R'lyeh

Hace algo menos de seis meses decidí volver a hacer algo que, cuando era un crío, no se me daba demasiado mal: dibujar. Obviamente, tampoco es que fuera ningún prodigio, así que (como suele suceder) es algo que dejé de hacer pasados los años de estudiante (y porque en el instituto aún hice algo...).

Así pues, con la intención de recuperar una afición y una forma de pasar el rato y relajarme, decidí que iba a volver al dibujo. Habiendo oído sólo buenas críticas de Drawing on the Right Side of the Brain me compré la última edición del libro y empecé a seguir sus consejos y prácticas. Después, seguí con la lectura y los ejercicios de John Howe Fantasy Drawing Workshop.

En ningún caso me estoy convirtiendo en un maestro del dibujo (para eso ya está la gente como John Howe), pero estoy descubriendo que disfruto abstrayéndome cuando me pongo a trabajar en un dibujo. Y básicamente, ese es mi objetivo: disfrutar dibujando a la vez que espero adquirir alguna habilidad artística (sin intención de ganarme la vida con ello).

Así pues, y sin contar los ejercicios realizados en los últimos meses, ayer hice mi primer "auténtico dibujo" en probablemente más de 20 años. La idea se me ocurrió hace algunos días: se trataba de reflejar un momento bastante icónico (y, por lo tanto, no muy original) de la obra de Lovecraft: Cthulhu surgiendo de las profundidas en R'lyeh (y en un ataque de impulso artístico decidí que iba a bautizar la "obra" y que ese iba a ser el título). Tenía la ventaja de que no necesitaba un gran dominio de la figura humana ni precisaba un realismo y una precisión que sí requerían otros temas (y siempre podía achacar las imperfecciones a lo inhumano e irreal del personaje). Además, se trataba de utilizar pasteles (cosa que sólo había hecho en un par de ocasiones anteriores, y eran ejercicios), lo que me complicaba un poco el tema.

Enfoqué el tema de manera bastante "profesional" (lo que me sorprendió a mí mismo, la verdad): tenía clara la figura que quería representar, pero trabajé la postura en un pequeño boceto. A lo largo de la semana, el boceto pasó de unas pocas líneas a ser un esbozo bastante completo, con estudio de colores (lápiz y algo de rotulador) incluído. Aunque no sea ninguna maravilla, ahora me arrepiento de haberlo hecho en un pedazo de folio en blanco (7.5 x 10 cm), y no en un medio algo más permanente:

Con las ideas más o menos claras, comencé con el dibujo definitivo con pasteles Derwent en stick y lápiz, sobre papel negro para pastel Tiziano (23 x 30.5 cm). Lo cierto es que estoy bastante satisfecho con el resultado, dadas mis limitaciones, pues he descubierto que me suelen pasar un par de cosas cuando dibujo:
  • no gasto la goma de borrar, salvo en los errores más graves. De hecho, en este dibujo no la gasté ni una sola vez (ni tan siquiera como herramienta de dibujo)
  • tengo la sensación de dibujar muy rápido, como si no le dedicara el tiempo suficiente. Este dibujo estuvo hecho en alrededor de una hora
De todas maneras, estoy contento con el resultado, y creo que la posición de la cabeza ha acabado siendo mucho mejor que la del boceto inicial. La idea era representar a Cthulhu con pasteles difuminados (salvo en algunos detalles), para realzar la sensación de que se trata de una criatura de un plano de existencia totalmente ajeno al nuestro (y para disimular defectos e imperfecciones...)


El mundo de la ilustración profesional puede estar tranquilo, pero yo espero seguir disfrutando de un hobby recuperado.

Las Aventuras Picantes de Wild Bill Clanton (por Sam Walser) [Revisión]

Antes de empezar con esta entrada, se hace necesario explicar el porqué de esta revisión. No es raro (especialmente con autores prolíficos) que al intentar escribir sobre una determinada categoría de relatos, haya algunos que se queden al margen, por no tener acceso a ellos. Igualmente, tampoco es raro que en un momento determinado se logre dicho acceso, con lo que el artículo original puede beneficiarse de las novedades. Esto es lo sucedido en este primer caso (que probablemente tampoco sea el último), especialmente con la publicación de la antología "Spicy Adventures" por parte de la Robert E. Howard Foundation. Se podría haber añadido simplemente un breve párrafo con los nuevos textos, pero se ha preferido repetir la publicación del artículo completo (pues puede haber otras pequeñas modificaciones).

Hacia el final de su carrera, probablemente acuciado por la necesidad económica (acrecentada por la enfermedad de su madre y los problemas para cobrar los relatos vendidos a Weird Tales), Howard vendió una serie de relatos a la revista Spicy–Adventure Stories (algo así como “Historias de Aventuras Picantes”). Que Howard no parece muy orgulloso de dedicarse a este tipo de material parece indicarlo el que las firmara con el pseudónimo de Sam Walser (Howard también empleó otros pseudónimos, pero normalmente lo hacía para saltarse así la política de las revistas de publicar sólo un relato por autor en cada número).

La mayoría de estos relatos están protagonizados por Wild Bill Clanton, aventurero y marino (como debe ser, con una novia en cada puerto) en los mares del Sur. Clanton es pendenciero y mujeriego, además de dedicarse (entre otras) a ocupaciones tan poco edificantes como el tráfico de armas o de esclavos. La obra de Howard está llena de protagonistas amorales, que difícilmente podrían ser calificados como heroicos. Sin embargo, Clanton sería directamente un personaje despreciable, sin ningún rasgo que lo redima.

Las heroinas de estos relatos combinan el papel de “damisela en apuros” con una actitud sorprendentemente independiente y activa, resultando habitualmente más astutas que sus compañeros masculinos. Ahora bien, eso no las libra de ser víctimas de los intereses de los hombres (tanto de los “buenos” como de los “malos”). En todo caso, ninguna de ellas se encontraría entre los mejores personajes femeninos creados por Howard.

El erotismo de estos relatos resulta bastante inocente para el lector moderno, y sólo va un poco más allá del que puede encontrarse en algunas de las historias de Conan. Básicamente, se trata de relatos de aventuras exóticas en los que se presta especial atención a la mención de las curvas femeninas, que suelen quedar expuestas a la vista con más frecuencia de lo habitual. En todo caso, hay que señalar la existencia de dos versiones distintas en muchos de los relatos: la original escrita por Howard (publicada en 2011) y la que se publicó en su momento en las revistas, previamente censurada. Aún así, el grado de erotismo explícito de estos relatos (considerados pornográficos en su momento) puede ser el mismo que hoy en día puede encontrarse en novelas románticas orientadas al público femenino: los tiempos cambian.

La provocación que buscan estos relatos está más en la insinuación de actividades consideradas ilícitas para el público (llama la atención que se sugiera habitualmente la existencia de sexo interracial), que en la descripción detallada de los encuentros sexuales (que normalmente llevan implícita cierta carga de violencia). Eso explica que los protagonistas se muevan por los estratos más bajos de la sociedad, que los hombres sean delincuentes sin escrúpulos, y que las mujeres estén muy alejadas del prototipo de ama de casa norteamericana de los años 30. En resumen, se trata de contar una historia con diversos elementos considerados tabú por la sociedad biempensante de la época.

En She Devil (abr-1936) [The Girl on the Hell Ship] asistimos por primera vez a como Clanton hace uso de su astucia y de sus puños para derrotar a sus enemigos y quedarse con la chica, la hispano – irlandesa Raquel O’Shane.

Ship in Mutiny (1983) es una continuación del anterior, con la misma pareja protagonista, en la que se ven mezclados con una tribu de una isla perdida de los Mares del Sur.

Desert Blood (jun-1936) [Revenge by Proxy] supone un cambio de escenario, al pasar a Argelia, donde Clanton se ve metido en líos por culpa de una mujer y del tráfico de armas. También vemos que Clanton no tiene ningún problema con el color de la piel de las mujeres.

The Dragon of Kao Tsu (sep-1936) vuelve a Singapur para contarnos una intriga comercial alrededor de una antigüedad. Hay una escena que podría calificarse fácilmente como de violación, yendo demasiado más allá de lo que sería la habitual actitud agresiva del héroe y la resistencia (sólo inicial) de la chica en estos relatos.

En The Purple Heart of Erlik (nov-1936) [Nothing to Lose] la protagonista parece ser más la heroína Arline (chantajeada para robar una joya) que el propio Clanton, que sólo aporta sus puños de hierro a la acción.

Murderer’s Grog (ene-1937) [Outlaw Working] es una floja historia ambientada en la India, en la que un Clanton traficante de armas es manipulado y utilizado por sus enemigos.

Esos son los relatos eróticos protagonizados por el inmoral Clanton, pero no serían los únicos de ese estilo que escribiría Howard. Como por ejemplo, el entretenido Guns of Khartum (1975), que mezcla las aventuras exóticas y el típico rescate de la heroína en apuros, con un protagonista más heroico que Clanton y un sorprendente detalle en el trasfondo histórico (sorprendente para un relato de este género, pero no para Howard). Este relato podría encajar perfectamente en una antología protagonizada por El Borak y personajes similares.

Por su parte, Daughters of Feud (1976) probablemente sea de los relatos más explícitos y de contenido más claramente erótico (siempre dentro de los parámetros de los años 30, claro está). El protagonista es un profesor en un colegio en el que se recomienda el uso del castigo corporal como medida disciplinaria. Como era de esperar, en la historia abundan los elementos sadomasoquistas: desde los azotes a las amenazas de castración. Aún así, Howard también incluye aquí elementos de los habituales en su obra, como la ambientación americana y los feudos que también aparecen en sus westerns.

También se incluirían en esta categoría un par de obras teatrales de título similar: Bastards All! (1987) y Songs of Bastards, escritas por Howard como diversión para compartir con su amigo Tevis Clyde Smith, y nunca pensando en su publicación (por lo que son un poco más explícitas en su lenguaje). Se trata de dos piezas cortas, ambientadas en la Inglaterra Isabelina, y de estilo picaresco y humorístico. Finalmente, hay que incluir en la producción erótica de Howard al relato Miss High-Hat (1986), al parecer también de corte ligero, y She-Cats of Samarcand (1999) es el título habitualmente dado a una breve sinopsis de Howard sobre una historia de espionaje (con elementos eróticos), más en la línea de los relatos de Clanton.

Como puede verse, Howard no consiguió vender muchos de estos relatos, aunque no hay que perder de vista que el erotismo de Wild Bill Clanton dio a Howard en su día más historias publicadas que personajes hoy más populares, como Cormac Mac Art o, incluso, Kull de Valusia.

Partiendo de la base de que estos relatos son puramente alimenticios, bastante repetitivos, y tienen más de lo que hoy podríamos llamar exploitation que de literatura, resultan una lectura entretenida si se toman con cierto sentido del humor y un necesario distanciamiento. En el momento en que los escribe, Howard está en su mejor momento como escritor y aunque parece obvio que no les dedicaría tanta atención y esfuerzo como a otros relatos, su habilidad como autor se nota.