Piratas del Caribe: En el Fin del Mundo

Si hace sólo unos años alguien hubiera dicho que uno de los estrenos más esperados y potencialmente taquilleros del verano iba a ser una película de piratas, hubiera sido tomado por loco. Sin embargo, esta nueva saga con el inconfundible toque de su productor Jerry Bruckheimer (Rey Arturo, Pearl Harbor, Dos Policías Rebeldes) es uno de los productos más rentables de los últimos años.

El secreto del éxito probablemente se encuentre en una inspirada mezcla de acción, aventuras y comedia, dirigida con oficio por un correcto Gore Verbinski (The Ring). Todo ello aderezado con el inspirado personaje de Jack Sparrow, interpretado por un Johnny Depp que se ha encontrado con uno de esos papeles que marcan para siempre a un actor (De hecho, fue ese papel el que le dio su primera nominación para un Oscar con la primera película de la serie, algo especialmente inusual tratándose de un papel cómico).

Así pues, ¿qué puede esperarse de esta tercera entrega? Pues ni más ni menos que lo mismo que en las dos películas anteriores, continuando con la trama que quedó inacabada en la segunda parte. El guión de la película es una continuación directa de la historia que se presentaba en El Cofre del Hombre Muerto, por lo que es imprescindible haber visto dicha película (y preferiblemente, tenerla fresca en la memoria).

Como buen final de trilogía, la acumulación de tramas en esta película es en ocasiones un poco excesiva. El rescate de Jack Sparrow, la venganza de Will Turner, los problemas sentimentales entre Will y Elizabeth y el enfrentamiento entre los señores de la piratería y la Compañía de las Indias son sólo algunas de las principales subtramas que impulsan la historia. Este no permite respiros de ningún tipo, y aunque la película empieza con un ritmo un poco lento, este va acelerando y consigue que las casi tres horas de duración se pasen casi sin notarlo.

Una vez más (como ya sucedía en las películas previas) la parte más floja del conjunto es el guión. El rodaje de esta tercera parte comenzó sin tener finalizado el guión, y eso nunca es buena señal. Aún así, hay que reconocer que da la sensación de que los guionistas sabían hacia donde iba la historia, pues la trama de esta película se apoya en muchos elementos que se habían presentado (si bien sutilmente) es la película anterior y aquí se elaboran. Sin embargo, la resolución de algunas escenas deja bastante que desear: da la sensación de que acaban como acaban porque la historia necesita progresar en esa dirección, pero los guionistas no han trabajado mucho el final de la escena.

La historia también nos presenta alguna escena que no acaba de encajar demasiado bien en el tono general de la película, y que da la sensación de ser una simple excusa para el lucimiento cómico de Johnny Depp (y acaban resultando excesivas, además de parecer sacadas de El Ejército de las Tinieblas). Otro problema del guión viene originado por el excesivo número de personajes y su tendencia a cambiar de bando y de planes (por no hablar del siempre sorprendente e incomprensible Sparrow). Así, las relaciones entre personajes y sus intenciones no quedan siempre del todo claras. También hay personajes que parecen tremendamente desaprovechados (como es el caso del pirata Sao Feng, interpretado por Chow Yun Fat; o el de Norrington, personaje que resultaba muy prometedor por lo establecido en la película anterior). Por el contrario, también hay que reconocer que se ha dado más carácter e interés al personaje de Will Turner (Orlando Bloom), planteado como protagonista al principio de la serie, pero perdido ante el mayor carisma de sus compañeros de reparto. Los actores en general cumplen con sus personajes, desde los protagonistas hasta los secundarios, y el publicitado cameo de Keith Richards es correcto y no resulta forzado.

En los apartados más técnicos la película no presenta problemas de ningún tipo. El equipo conoce bien su trabajo, desde un épico Hans Zimmer al frente de la banda sonora hasta los encargados de los espectaculares efectos especiales. Como punto negativo en los efectos habría que decir que, aunque dan el perfecto apoyo al espectacular tramo final de la película, carecen de una innovación que llame la atención, como sí había en las entregas anteriores (los esqueletos, Davy Jones y su tripulación).

Otro punto positivo es que se ha tenido el valor de introducir elementos agridulces en el final de la trilogía, cuando lo normal en una producción familiar de estas características parece el final feliz. Por cierto, seguramente la película será acusada de tener muchos finales (incluido uno detrás de los títulos de crédito), consecuencia de la necesidad de cerrar las historias de la multitud de personajes principales del reparto. Claro que lo del cierre es relativo: aunque la película tiene un final claro, se han dejado los suficientes puntos de apoyo para poder rodar nuevas continuaciones.

Piratas del Caribe: En el Fin del Mundo quizá carezca de la frescura y originalidad de la primera parte, y quizá dependa en exceso de la segunda película. Sin embargo, en pura espectacularidad y tono épico aventaja claramente a sus antecesoras, y resulta tan entretenida como ellas, siempre que uno no busque demasiada coherencia en el guión y se dedique simplemente a disfrutar con sus excesos.

Spiderman 3

Con un despliegue publicitario impresionante se acaba de estrenar Spiderman 3, la tercera parte de la que probablemente sea la saga cinematográfica de superhéroes más exitosa de la actualidad. Sam Raimi continúa la línea y el estilo que inició en la primera entrega hace cinco años. Así, los que sólo quieran acción ilimitada probablemente se vean defraudados, pues Raimi sigue centrando buena parte del metraje en los problemas de Peter Parker, en este caso motivados principalmente por su torpeza a la hora de mantener una relación sentimental con Mary Jane Watson.

De todas formas, Raimi ha querido acabar de manera apoteósica, por lo que la película cuenta con nada menos que tres villanos en vez de uno. Esto hace que la película también sea la de mayor duración de las tres: 140 minutos frente a las dos horas de entregas anteriores. La duda estaba en contemplar si el director conseguiría que la película no se le fuera de las manos con tanto rival para Spiderman. Parece que lo consigue, pero a duras penas... Inevitablemente, los nuevos personajes están peor desarrollados que sus contrapartidas en películas anteriores. Así, El Hombre de Arena resulta algo más interesante de lo que parecía a priori, pero es poco más que una excusa para dar espectáculo (además de relacionarlo con Spiderman de forma un poco discutible). El personaje más esperado por la afición, Veneno, da la sensación de estar bastante desaprovechado, así como toda la trama del simbionte: ambos podrían haber dado para toda una película propia. Probablemente se deba a que Raimi nunca estuvo muy interesado por incluirlo y es casi una imposición de los productores. El verdadero antagonista de Spiderman acaba siendo el Duende, ya que la rivalidad entre héroe y villano se ha estado desarrollando a lo largo de las tres películas. El diseño de este personaje, convertido en una especie de ninja surfero hi-tech (con toques de Batman) sin duda no gustará a los aficionados más puristas de los comics, pero resulta bastante espectacular y eficaz.

Es una pena que no se haya dedicado más tiempo a los nuevos personajes (en especial, a Veneno), sobre todo teniendo en cuenta que la película pierde bastante tiempo en dos cosas que parecen un poco fuera de lugar. Lo primero son los "momentos musicales" provocados por la carrera sobre el escenario de Mary Jane Watson: a veces da la sensación de que Raimi está deseando rodar un musical. Pero esto es lo menos grave. En general, el director ha incluído muy bien los momentos de humor en las tres películas, pero en esta llega un momento hacia el final de la película en que se le va la mano y vemos unos momentos que dan un poco de vergüenza ajena.

Las secuencias de acción han ido aumentando en espectacularidad en cada película, y esta última no podía ser una excepción. De hecho, el final de la película es algo que creo hasta ahora no se había visto en una película de superhéroes. Estas escenas se apoyan en unos excelentes efectos visuales, que también tienen la ventaja de emplearse en secuencias nocturnas (y protagonizadas por personajes de colores oscuros), por no hablar de la experiencia del equipo. Para la banda sonora no ha regresado Danny Elfman (por diferencias creativas con Raimi en la segunda parte), aunque sus temas para el personaje (no muy pegadizos, pero ya asociados a él) han sido empleados por Christopher Young (Ghost Rider) para ambientar de manera correcta la película.

El actor protagonista, Tobey Maguire sigue demostrando que es tremendamente inexpresivo, lo que hace poco comprensible el empeño de desenmascararlo en las escenas en que es Spiderman: expresa casi lo mismo con máscara que sin ella. Se suponía que la película nos iba a mostrar el lado oscuro de Spiderman, pero entre un guión que no favorece esa parte de la historia, y que Maguire se limita a echarse el flequillo sobre la frente cuando es "malo", nunca vemos esa oscuridad en Peter Parker. Kirsten Dunst hace un trabajo mejor, y probablemente sea la más destacada del reparto principal. James Franco sigue en su línea, adecuada para el personaje y poco más. Thomas Haden Church como el Hombre de Arena, y Topher Grace como Eddie Brock están correctos (mejor el primero que el segundo) pero no tienen mucho tiempo para lucirse. La Gwen Stacy que interpreta Bryce Dallas Howard parece poco más que un guiño a los fans, ya que su personaje apenas tiene relevancia (y lo mismo puede decirse de su padre). De nuevo, los mejores momentos de comedia los proporciona un estupendo J.K. Simmons en su papel de J.J. Jameson.

Spiderman 3 es un correcto cierre para la trilogía, aunque hubiera sido mejor película si no se hubiera planteado como tal. A la trama de la película propiamente dicha (que podría ser la del simbionte), se le suma el cierre de arcos argumentales planteados en las entregas anteriores (el Duende, en cierto modo el Hombre de Arena, la relación Peter – Mary Jane). Al querer meter tanto elemento en el guión, este se resiente un poco, y no consigue quitar el puesto de mejor película de la trilogía a la segunda parte. Lo que no se le puede negar a la película es que es un perfecto entretenimiento para todos los públicos, y que su mayor duración no la hace más pesada. Aunque ya se sabe que habrá una cuarta película (¿podría ser de otra forma?), en esta hay una cierta sensación de final de un ciclo, aunque los últimos rumores dicen que para la próxima película (que podría tratar de Matanza, el Lagarto y la Gata Negra) podrían volver Raimi y, posiblemente, los actores protagonistas.

Como trilogía, el trabajo de Raimi es destacable por dotar de una coherencia interna a la serie que pocas veces se ve, dejando aparte los cameos de Bruce Campbell (en esta última, divertidísimo)... Así, en la primera parte ya se mencionan personajes que aparecen en películas posteriores, y hasta los secundarios que sólo los fans de los comics reconocen (Betty Brant, Robbie Robertson...) son interpretados por los mismos actores (algo no siempre fácil de conseguir) aunque sea para breves papeles (como es el caso del Dr. Connors, que sin duda aparecerá en películas posteriores). Muchos casos no dejan de ser guiños para aquellos que conocen a los personajes de los comics, pero también son útiles puntos de apoyo para desarrollar futuras tramas.

En conclusión, esta tercera película sigue con la tónica habitual del Spiderman de Sam Raimi: entretenimiento familiar (la oscuridad la tendremos que buscar en Batman) y mezcla de romance y acción. En esta tercera parte se ha descuidado algo más el guión (quizá excesivamente ambicioso) pero se ha apostado por la espectacularidad (y es, a día de hoy, la película más cara de la historia, con 250 millones de dólares de presupuesto). Por supuesto, la taquilla está respondiendo al marketing y a la popularidad del personaje. Con este equipo o con otro, tenemos Spiderman para rato.