Extrañas Amenazas: Los Relatos de Misterio de R. E. Howard

Durante los años 30, probablemente el género más popular de los que vivieron un especial buen momento en las revistas pulp de la época fue el género policiaco o de misterio, especialmente en su variante hardboiled. Se trata de un subgénero que daría forma a toda la tradición estadounidense de novela negra, protagonizado por duros investigadores habituados a la vida en los barrios bajos. Un estilo que nada tiene que ver con los refinados misterios detectivescos de tradición británica, que representarían las obras de Sir Arthur Conan Doyle o Agatha Christie.

Es la época de autores tan consagrados hoy como Dashiell Hammett (creador de Sam Spade y autor de Cosecha Roja) o Raymond Chandler (creador de Philip Marlowe, protagonista de El Sueño Eterno), y que desembocaría en una integración del género negro en el mainstream, favorecido por las buenas relaciones entre este tipo de literatura y el naciente medio cinematográfico.

Como parecería inevitable, el prolífico Robert E. Howard también escribió unos cuantos relatos que pueden encuadrarse dentro de esta corriente. Lo curioso es que, en realidad, a Howard no le gustaban los relatos de misterio, ni como lector ni como autor, cosa que nunca ocultó. Evidentemente, esto hace que sus historias de misterio no puedan considerarse entre las mejores de su autor, y que fueran escritas probablemente por motivos puramente económicos. Aún así, no dejan de tener algunos elementos interesantes, normalmente cuando Howard se olvida de las convenciones del género y conduce su relato por sendas que se le dan mejor. En todo caso, lo que Howard nunca hace es dedicarse al clásico detective hardboiled, sino que sus historias de misterio y de detectives están más influenciadas por otros dos subgéneros populares de su época: el Peligro Amarillo y la Weird Menace.

El subgénero comúnmente conocido como Peligro Amarillo no es sólo una corriente literaria, sino que el calificativo refleja en realidad toda una corriente de pensamiento de principios del siglo XX. Se trata de un subgénero eminentemente racista y xenófobo, basado en los estereotipos negativos comúnmente asignados en la época a los asiáticos. El origen de esta corriente hay que buscarlo en el choque cultural que se produce con las primeras migraciones masivas de población asiática a occidente. El encuentro entre la cultura occidental y las exóticas costumbres orientales es el caldo de cultivo en el que crecen la desconfianza y el miedo/odio al extranjero. El exponente más conocido de este tipo de relatos sería el malvado Doctor Fu Manchu creado por Sax Rohmer, un maligno genio criminal que actúa desde las sombras con pérfidos propósitos.

Por su parte, el Weird Menace (literalmente, “Amenaza Extraña”) es un género a mitad de camino entre el misterio y el terror. Se trata de historias en las que el conflicto aparece causado por elementos aparentemente sobrenaturales, pero que normalmente acaban teniendo una explicación lógica y mundana (por rebuscada que esta sea). Buena parte del impacto que buscan estos relatos está en sus elementos macabros y violentos, lo más retorcidos, aparatosos y chocantes que sea posible: refinadas torturas, extraños venenos, armas exóticas, trampas mortíferas... En cierto modo, por su propósito de causar disgusto se trataría de un precursor del moderno cine gore, pero en formato de revista pulp (y, debido a la época en que aparece, ni mucho menos tan extremo en sus contenidos).

Rostro de Calavera

La novela corta Skull-Face apareció por entregas en la revista Weird Tales durante los meses de Octubre, Noviembre y Diciembre de 1929. Se trata de una novela escrita claramente a imitación de las obras de Sax Rohmer, aunque tampoco habría que descartar la influencia de H.P. Lovecraft, especialmente de su magistral relato The Call of Cthulhu (1928).

El protagonista y narrador de la novela es Stephen Costigan, personaje que no debe ser confundido con Steve Costigan, el marinero y boxeador que protagoniza abundantes relatos humorísticos de Howard. Se trata de una simple coincidencia de apellidos (habitual en Howard) y similitud de nombres, entre dos personajes que no tienen nada que ver. Costigan es un veterano de la Gran Guerra, al que sus terribles experiencias han convertido en un adicto al hachis. Muchos editores cambian dicha droga por el opio, al considerar (acertadamente, por otra parte) que los efectos descritos por Howard encajan mejor con los de la adicción a una droga más dura. Independientemente de esto, el interés de Costigan está en su naturaleza de adicto, además de ser la que provoca que la trama se ponga en movimiento. A Howard no se le puede pedir un retrato complejo de la drogadicción, pero es interesante la presencia de este elemento como un obstáculo más a superar por el héroe. Por lo demás, Costigan es el típico americano musculoso con sangre irlandesa.

A Costigan le acompaña en sus aventuras John Gordon, inglés con contactos en el servicio secreto británico, personaje más esquemático que Costigan y que sirve como apoyo del protagonista y poco más. Merece la pena comentar que el nombre de John Gordon aparece en algunos otros relatos de Howard, pudiendo tratarse o no del mismo personaje, pero sin que eso sea relamente relevante. La historia transcurre en los bajos fondos de Londres, en un barrio de Limehouse dominado por elementos criminales procedentes de Oriente.

El archimalvado de la novela es el autoproclamado hechicero Kathulos de Egipto, también conocido como “Rostro de Calavera” por su siniestro aspecto. Kathulos tiene todas las características de la mente criminal que actúa desde las sombras en este tipo de relatos: siniestro, exótico, cruel, previsor y aparentemente invencible. En la superficie, los planes de Kathulos se limitan a jugar con el miedo al extranjero de este subgénero, pero en la realidad se ocultan planes más siniestros (y ahí es donde entran los elementos lovecraftianos). Por diversas similitudes, hay quien relaciona a Kathulos con el brujo Thulsa Doom, personaje que aparece en los relatos de Kull. Sin embargo, parece más lógico pensar que se trata de una simple reutilización o reciclaje de elementos, teniendo en cuenta que los relatos en los que aparece Thulsa Doom no fueron aceptados para su publicación en vida de Howard.

Skull-Face es una novela corta (o relato largo) entretenida, si bien elementos como la adicción a las drogas y el conflicto racial (la lucha de todos los pueblos “no blancos” contra los “blancos”) están tratados con una simplicidad que hoy parece entre inocente y ofensiva. Las partes más notables son el inicio, con la presentación de los personajes y la elaboración de la intriga, y el final, con los elementos más terroríficos y más acción. La parte central de desarrollo está menos lograda, pero debido a la breve extensión del texto esto se le puede perdonar.

Howard comenzó una continuación de esta novela a petición de su editor. Esta segunda parte quedó inconclusa, y es conocida como Taveral Manor o como The Return of Skull–Face (título con el que se publicó en 1978, completada por Richard Lupoff). Esta secuela nos presenta a unos Costigan y Gordon que parecen dedicarse profesionalmente al negocio de la investigación privada, a los que unos amigos les piden que investiguen unas desapariciones en una mansión apartada. Se trata de una historia más floja que su predecesora, más o menos entretenida pero, en general, rutinaria y decepcionante.

Steve Harrison

Frank Miller comenta acerca de su personaje Marv, de Sin City, que se lo planteó como un “Conan en gabardina”. Sin embargo, el propio Howard ya había creado su propia versión de Conan con gabardina en los bajos fondos: Steve Harrison. Menos de la mitad de las historias protagonizadas por este personaje fueron publicadas en vida de Howard, en revistas especializadas como Strange Detective Stories, Super Detective Stories o Thrilling Mystery.

Harrison es un detective de la Policía, aunque siempre trabaja en solitario, prácticamente como si fuera un investigador privado. Buen conocedor de los ambientes criminales de River Street, la zona principal de un Barrio Chino de una ciudad indeterminada de Estados Unidos en la que transcurren la mayoría de sus aventuras. Tan pronto hay referencias de que se trata de una ciudad de la costa Oeste como San Francisco, como se insinúa que puede ser Nueva York (e, igualmente, se dan datos que descartan que pueda tratarse tanto de San Francisco como de Nueva York).

No sorprende demasiado que Harrison comparta las características físicas habituales de la mayoría de los personajes de Howard, ni que emplee su pistola con más frecuencia como si se tratara de una cachiporra que para dispararla. Eso cuando las circunstancias no le obligan a defenderse de sus enemigos empleando un hacha o una maza o, como último recurso, a puñetazo limpio.

En The Silver Heel (1984), Harrison investiga un asesinato (que pronto se convierte en una serie de muertes). El desenlace es previsible y hay situaciones un tanto forzadas, pero el ambiente exótico de River Street ya se puede percibir: bailarinas, tríadas, señores del crimen, abogados corruptos… Curiosamente, es el relato que más se parece a una historia de detectives tradicional, y probablemente por ello sea el más flojo.

Por el contrario, Lord of the Dead (1978), también conocido como Dead Man’s Doom es un relato bastante más interesante. En él, Harrison se ve envuelto (de manera un tanto rocambolesca, todo hay que decirlo) en los asuntos de un señor criminal conocido como Erlik Khan. No se trata de un simple delincuente, sino de todo un conspirador con ansias imperialistas. A pesar de que Harrison no es un personaje tan activo como en otros relatos, y de que el final resulta un poco anti–climático, Howard da muestras en este relato de su estilo y oficio como narrador.

Completado por Fred Blosser, The Mystery of Tannerloe Lodge (1981) presenta a Steve Harrison actuando como guardaespaldas en una mansión llena de trampas. Se trata de una intriga exótica bastante típica, en la que aparecen referencias a Erlik Khan e incluso a Thoth–Amon (algunas posiblemente no incluídas originalmente por Howard: no parece su estilo habitual).

El breve y correcto The Black Moon (1983) narra una historia de robo y asesinato en el habitual ambiente exótico.

Names in the Black Book (may-1934) es una secuela de Lord of the Dead. El villano de aquel relato regresa en busca de venganza y con el deseo de hacerse con el control de la ciudad. Harrison se encuentra atrapado en una mansión, en una situación muy similar a The Mystery of Tannerloe Lodge, en una historia que destacaría por su final lleno de acción. Como curiosidad, este relato sí que fue publicado en las revistas, no así su predececesor, con lo que los lectores se perdieron buena parte del trasfondo de los personajes (y un relato de mayor calidad, dicho sea de paso).

Con The Tomb’s Secret (feb-1934), o Teeth of Doom, sucede otra cosa curiosa, a la que Howard no era extraño. Como coincidía en el mismo número con otro relato protagonizado por Steve Harrison (Fangs of Gold), tuvo que publicarlo con pseudónimo y cambiar el nombre del protagonista por Brock Rollins. A pesar de la resolución y la pasividad de Harrison, se trata de un buen relato con elementos truculentos y bastante tensión. La historia sigue los crímenes de un grupo conocido como “Los Hijos de Erlik” en sus delicitivos planes a gran escala.

The Voice of Death (1984) saca a Harrison de su ambiente habitual, y el detective se dedica a ayudar a un joven que está sufriendo extrañas sugestiones para que asesine a un amigo. Un Harrison que demuestra su astucia de forma poco habitual se enfrenta a una intriga con elementos presentes en otros relatos de Howard, como The Haunter of the Ring o Casonetto’s Last Song.

Por su parte, Fangs of Gold (feb-1934), conocido también como People of the Serpent, muestra similitudes con Black Canaan (publicado 2 años después). De nuevo fuera de su elemento habitual (aunque persiguiendo a un criminal chino), Harrison acaba en unos pantanos sureños dominados por un siniestro culto Vudú, y se ve rodeado por un conflicto que no le impide centrarse en su propósito original. En este relato de lograda atmósfera llama la atención el personaje con quien se alía Harrison: una sacerdotisa que representa un aspecto del culto menos brutal y salvaje. En cierto modo, esto matiza levemente el racismo inherente a la historia.

Graveyard Rats (feb-1936) muestra a un Steve Harrison ya totalmente independizado de las intrigas exóticas de River Street. O, por decirlo de otro modo, alejado del subgénero de Peligro Amarillo e inmerso en la Weird Menace (algo que ya se veía venir en los últimos relatos examinados). De hecho, el contecto urbano y exótico ha sido sustituido por un escenario que Howard conoce mucho mejor: el ambiente rural sureño. La intriga, que mezcla asesinatos macabros, feudos familiares y fantasmas indios, es lo de menos (su desarrollo sería mejorable): la historia destaca por sus excelentes escenas de terror macabro.

Similar es The House of Suspicion (1976), o House of Fear, situado de nuevo en el sur rural. Steve Harrison sigue un anónimo para “capturar” a un testigo de un crimen en esta historia que tiene una buena creación de tensión, con un desenlace no tan logrado.

Merece la pena comentarse que Harrison no es el único personaje de este estilo creado por Howard (aunque sí el más destacable). Así, Butch Gorman y Brent Kirby protagonizan los relatos Hand of the Black Goddess (o Scarlet Tears) y Sons of Hate, mientras que protagonizadas por Steve Bender, Weary McGraw y The Whale están las historias The Ghost With the Silk Hat, Westward Ho! (incompleta), The Wild Man, y un borrador sin título. Ninguno de estos títulos fue publicado y en muchos casos su estado no es necesariamente definitivo.

Puede decirse sin temor a equivocarse que Steve Harrison no es precisamente uno de los personajes más memorables de los creados por Robert E. Howard. Aún así, de entre los relatos protagonizados por este detective pueden sacarse al menos dos o tres historias interesantes, aunque sea siempre por sus elementos terroríficos, y nunca por los detectivescos. Al fin y al cabo, a Howard no le gustaban los relatos de misterio.