rebautizada como The Magic Carpet Magazine). Se trataba, como su nombre indica, de una revista especializada en relatos de aventuras de ambientación y temática oriental. Como era de esperar, Wright contaba para las páginas de esta revista con algunos de los autores habituales de Weird Tales, entre los que no podía faltar Robert E. Howard. Así, sería en esta revista donde aparecerían publicados la mayor parte de los relatos históricos del autor de Texas.

Red Blades of Black Cathay (1931) aparece escrito como una colaboración con su amigo Tevis Clyde Smith, que al parecer se ocupó en buena parte de la investigación histórica. Narra el ascenso de un caballero normando que busca al legendario Preste Juán y acaba encontrando un reino perdido (la Cathay Negra del título), en guerra con las hordas de Genghis Khan.

En Hawks of Outremer (1931) aparece por primera vez Cormac FitzGeoffrey, veterano caballero irlandés, de carácter sombrío y actitudes casi bárbaras. La historia de venganza de Cormac se complementa con una subtrama romántica protagonizada por otros personajes. A pesar de comenzar la historia buscando vengarse de un musulmán, Cormac acaba respetando a Saladino como representante de un código caballeresco que no encuentra entre los occidentales.

Cormac reaparece en The Blood of Belshazzar (1931), un logrado relato donde tiene menos importancia el aspecto histórico, y mucho más la acción y la intriga con unos muy leves toques sobrenaturales. Aquí se comprueba una de las limitaciones con las que Howard se encuentra en sus relatos históricos: no puede repetir protagonistas si quiere centrarse en elementos históricos (y si quiere respetarlos y ser coherente). De hecho, Cormac FitzGeoffrey es el único personaje que protagoniza más de uno de los relatos históricos de Howard (y este segundo es más una aventura independiente). Esto tiene especial importancia considerando que esa limitación será uno de los elementos que lleven a la invención de la Era Hiboria (además de que este Cormac tiene muchos puntos en común con el personaje que será Conan).

En The Sowers of the Thunder (1932) puede decirse que el protagonismo está compartido por dos personajes: un exiliado irlandés y un general musulmán. El relato es más la narración de una situación histórica, con algunos elementos correspondientes a los personajes. Howard nos muestra su habitual pesimismo: ni siquiera los vencedores acaban la historia sin secuelas (tanto físicas como espirituales).

El relato Lord of Samarcand (1932), también conocido como The Lame Man, tiene una estructura atípica, con una apariencia más de crónica que de relato tradicional, con elipsis de años, pero también con flashbacks. En el desenlace de este relato, Howard juega a cambiar la historia, pero sin “atreverse” realmente a cambiarla del todo.

The Lion of Tiberias (1933) es la historia (aunque casi podría decirse que son un par de historias) de dos personajes motivados por la venganza, un inglés de origen danés que ha sido esclavo en galeras y un soldado veterano.

The Shadow of the Vulture (1934) aleja las aventuras del paisaje de Ultramar para seguir a los invasores Turcos hasta el centro de Europa. Aunque el principal de Howard es contar una historia alrededor del asedio de Viena, consigue crear (casi como sin proponérselo) el carismático personaje de Sonya la Roja, además de escribir un excelente relato.

En el sorprendente Gates of Empire (1939) (o The Road of the Mountain Lion) se asiste a un inesperado cambio de tono. El protagonista es un gordo vagabundo inglés, más próximo a los relatos picarescos que a los épicos. Su forma de ser no deja de meterle en líos, desde su Inglaterra natal a las Cruzadas (a las que se ve obligado a huir tras jugar una mala pasada a unos nobles británicos). Este es un relato que podría considerarse más relacionado con otros relatos humorísticos de Howard (como los de Costigan o alguno de sus westerns), pero que llama la atención por su escenario.

El relato The Road of the Eagles (2005), o The Way of the Swords, es un borrador (aunque parece que en estado definitivo) que fue publicado por Sprague de Campo en 1955 como historia de Conan (sustituyendo a Ivan Sablianka, el Cosaco de origen desconocido que es el protagonista original). El relato adolece de una trama algo débil que gira alrededor del rescate de un príncipe Turco, en la que el protagonismo está bastante repartido.

Hawks over Egypt (1979) relata las intrigas y revueltas en un Cairo anterior a las Cruzadas, en las que se ve involucrado un vengativo castellano llamado Diego de Guzmán. Un ejército con 3 facciones, un califa loco y fanático y varias mujeres manipuladoras se cruzan en la trama de esta historia (que también fue publicada como relato de Conan).

En The Road of Azrael (1976) el narrador y coprotagonista es un musulmán. La trama gira alrededor del clásico rescate de una damisela en apuros y el relato concluye con una batalla (tan espectacular como improbable) entre un grupo de vikingos y un ejército musulmán.

The Slave–Princess (1979) es una de las habituales mezclas de sinopsis y borrador que son frecuentes entre los papeles de Howard. El prometedor relato vuelve a estar protagonizado por un Cormac FitzGeoffrey que, amoral y fuera de ley, aparece cada vez más como un antecedente directo de Conan. Así, el protagonista planea vender como si de una princesa se tratara a una chica a la que encuentra en un saqueo. El relato fue completado por Richard Tierney para su primera publicación.

Two Against Tyre (1970) es un borrador incompleto que arroja a su protagonista Galo a una intriga no desarrollada en la ciudad de Tiro. The Track of Bohemund (1979) es otro borrador inacabado, en el que un caballero es confundido con otra persona y se ve envuelto en una intriga bizantina.

The King’s Service (1975) es un fragmento no muy original, aunque con posibilidades de haber llegado a algo interesante. Trata de las aventuras de un grupo de vikingos sajones (aunque Donn Othna, el protagonista, es céltico) que llegan a un exótico principado en la India y se ven envueltos en sus intrigas (con leves aspectos sobrenaturales).

La afición por la historia puede rastrearse en toda la obra de Howard, incluso en sus relatos más populares. Por ello, sus relatos propiamente pertenecientes al género histórico resultan especialmente interesantes. Otros relatos suyos (como algunos de los protagonizados por héroes célticos como Turlogh O’Brien o Cormac Mac Art) también podrían considerarse como parte de su producción histórica, pero tienen más de fantasía que de ficción histórica. Así, la mayor parte de la producción histórica de Howard puede decirse que se centra en estos relatos de aventuras exóticas ambientadas en Oriente Próximo, en plena época de las Cruzadas. Como es de esperar conociendo a Howard, sus relatos plasman una realidad brutal, no exenta de cierto heroismo salvaje, pero sin embellecimientos épicos de ningún tipo.