Un Caballero de Providence

La emoción más antigua y más fuerte de la humanidad es el miedo, y el miedo más antiguo y más fuerte es el miedo a lo desconocido.

En 1890, en Providence (Rhode Island), nació el que probablemente sea el principal renovador del género de terror en el siglo XX, Howard Phillips Lovecraft. A pesar de empezar a escribir de manera bastante precoz, no sería hasta una edad relativamente madura cuando empezaría a considerarse a sí mismo como un escritor de ficción. Hasta entonces, su principal interés había estado centrado en la poesía y en el ensayo, llegando a estar bastante involucrado en el movimiento del periodismo amateur.

De hecho, no puede considerarse a Lovecraft un autor especialmente prolífico. Por supuesto, no se le puede comparar con un verdadero profesional del pulp como Seabury Quinn (más de 150 relatos publicados sólo en Weird Tales), pero también sale bastante malparado si se le compara “a peso” con los otros miembros de Los Tres Mosqueteros de Weird Tales. Así, Night Shade Books ha publicado las fantasías completas de Clark Ashton Smith en un conjunto de cinco volumenes, mientras que para hacerse con una muestra representativa (que no completa) de la obra de Robert E. Howard es necesario hacerse con una decena de libros publicados por Del Rey, unos cinco de Bison Books, y algún otro volumen suelto más. En comparación, la obra de ficción de Lovecraft puede recogerse en un único (aunque grueso) tomo, como ha hecho Barnes & Noble.

Sin embargo, no puede olvidarse el resto de la producción de Lovecraft que, aunque a priori parezca menos interesante, no deja de ser reveladora respecto a los intereses del autor. De su mente salieron abundantes artículos y ensayos, poesía, y una cantidad ingente de cartas, que probablemente convierten a Lovecraft en una de las personas que más correspondencia ha mantenido en toda la historia de la humanidad. Se estima que Lovecraft escribió unas 100.000 cartas, y una prueba de la abundancia de su correspondencia es que las Selected Letters publicadas por Arkham House ocupan cinco volúmenes.

De Lovecraft como persona se ha tenido siempre una imagen bastante estereotipada, con elementos verdaderos y otros que no lo parecen tanto, a poco que se examine su vida y su obra con un poco de cuidado. La idea de un Lovecraft misántropo, misógino, conservador y aislado en una mansión de Providence se desvanece muy fácilmente. Para empezar, hay que tener en cuenta las múltiples amistades por correspondencia que mantuvo, tanto como con hombres como con mujeres (de vivir hoy, Lovecraft probablemente sería un adicto a las redes sociales), a los que proporcionaba todo tipo de apoyo en cartas que a veces tenían decenas de hojas. Además, a unos cuantos de esos corresponsales los visitó en persona, en los diversos viajes con los que recorrió principalmente el Este de Norteamérica, y que le llevaron de Quebec a Nueva Orleans. Y si bien es cierto que nació en una familia acomodada, al llegar a la vida adulta poco era el dinero que quedaba de los negocios familiares y puede decirse que Lovecraft pasó no pocos apuros económicos, acrecentados por su poca capacidad para conseguir un trabajo estable y “normal”.

De hecho, ni siquiera puede considerarse a Lovecraft como un escritor profesional, y él mismo se veía como un amateur, más interesado en la creación literaria por simple impulso artístico, que en hacer negocio con sus relatos. Así, esto le llevó a ganarse el sustento haciendo de revisor de todo tipo de textos y de “negro” literario (o ghost writer en la terminología inglesa). Las revisiones que hizo para algunos de estos autores (y autoras), en su mayoría poco más que aficionados, en muchos casos suelen considerarse más obra de Lovecraft que de sus “colaboradores”.

Políticamente, si bien es cierto que en su juventud era un nostálgico de la época en que Estados Unidos era súbdito de la monarquía británica, en los últimos años de su vida demostró mantenerse bastante informado de lo que sucedía a su alrededor, y mostró posiciones más bien próximas a un socialismo moderado. En general, Lovecraft mostró siempre una capacidad de evolución y coherencia en sus ideas de todo tipo que lo alejan de cualquier tipo de dogmatismo, con una única excepción: su racismo. El miedo y desprecio a los extranjeros de todo tipo no le abandonó nunca, a pesar de haberse casado con una judía de origen ruso. Merece la pena comentarse que el de Lovecraft fue un matrimonio que, aunque breve y acabado en divorcio, no puede calificarse como infeliz, aunque sí como indiferente.

Más absurdo todavía sería considerar a Lovecraft como un depositario de saberes arcanos, creyente en sus propios dioses y creaciones. Lovecraft tenía tres intereses principales (que se reflejan en su obra): lo extraño, lo antiguo, y la ciencia. Gran aficionado a la astronomía (escribió en un periódico una columna dedicada a esta ciencia en su juventud), no pudo dedicarse a los estudios superiores (al parecer, las matemáticas no eran su fuerte), pero obtuvo una amplia formación autodidacta en todo aquello que atraía su interés. Esta formación incluía también amplios conocimientos relacionados con la antigüedad, y en cuanto a “lo extraño”, su interés era puramente literario, como bien demuestra en su imprescindible ensayo Supernatural Horror in Literature.

Sí es más cierta la imagen de un Lovecraft enfermizo y nervioso desde su infancia, al que no es ajena la depresión. Ahí sí responde más al tópico del genio, de la persona de temperamento artístico y neurótico. Y sería su mala salud (real, no imaginada), la que acabaría con su vida en 1937, tras un doloroso cancer intestinal.

Los Mitos de Cthulhu


Lovecraft, como gran conocedor del género fantástico y de terror, muestra muy pronto dos influencias bien diferenciadas y reconocidas: Edgar Allan Poe y Lord Dunsany. De hecho, el propio autor llega a lamentarse en una de sus cartas de que no ha encontrado aún una voz narrativa propia, dividiendo su obra en “relatos a lo Poe” y “relatos a lo Dunsany”. Por supuesto, Lovecraft acabaría encontrando su propio mundo, por lo que se puede clasificar su obra en tres fases o tipos distintos:


  • Relatos de terror y macabros
  • Fantasías oníricas
  • Mitos de Cthulhu

Estas categorías, por supuesto, son generales y no excluyentes, aunque por regla general sí que es posible asociar un relato de Lovecraft a una sola de estas como categoría principal. En la primera categoría se encuentran aquellos relatos de terror más “genéricos”, en los que la influencia más clara es Poe y otros autores o elementos clásicos del género. Las fantasías oníricas al estilo de Lord Dunsany constituyen lo que se suele conocer como Ciclo Onírico o historias de la Tierra de los Sueños. Se trata de relatos más fantásticos que terroríficos que transcurren en un mundo ficticio al que se llega a través de los sueños.

La tercera categoría, sin duda, es la que más fama y reconocimiento ha dado a Lovecraft. Se trata de unos relatos en las que puede decirse que cristalizan todas sus influencias e ideas para crear un nuevo estilo de terror, en el que Lovecraft por fin encuentra su verdadera voz: el horror cósmico. Los saberes perdidos en tomos antiguos, las razas de tiempos pretéritos y la insignificancia del ser humano son algunas de las principales características de estas historias.

Sin embargo, Lovecraft nunca parece tener la intención de crear una mitología coherente y detallada para dar soporte a estos relatos, y de hecho no le da ningún nombre (más que un humorístico Yog-Sothothery). Para Lovecraft (y muchos de los que empiezan a colaborar en esta pseudo – mitología) todo es poco más que un juego literario, una forma de hacer que parezcan más “realistas” o “coherentes” una serie de historias independientes al mencionar como si fueran reales diversos elementos (libros, seres, dioses, demonios…) creados en otros relatos e incluso por otros autores. Así, por poner un ejemplo, si Lovecraft necesita en un momento dado mencionar un libro arcano se encuentra con dos opciones: inventarse uno totalmente nuevo, o utilizar uno ya aparecido y explicado en un relato de su amigo Robert E. Howard. Por lo demás, los relatos no tienen por que tener relación estilística alguna: pueden ser tanto historias de horror cósmico (lo más habitual en Lovecraft) como relatos de brujos, vampiros o fantasmas.

Este juego deja de serlo años después de la muerte de Lovecraft, cuando August Derleth, uno de sus amigos y corresponsales, empieza a intentar sistematizar las creaciones ficticias de Lovecraft y su “Círculo”. El error de Derleth es doble: por un lado buscar coherencia en algo que nunca pretendió tenerla, y por otro dar su propia interpretación de la mitología Lovecraftiana, a la que convierte en una típica lucha entre el bien y el mal (algo totalmente opuesto a lo que se ve en la obra de Lovecraft). Dicho esto, no hay que olvidar la magnífica labor de Derleth como creador de la editorial Arkham House, lo que le permitiría dar a conocer la obra de Lovecraft y facilitar el acceso a un público más extenso.

Tras Derleth, los Mitos de Cthulhu (expresión acuñada por él) se convierten en un cajón de sastre en que cabe casi cualquier cosa por “contagio”, siempre que mencione alguno de los libros o seres ya creados por otros autores. Este extremo puede llegar a verse en libros tipo Enciclopedia de los Mitos de Cthulhu, en que podemos ver aparecer al mismísimo Conan por una extraña aplicación de la ley de los seis grados de separación: Howard menciona R'lyeh en una historia de Bran Mak Morn, Bran aparece con Kull en un relato, Kull vive en la prehistoria de la Era Hiboria, ergo, Conan es un personaje de los Mitos de Cthulhu. Evidentemente, siguiendo esta lógica, casi cualquier obra de ficción va a poder relacionarse con la obra Lovecraftiana.

Al fin y al cabo, los relatos de Lovecraft que se consideran como parte de los Mitos de Cthulhu son una parte relativamente pequeña de su obra (aunque ciertamente la más importante), siendo apenas más de diez (y de muchos podría discutirse acerca de su inclusión en esta lista):


  • The Nameless City
  • The Festival
  • The Colour Out of Space
  • The Call of Cthulhu
  • The Dunwich Horror
  • The Whisperer in Darkness
  • The Dreams in the Witch House
  • At the Mountains of Madness
  • The Shadow Over Innsmouth
  • The Shadow Out of Time
  • The Haunter of the Dark
  • The Thing on the Doorstep
  • The Case of Charles Dexter Ward

El Joven Lovecraft


Hasta nuestros días han llegado varias muestras de los esfuerzos más tempranos de un Lovecraft aún niño, como son los relatos The Little Glass Bottle (1897), The Secret Cave, or John Lees Adventure (1898), The Mystery of the Grave–Yard (1898) y The Mysterious Ship (1902). Además, sabemos de la existencia de otros títulos de aproximadamente la misma época, como The Noble Eavesdropper, The Haunted House, The Secret of the Grave, John, the Detective, y The Picture, pero que no han sobrevivido. Como es de esperar, se trata de textos infantiles, plagados de errores ortográficos y gramaticales, y que no tienen más valor que el de la curiosidad que representan. Quizá es llamativo el tratamiento de la muerte que aparece en The Secret Cave (escrito el mismo año en que muere su padre), y la existencia de una segunda versión más extensa y depurada de The Mysterious Ship, como si Lovecraft empezara a familiarizarse con el concepto del borrador de un relato.

Al parecer, a los 18 años Lovecraft destruyó (o, al menos, lo intentó) todos sus escritos infantiles y juveniles, de los que salvaría un par. El primero de ellos es The Beast in the Cave (1905), un correcto relato en el que un hombre atrapado en la oscuridad se enfrenta a un monstruoso hombre degenerado. Este sería su primer relato “maduro” y en él se pueden intuir algunas características de historias posteriores. Por su parte, The Alchemist (1908) parece mostrar la influencia de Poe y de la novela gótica, con su protagonista aislado y víctima de una maldición ancestral. Curiosamente, el final tiene una explicación relativamente racional, anticipando el tratamiento que daría Lovecraft a lo sobrenatural. Ahora bien, ya se aleja un poco de la poco creíble justificación racional de algo que parece sobrenatural, típica del gótico.

El Regreso del Escritor


Tras unos años de problemas constantes (la muerte de su abuelo, los problemas económicos que ello trajo, la imposibilidad de seguir con una educación superior…), dedicándose a la poesía, Lovecraft empezó a moverse por los círculos de la prensa amateur, a la vez que comenzaba a establecer su círculo de amistades por carta. Fueron algunos de estos de estos corresponsales los que al parecer le animaron a volver a la ficción.

En los primeros relatos de esta etapa pueden verse también indicios del escritor en que se convertirá Lovecraft. The Tomb (1917) es la historia de un joven obsesionado de manera enfermiza con una tumba, lo que le lleva a tener “visiones” del pasado. El primer relato que Lovecraft publicó profesionalmente es el más logrado Dagon (1917). La historia trata de un enloquecido marinero que relata sus experiencias al encallar en un extraño fondo marino, levantado a la superficie por un temblor sísmico.

Pero no todo son relatos de terror en esa época. Sus siguientes dos obras tienen propósito declaradamente humorístico. En A Reminiscence of Dr.Samuel Johnson (1917), el narrador relata una serie de anécdotas que afirma haber vivido con el autor inglés. Por su parte, Sweet Ermegande (1917) es una parodia del folletín romántico con personajes estereotipados. Aparte de en sus cartas, no hay más muestras del humor Lovecraftiano hasta Ibid (1928) una sátira que parte de una idea original (la biografía del supuesto autor “Ibid”, autor de “Op.Cit”, muy citado por los estudiosos), pero se alarga en exceso en su desarrollo. En todo caso, no serían estos relatos cómicos la mejor muestra de la obra de Lovecraft.

En esta época Lovecraft también empieza a escribir los primeros relatos del Ciclo Onírico. En Polaris (1918), la contemplación de una estrella conduce a la visión de una remota ciudad de tiempos lejanos. En este relato aparecen por primera vez algunos elementos míticos, como ciertas criaturas o libros: los Manuscritos Pnakóticos tienen el honor de ser el primer libro ficticio creado por Lovecraft.

Igualmente onírico es Beyond the Wall of Sleep (1919), aunque se combina con un enfoque de tipo científico, que permite al protagonista descubrir una existencia cósmica como seres en el mundo de los sueños.

El breve Memory (1919) muestra influencias tanto de Poe como de Dunsany en su descripción de un remoto futuro en que el hombre se ha extinguido.

Tras estas historias, Old Bugs (1919) aparece como una rareza. Se trata de una previsible fábula moralizante en contra del alcohol (Lovecraft era un abstemio militante), dirigida a un amigo suyo, al que hace protagonista en un futuro 1950.

Con The Transition of Juan Romero (1919), Lovecraft regresa al terror, aunque no se mostraba muy satisfecho con este relato que mezcla un misterioso abismo con demasiados elementos ajenos, convirtiéndolo casi en una caricatura de relato pulp.

En The White Ship regresamos al mundo de los sueños, acompañando a un protagonista que pierde una existencia en unas tierras maravillosas por querer llegar a donde nadie ha ido jamás.

The Doom That Came to Sarnath (1919) también muestra claras influencias de Lord Dunsany, describiendo una fabulosa ciudad y la maldición que le impusieron los antiguos moradores de sus tierras.

De regreso al mundo real, nos encontramos por primera vez con Randolph Carter en The Statement of Randolph Carter (1919), un relato basado en un sueño del autor. Esta historia de cementerios y seres subterráneos resulta tan efectiva como poco original. Carter es un personaje recurrente en otros relatos relacionados con el Ciclo Onírico, bastante inspirado por el propio Lovecraft.

The Terrible Old Man (1920) por su parte nos presenta a Kingsport, la primera ciudad creada en la Nueva Inglaterra imaginaria de Lovecraft. Se trata de un relato breve que juega con elementos siniestros e inexplicables, creando más una atmósfera terrorífica que narrando hechos pavorosos.

El interés por la antigüedad de Lovecraft aparece en The Tree (1920), una fantasía con toques de leyenda ambientada en la Grecia clásica.

Con The Cats of Ulthar (1920) Lovecraft sigue desarrollando el paisaje de su Tierra de los Sueños, narrándonos el siniestro origen de la prohibición de matar gatos que rige la ciudad de Ulthar.

En The Temple (1920), Lovecraft vuelve al terror de ambientación marítima, en una historia algo menos lograda que su precursor Dagon, aunque tiene el detalle anecdótico de ser el primer relato que publicó en Weird Tales.

Y si este relato insiste en uno de los elementos habituales en su obra, Lovecraft nos presenta otro en Facts Concerning the Late Arthur Jermyn and His Family. Se trata de la historia de la familia Jermyn, sutil y macabra a la vez, llena de elementos de bestialismo e hibridación. Puede verse como una evolución de The Beast in the Cave y, a la vez, un antecedente temático de The Shadow Over Innsmouth.

The Street (1920) muestra al peor Lovecraft (como persona, aunque como autor aquí tampoco es que se luzca mucho), narrando la historia de Estados Unidos con tono de fábula, desde un punto de vista claramente xenófobo y anglosajón.

Celephaïs (1920) nos devuelve a la Tierra de los Sueños, esta vez presentada como un lugar en el que liberarse de las limitaciones del gris mundo real. Como curiosidad, se menciona casualmente una ciudad llamada Innsmouth.

From Beyond (1920) es una historia de desarrollo quizá algo previsible, pero que de nuevo trae elementos científicos a la obra de Lovecraft. En este relato la ciencia permite acceder a la percepción de lo que hay “más allá” del mundo normal. En cierto modo, es un planteamiento similar al de las historias del Ciclo Onírico, pero narrado con coartada científica y resultados más terroríficos que maravillosos. En resumen, es más un relato de terror y ciencia ficción qun una luminosa fantasía.

Nyarlathotep (1920) es un breve retrato del ser que aparece en el título (y que aún no tiene forma de deidad de los Mitos de Cthulhu), presentado como una especie de científico itinerante que muestra sus maravillas en un mundo en crisis.

En The Picture in the House (1920) asistimos a una historia de terror rural y canibalismo ambientada en la región del Miskatonic (mencionada aquí por primera vez, al igual que la ciudad de Arkham). La idea del relato es buena, su desarrollo quizá no tanto (aunque no puede negarse su efectividad), y nos presenta de manera oficial la región como escenario idóneo para el terror.

El breve Ex Oblivione (1921) vuelve a presentar los sueños como un refugio, llegando incluso a insinuarse un paralelismo con la muerte como preferible a la vida. No resulta muy sorprendente este punto de vista, teniendo en cuenta que Lovecraft llegó a considerar el suicidio en alguno de sus periodos más depresivos.

The Nameless City (1921) es otro relato que extrae su inspiración de Dunsany, pero Lovecraft le va dando carácter propio. La exploración de una antiquísima ciudad en ruinas en mitad del desierto revela la existencia de una antigua raza reptiloide. Por primera vez se menciona aquí a Abdul Alhazred, así como a su verso más famoso.

The Quest of Iranon (1921) está ambientado de nuevo en la Tierra de los Sueños, y narra también una búsqueda imposible (como en otros relatos de este tipo).

Más impersonal es The Moon–Bog (1921), un relato de terror típico, con la particularidad de estar ambientado en Irlanda, que gira alrededor de unas extrañas ruinas que parecen malditas.

El excelente (aunque el propio autor no pensara lo mismo) The Outsider (1921) vuelve a mostrar la influencia de Poe. Se trata de una historia con un logrado giro final y toques góticos, en la que el narrador sale de su castillo en busca de compañía, para acabar descubriendo una terrible verdad.

Lovecraft vuelve al tema de la búsqueda de aquello que no debe ser conocido en The Other Gods (1921), un nuevo relato del Ciclo Onírico en que el protagonista quiere llegar al hogar de los dioses.

The Music of Erich Zann (1921) fue un relato bastante popular en su época. Es una historia de terror más o menos “genérica” protagonizado por un misterioso músico que toca sus notas para un público aún más misterioso e inquietante.

Herbert West – Reanimator (1921) fue publicado por entregas, lo que supone su mayor inconveniente, debido a las innecesarias y repetitivas recapitulaciones que hay en cada una de sus partes (impuestas por el editor). Por lo demás se trata de un macabro relato con toques casi paródicos, interesante por su pionero enfoque científico del tema de los muertos vivientes, y poco más.

Hypnos (1922) presenta los sueños como algo terrorífico, asustando a los protagonistas hasta el extremo de evitar el dormir, y jugando con elementos relacionados con la locura y lo inexplicable.

What the Moon Brings (1922) es una simple descripción de la transformación (terrorífica) que causa la luz de la luna en un paisaje.

Azathoth (1922) es la breve descripción de un personaje, planeado inicio de una novela nunca continuada.

En The Hound (1922), unos saqueadores de tumbas se ven acosados por las sensaciones causadas por un extraño amuleto. En este relato poco llamativo, por vez primera se menciona el Necronomicon, libro atribuido al ya mencionado Abdul Alhazred.

The Lurking Fear (1922) también tiene forma de serial, pero está mejor construido que Herbert West – Reanimator. La historia narra una serie de muertes y sucesos inexplicables alrededor de una vieja casa, relacionados de alguna manera con sus dueños originales y sus horribles descendientes.

Como no es raro en la obra de Lovecraft, el narrador y protagonista de The Rats in the Walls (1923) pertenece a una familia de siniestra reputación. El regreso a su mansión ancestral le lleva a enfrentarse a la historia de su familia y el horrible culto al que pertenecían. Una mención casual al dios Nyarlathotep, al que adjudica los rasgos que más adelante empleará para la entidad Azathoth, es indicativo del uso Lovecraftiano de los Mitos de Cthulhu: casi casual y sin buscar una innecesaria coherencia interna.

The Unnamable (1923) está narrado por un escritor de apellido Carter. Sin duda, se trata de Randolph Carter, aquí claramente presentado como alter ego del propio Lovecraft. El relato no deja de ser más que una leyenda local, cuya narración es motivada por una discusión filosófica.

El Necronomicon es parte importante de la trama de The Festival (1923), cuyo narrador se traslada a Kingsport para participar en un rito invernal de “su gente” (con las implicaciones que ello tiene). De nuevo, el protagonista lleva en su propia sangre la relación con el horror en esta historia de lograda atmósfera.

Pesadillas en Nueva York


En 1924 Lovecraft se casó con Sonia Greene, y el matrimonio se mudó a Nueva York, estableciéndose en Brooklyn. Aunque al principio a Lovecraft le fascinó la ciudad, esto cambiaría pronto al perder su mujer la tienda que poseía y tener que quedarse solo y sin ser capaz de conseguir ningún empleo.

The Shunned House (1924) es una mezcla no muy lograda de relato típico de encantamientos y elementos “extraños” Lovecraftianos, en el que se oponen supersticiones de vampirismo con enfoques científicos. Quizá lo más interesante sea el tono nostálgico de un Lovecraft desplazado a Nueva York y que echa de menos su Providence natal.

The Horror at Red Hook (1924) es un relato descaradamente xenófobo, escrito por un Lovecraft horrorizado por el barrio en que vivía en Nueva York (ciertamente, no en una de las mejores zonas de la ciudad). Aunque se insinúa que los malvados cultistas son extraños entre los demás extranjeros, el tono racista es ineludible. Por otra parte, tampoco es un gran relato, con la única curiosidad de utilizar elementos de ocultismo “tradicional” (algo casi inusual en Lovecraft).

El mismo origen puede verse en He (1925), cuyo protagonista se muestra asqueado por una moderna Nueva York “infectada” por extranjeros. Al menos, el relato es un poco mejor que el anterior, con sus visiones ocasionadas por un misterioso brujo y espíritus de aspecto similar a los futuros shoggoths.

In the Vault (1925) es un relato macabro (Weird Tales lo rechazó por ser demasiado gráfico) ambientado en un cementerio y protagonizado por un insensible enterrador. Quizá tenga un desarrollo bastante típico y previsible, pero el resultado está bastante logrado.

Cool Air (1926), inspirado claramente por Poe (con algunos toques de Arthur Machen), también fue rechazado por Weird Tales, por miedo a la censura. Es el último de los relatos escritos y ambientados en Nueva York, y sin duda, el mejor de todos. La historia trata de un médico que precisa de un frío extremo para sobrevivir a una rara enfermedad

The Descendant (1926) es un simple esbozo acerca de una antigua familia, que sólo destaca por añadir algún detalle más a la historia del Necronomicon y alguna mención similar (el Signo Antiguo). Siempre parece discutible la publicación de fragmentos y relatos que un autor no consideraba finalizados (aunque en el caso de Lovecraft, tremendamente crítico con su obra, eso nos hubiera privado de verdaderas maravillas). Sin embargo, con Lovecraft se llega al extremo de publicar esbozos e incluso fragmentos de cartas como si se tratara de auténticos relatos. No dejan de resultar curiosos, pero si se ignora su verdadera naturaleza el resultado es disminuir la percepción de la calidad de la obra de Lovecraft, al ser obviamente inferiores a sus relatos finalizados.

I Am Providence


Separado de su mujer Sonia, que había encontrado trabajao en Cleveland, Lovecraft acabó por acordar con ella un divorcio que nunca se materializaría del todo. El escritor regresó así a vivir en Providence, y sería esta última década de su vida en la que crearía sus mejores obras.

Y esta fase creativa comienza nada más y nada menos que con The Call of Cthulhu (1926), uno de sus mejores y más conocidos relatos, y que sirve para dar nombre a toda su “mitología”. Inspirado por Le Horla de Guy de Maupassant en lo temático y por The Three Impostors de Arthur Machen en lo formal, este relato es una de las primeras exposiciones completas que Lovecraft realiza de su universo imaginario. Una estructura narrativa poco usual, basada en la presentación de tres testimonios distintos y relacionados, permite al escritor crear lentamente la sensación de horror cósmico que busca, aunque sin renunciar a un climax espectacular. Lo de menos en la obra de Lovecraft es la presencia del monstruo o de la criatura alienígena: lo importante es lo que ello supone para la insignificante existencia humana.

El regreso al terror macabro lo representa Pickman's Model (1926), un relato muy bueno a pesar de lo predecible de su final. No es difícil intuir muy pronto cual es el verdadero origen de los realistas cuadros pintados por el personaje principal, pero ello no le quita un ápice de horror a la historia.

Lovecraft regresa al Kingsport del Terrible Anciano en The Strange High House in the Mist (1926), combinando el típico tema de la casa misteriosa con su Ciclo Onírico.

Y el Ciclo Onírico de Lovecraft alcanza su máxima expresión en The Dream Quest of Unknown Kadath (1926), novela que Lovecraft no consideraba finalizada. El protagonista de la historia es un viejo conocido, Randolph Carter, que busca una ciudad que ha visto en sueños. En sus viajes por la Tierra de los Sueños se encontrará con diversos enemigos (como los Hombres de Leng y las Bestias Lunares), pero también inesperados aliados (como el pintor Pickman y sus gules). A la vez compendio de todos los relatos del Ciclo Onírico y homenaje a su amada Providence, esta novela se muestra interesante, pero con un estilo no apto para todos los paladares, por lo que no sorprende que divida a los aficionados a Lovecraft.

Carter regresa, habiendo perdido la capacidad de soñar, en The Silver Key (1926), relato en que lo más interesante es la lograda transición que se produce en la narrativa cuando el Carter adulto vuelve a los recuerdos de su infancia.

El amor de Lovecraft por su Providence natal vuelve a aparecer extensamente en The Case of Charles Dexter Ward (1927), cuya parte realista incluye una precisa descripción de la ciudad de Nueva Inglaterra. La parte sobrenatural la representa una interesante trama de nigromancia alquímica que, desde el prólogo, se sabe que no va a acabar bien para los protagonistas. Además de mencionar a Randolph Carter, por primera vez aparece aquí el nombre de Yog – Sothoth (y con parte importante en la trama), acompañado de otras referencias a los Mitos más circunstanciales. Así, aunque la novela se suele considerar parte de los Mitos de Cthulhu, su inclusión es discutible, ya que estos sólo aportan parte del contexto, mientras que en la trama lo más importante no es el horror cósmico, sino una historia terrorífica más “tradicional”.

Para Lovecraft, que solía ser bastante crítico con su obra, su relato favorito propio era The Colour Out of Space (1927), que mezcla el terror con la ciencia ficción sin que haya verdaderos elementos “sobrenaturales”. Los efectos del extraño meteorito y el “color” que surge de él parecen anticiparse a los de la radioactividad, y en esta historia Lovecraft consigue presentarnos un verdadero “alienígena”, un ser totalmente incomprensible desde la perspectiva del ser humano. Si la novela anterior suponía una cierta reelaboración de los temas típicos de brujería y nigromancia del género de terror, con esta historia Lovecraft establece un nuevo patrón que marcará el resto de su obra (y que ya se anticipaba en otros relatos anteriores).

La narración de un sueño del propio Lovecraft compone The Very Old Folk (1927), que trata de un romano que se enfrenta en Pamplona a un antiguo culto. Está claro que Lovecraft nunca lo elaboró pensando en la publicación, de ahí su aspecto inacabado.

Tampoco estaba pensado para ser publicado History of the Necronomicon (1927), breve historia del infame libro enviada a varios de sus amigos.

La clara influencia de Arthur Machen se ve en The Dunwich Horror (1928), historia de la extraña y siniestra familia Whateley, más en concreto del joven Wilbur, y del invisible horror que se desata en la región a la muerte de este. A pesar de la calidad del relato, hay que reconocer que el desenlace de la trama no es muy original: los Whateley con sus destructivos planes para la humanidad aparecen un poco como villanos bidimensionales, a los que por suerte derrotan las fuerzas del bien (eso sí, representadas por hombres de ciencia).

En The Whisperer in Darkness (1930) Lovecraft regresa a la ciencia ficción terrorífica. El relato gira alrededor de una antigua raza alienígena (los Outer Ones, también conocidos como “Hongos de Yuggoth”), compuesta por científicos y mineros, sin verdaderos planes contra los seres humanos. Sin embargo, sus métodos son lo bastante terribles como para que no dejar indiferentes a quienes los presencian. Las referencias a los Mitos de Cthulhu son abundantes, quizá en exceso, estableciendo aquí el modelo que seguirán las malas imitaciones de Lovecraft (del que no imitarán el efectivo terror cósmico del relato).

El relato anterior (así como los Mitos) es referenciado en At the Mountains of Madness (1931), que puede considerarse tanto un homenaje/continuación del Arthur Gordon Pym de Poe, como una versión mejorada de The Nameless City. Esta novela corta trata acerca de una expedición antártica, y el frío tono científico del inicio aparece como consecuencia de ello. Esta objetividad se va perdiendo a medida que se encuentran las ruinas de una raza alienígena (los Elder Ones) y se va revelando la historia de estos Antiguos. Finalmente, el terror directo lo provocan los shoggoths, herramientas/creaciones/esclavos descontrolados de estos seres tecnológicamente avanzados. Además de por su calidad intrínseca (aunque su estilo narrativo no es muy usual), esta historia es imprescindible en la obra Lovecraftiana por presentar claramente un enfoque científico de toda la mitología que ha ido esbozando en sus relatos, despojándolos así de significado sobrenatural.

En The Shadow Over Innsmouth (1931) aparece una tercera raza del pasado: los Deep Ones o Profundos. Con esto parece que Lovecraft cierra su trilogía de orígenes para otras razas o seres terroríficos, que vienen del Exterior, del Pasado o de las Profundidades. En esta historia, un turista llega a la extraña ciudad de Inssmouth, investigando los misterios locales durante el día. Por desgracia, la noche le atrapa en la ciudad y se ve obligado a huir de sus aberrantes habitantes, descubriendo diversos secretos oscuros. El relato contiene referencias a los Mitos de Cthulhu bastante más sutiles, y quizá por eso funcione mejor como relato de terror “tradicional” (aunque no carece del horror cósmico habitual en Lovecraft). La historia no carece de un cierto subtexto racista y xenófobo, pero al menos aquí el autor utiliza sus miedos para crear uno de sus mejores relatos.

Con The Dreams in the Witch House (1932) Lovecraft regresa a la mezcla de ciencia y brujería. Un estudiante desarrolla unas avanzadas teorías matemáticas que le permiten entrar en contacto con otras dimensiones, y ello le arrastra a las prácticas y ritos de una antigua bruja. Quizá sea uno de los relatos más flojos de esta etapa, pero es que Lovecraft está ahora en su mejor momento como escritor, y hasta las peores historias se revelan como prácticamente imprescindibles.

Lovecraft y E. Hoffmann Price (a incitación de este último) coescribieron el relato Through the Gates of the Silver Key, (1933) innecesaria secuela de la saga del Ciclo Onírico protagonizada por Randolph Carter, a cuyo destino se le quita todo el misterio que Lovecraft había dejado abierto en The Silver Key.

Probablemente tampoco se encuentre entre los mejores relatos de esta época The Thing on the Doorstep (1933), escrito en solo tres días. Se trata de un regreso a las historias de brujería “tradicional”, aunque con toques de los Mitos. Aún siendo un texto “menor”, no pueden dejarse de lado sus toques macabros y sus interesantes protagonistas, especialmente logrados considerando que Lovecraft no destaca precisamente por sus retratos de personajes. Entre ellos se encuentra el personaje femenino mejor trazado por Lovecraft (aunque tampoco es que haya muchos más donde elegir). También es curioso su ámbito, limitado a las experiencias de los personajes centrales, sin nada que remita al horror cósmico Lovecraftiano.

The Evil Clergyman (1933) es el relato de un sueño protagonizado por un extraño clérigo y su colección de libros prohibidos. Como sucede con otros casos similares, no es un verdadero relato, sino que está extraído de la correspondencia de Lovecraft.

The Book (1933) es un fragmento de historia sin completar, adaptación en prosa de uno de sus poemas, escrito en una época en la que Lovecraft está experimentando con diversos estilos y técnicas. No queda claro hacia donde iría esta historia de conjuros que cambian la perspectiva de ver el mundo.

Muy parecido a At the Mountains of Madness es The Shadow Out of Time (1935), que quizá cuenta con una narrativa más lograda (a pesar de que se escribió en apenas unos días), pero carece del efecto novedoso del relato anterior. Esta vez el protagonista experimenta de manera más directa los actos de unas nuevas criaturas (conocidas como la Gran Raza), capaces de desplazar sus mentes por el tiempo. Esto hace que el terror cósmico sea a la vez algo más próximo y personal, a lo que también ayuda un personaje protagonista mucho más elaborado. Si no existiera su predecesor, sería considerado sin duda como la mejor obra de Lovecraft. Como no es así, ambas obras deben compartir los afectos de los lectores.

Menos ambicioso es The Haunter of the Dark (1935), escrito como respuesta a The Shambler from the Stars, un relato de Robert Bloch en el que el autor hacía aparecer a un alter ego del propio Lovecraft. Bloch escribiría en 1950 una tercera parte (más floja) de esta especie de trilogía (The Shadow from the Steeple). En cierto modo, esto es una muestra más de cómo entendía Lovecraft los Mitos de Cthulhu: un juego literario entre amigos que aprovechan sus relatos para “matarse” entre sí en forma de personajes. Independientemente de la anécdota sobre su origen, se trata de un excelente relato, que toma el ancestral miedo a la oscuridad y lo integra perfectamente en los Mitos de Cthulhu, de manera sutil y efectiva.

Y quizá sea adecuado que The Haunter of the Dark sea el último relato escrito por Howard Phillips Lovecraft. Es una historia escrita como respuesta y muestra de aprecio a uno de sus muchos amigos por correspondencia, y que nos cuenta que en la oscuridad viven cosas que la humanidad no está preparada para entender. En cierto modo, toda una síntesis de cómo entendía Lovecraft su vida, de cómo entendía sus relatos.