Érase una Vez en el Oeste: Los Westerns de R.E. Howard

Si a la afición de Howard por la historia se le suma el interés por su tierra natal, y se adereza con su fecunda capacidad para escribir los más diversos géneros, parece inevitable que el escritor tejano escribiera cierto número de relatos ambientados en el Salvaje Oeste. Y esta fase de su actividad literaria (coincidente con los últimos años de su vida) no sólo puede rastrearse en su ficción (incluyendo su poesía), sino que puede verse también en artículos, ensayos (como The Ghost of Camp Colorado) y cartas a sus corresponsales habituales (como H.P. Lovecraft). Esta influencia incluso se percibe en otros relatos, siendo quizá el caso más claro el de Beyond the Black River, una de las mejores historias de Conan, en la que pueden verse claramente elementos propios del western, aunque sea en un entorno fantástico.

Tampoco debiera olvidarse la influencia de este género en muchos de sus relatos de terror (como The Man on the Ground o The Dead Remember, pudiendo establecerse una subcategoría propia de westerns sobrenaturales dentro de la producción de Howard más enfocada al horror. Aquí también puede incluirse el relato de alguna anécdota histórica con elementos extraños, del estilo de The Strange Case of Josiah Wilbarger.

Howard incluso tiene un western contemporáneo, llamado Wild Water (1975). Se trata de una historia ambientada en la Gran Depresión (además, con un escenario inspirado por hechos reales sucedidos en su región), pero con todos los códigos del relato del Oeste, en la que un pistolero decide tomarse la justicia por su mano frente a corruptos y especuladores.

Al fin y al cabo, en la época de Howard, hace apenas unas tres décadas de la muerte de algunos legendarios forajidos (como Butch Cassidy y Sundance Kid), y hay testimonio de las entrevistas del propio Howard con nietos de gente que estuvo en tiroteos con Billy el Niño. El Salvaje Oeste no está aún demasiado lejos de la vida en la Texas rural de principios del siglo XX, no está muy lejos de las experiencias del escritor.

Así pues, además de servir de telón de fondo para los relatos humorísticos (con cierto toque costumbrista) protagonizados por Breckinridge Elkins y otros personajes cortados por patrones similares, la época de los pistoleros también le sirvió a Howard para desarrollar unas cuantas historias con un enfoque más serio. Como en los relatos cómicos, el retrato de la región y de su gente (y su lenguaje) está presente, pero no es un elemento tan importante como en aquellos (en los que, al fin y al cabo, se utilizaban en clave humorística).

El número de westerns “serios” escritos por Howard es significativamente menor que el de sus historias cómicas del Oeste. Sin embargo, también son algo más variados y entre ellos puede encontrarse una verdadera joya, como es Vultures of Wahpeton. También parece claro que, al final de su vida, Howard parecía estar iniciando una de sus fases de interés en un tema, en este caso el Salvaje Oeste de su Texas natal. Probablemente, de no haberse suicidado, unos cuantos westerns más habrían encontrado un lugar destacado en su bibliografía.



Steve Allison, The Sonora Kid


The Sonora Kid, apodo del pistolero llamado Steve Allison, es uno de los personajes creados en la juventud de Howard (como también es el caso de El Borak, con el que llega a compartir relato en algún caso). Inevitablemente, los relatos que protagoniza son obras de naturaleza juvenil y no especialmente destacables. Aún así, es significativa su existencia como prueba del temprano interés del escritor por este género.

En The Devil's Joker (1975) [The Devil's Jest; Outlaw Trails], Steve Allison se ve forzado a convertirse en un criminal a causa de una mala jugada del destino. Ahora bien, su sentido del honor personal se interpone en su carrera al margen de la ley.

Knife, Bullet and Noose (1965) [Knife, Gun and Noose] presenta a Sonora Kid enfrentado a unos cazadores de búfalos a causa de una trama mayor en la que está también relacionada su misión actual, de transportar una importante cantidad de dinero. Si el relato anterior se sustentaba en una leve cuestión moral, en este tiene mayor importancia la intriga de la historia.

Los textos protagonizados por The Sonora Kid se completan con cinco relatos más (Brotherly Advice, Desert Rendezvous, Red Curls and Bobbed Hair, The Sonora Kid: Cowhand, The Sonora Kid's Winning Hand), que no serían publicados hasta 1988, junto con relatos inconclusos, como el titulado The West Tower, y otra media docena de fragmentos más.



Grizzly Elkins


El par de relatos en que aparece esté cazador (no se sabe si tiene relación con la familia de Breckinridge) contiene muchos de los elementos que caracterizarán los westerns que se pueden calificar como propiamente “Howardianos”. En general, se trata de temas más propios del género negro (uno de los pocos géneros populares que Howard no tocó demasiado y que no le interesaba), pero integrados en un entorno diferente.

Law – Shooters of Cowtown (1974) [Law Guns of Cowtown] presenta a Grizzly Elkins, capturado por matar a un hombre, y cuyo linchamiento quiere ser aprovechado por unas corruptas autoridades como cortina de humo para cubrir una de sus fechorías. La corrupción de las personas encargadas de hacer cumplir la ley es sin duda uno de los elementos con que se suele encontrar el detective hardboiled y que Howard emplea en este (y otros) western.

En Gunman's Debt (1978) el verdadero protagonista es un tal John Kirby, mientras que Grizzly Elkins es más bien un personaje secundario. Kirby, a causa de un feudo familiar, cae en una trampa en una ciudad sin ley (de nuevo aparece la corrupción de las fuerzas del orden). Con un final explosivo, el relato está aderezado con la presencia de una auténtica mujer fatal.



Westerns Independientes


“Golden Hope” Christmas (dic 1922) es un relato juvenil (Howard tenía 16 años cuando se publicó) y bastante breve, en el que un pistolero siente una punzada de arrepentimiento debido al “espíritu navideño”. Tiene más interés como curiosidad que por sí mismo.

Drums of the Sunset (nov 1928 – ene 1929) [Riders of the Sunset] es un western bastente típico, en el que los personajes principales son un joven vaquero tejano, un viejo minero, un malvado falsificador y su atractiva e inocente sobrina. La presencia de unos indios Navajos (engañados y alcoholizados por el villano de turno) es poco habitual en los relatos de Howard, en los que no abundan los nativos americanos. El final del relato es previsiblemente feliz: todo el relato parece un experimento del autor para demostrar que es capaz de escribir el típico relato del Oeste.

The Judgement of the Desert (1973) [Showdown at Hell's Canyon] es otro western tan típico como el anterior, pero sustituyendo al viejo minero por un misterioso pistolero en el papel de aliado del protagonista. El final también es bastante previsible, aunque tiene algunos elementos de “final no feliz” que lo hacen destacar un poco.

The Extermination of Yellow Donory (1970) [The Killing of Yellow Donory] presenta un inusual duelo psicológico entre un cobarde crónico y un peligroso pistolero. El cobarde Donory busca que le maten provocando un duelo (como forma de suicidarse), mientras que el pistolero se asusta por la actitud desesperada de su retador.

El relato The Last Ride (oct 1935) [Boot – Hill Payoff] es un caso curioso. Se trata de un texto iniciado por R.E. Allen (que escribió los 6 primeros capítulos), pero completado por Howard (compartiendo ambos los beneficios) ante un bloqueo del escritor original. Es una historia de redención, en la que un forajido (de una banda formada por sus hermanos) vuelve al pueblo en que inició sus fechorías para intentar compensarles. En su regreso se encuentra con otro grupo de bandidos que planea arruinar el pueblo (una vez más aparecen elementos de corrupción entre ciudadanos aparentemente honrados).

Vultures' Sanctuary (nov 1936) es una historia poco memorable, en la que su protagonista salva a una chica desconocida impulsado por su código de honor particular.

Vultures of Wahpeton (dic 1936) es de manera indiscutible el mejor western escrito por Howard, y debería estar en cualquier lista que incluya sus mejores historias, con independencia del género. El protagonista es un pistolero llamado Corcoran, contratado por el sheriff de la próspera ciudad minera de Wahpeton. La ciudad está dominada por los Buitres, una banda de forajidos infiltrados en la ciudad cuya identidad nadie conoce. Más que el típico grupo de cuatreros, los Buitres parecen parte del crimen organizado que aparece en las novelas negras. Muy pronto se va desvelando una enmarañada red de traiciones, a la que no son ajenas las fuerzas de la ley de la ciudad. Esta es una de esas historias de un tipo que podríamos llamar “Villanos en la Casa” (cogiendo el título de uno de estos relatos), en las que Howard pone a su protagonista en medio de un grupo de personajes de moral discutible y poco de fiar, para que se enfrente a ellos y salga más o menos airoso. La principal diferencia es que en este el lector no conoce tan bien al protagonista (como puede conocer a Conan, por ejemplo), y no podemos predecir qué es lo que Corcoran va a hacer, y qué decisiones va a tomar. De hecho, buena parte del interés del relato está en la evolución del personaje protagonista, que sufre una catarsis al final y finalmente se encuentra a sí mismo. El final del relato no ofrece concesiones de ningún tipo, y Howard (consciente de ello) ofreció al editor un final alternativo más clásico (es decir, feliz). El editor (en una actitud que le honra) decidió publicar ambos finales, viendo claramente que perder la fuerza del final original era una lástima, pero ofreciendo el final alternativo para aquellos lectores de gustos más tradicionales. Los Buitres de Wahpeton es un western moderno, alejado de los estereotipos de héroes con sombrero blanco y villanos con sombrero negro, con el que Sergio Leone y Clint Eastwood podrían haber hecho una estupenda película.

Otros relatos de Howard que podrían incluirse en el género del western son Bill Smalley and the Power of the Human Eye (1991) [The Power of the Human Eye] y el fragmento Six–Gun Interview.

Le Llamaban Breckinridge: Westerns a puñetazo limpio

Breckinridge Elkins, de Bear Creek


Robert E. Howard es recordado principalmente por sus historias de espada y brujería, de terror o incluso históricas, destacando el habitual tono sombrío de sus narraciones. Por ello sorprende que los personajes a los que el autor dedicó más relatos estén inscritos dentro del género humorístico. Así, después de Steve Costigan, el segundo protagonista más repetido en la obra de Howard es Breckinridge Elkins, un vaquero de Bear Creek, Nevada, pero con orígenes tejanos.

Breckinridge es un gigantón de fuerza desmesurada, de buenas intenciones pero escasa perspicacia, tan hábil con el revólver como con los puños (o piernas, o dientes...) y con una resistencia de hierro. Además, Breckinridge es un verdadero paleto (un hillbilly), que suele meterse en problemas cuando se cruza con otra gente más civilizada y se aleja de su familia (compuesta por personajes no muy distintos de él). Aunque eso no le impide tener su buena dosis de líos con sus parientes y vecinos, dicho sea de paso.

La comicidad de estos relatos está basada en un humor sencillo y sin complicaciones, que podría calificarse perfectamente como slapstick (por extraño que parezca aplicar este término a la palabra escrita). De hecho, casi es posible imaginarse al protagonista como un dibujo animado, un cartoon a lo Tex Avery que podría enloquecer a Yosemite Sam aún más que Bugs Bunny. En sus aventuras, Breckinridge es capaz de enfrentarse a puñetazos a un oso, lanzar un puma dentro de una cabaña llena de bandidos, doblar el cañón de un rifle con las manos, o tirar una puerta abajo dejando aplastada bajo ella a la persona que había detrás. A pesar de la extremada violencia física de estos relatos (la mayoría, si no todos, incluyen una buena cantidad de peleas y destrozos varios), se trata siempre de una violencia inofensiva, en la que nadie muere (en el caso de Breckinridge, gracias a su enorme resistencia). De hecho, cuando Elkins dispara sus revólveres es más fácil que lo haga para asustar a sus rivales (nada menos que volándoles el sombrero de la cabeza) o desarmarles, que para intentar hacerles daño.

El otro elemento característico de estos relatos es el peculiar lenguaje con el que están narrados. Howard refleja la forma de hablar de sus protagonistas, evidentemente popular y alejada de cualquier pretensión culta. Para ello emplea en muchos casos formas escritas muy alejadas de las correctas, simulando la pronunciación y giros idiomáticos propios de los acentos de los personajes. Aunque esto también sucede en algunos de sus otros relatos, es aquí donde mayor uso hace de este recurso, dado el marcado carácter cómico de estas historias. Las confusiones y peculiaridades de la forma de hablar de Breckinridge forman pues un elemento humorístico más. Por otro lado, esto prácticamente imposibilita una traducción adecuada de estos textos, a la vez que complica un poco su interpretación para aquellos lectores para los que el inglés no es su lengua nativa (y, en algunos casos, es posible que hasta para ellos...).

Hay que tener en cuenta que Breckinridge es el narrador en primera persona de estos relatos, lo que probablemente influya en lo exagerado de algunos aspectos narrados. Ahora bien, generalmente no da la sensación de que Elkins esté mintiendo, exagerando o “alterando la realidad” (como sí que parece en algunos relatos de Costigan), sino que más bien parece que Breckinridge vive en un mundo en que las desmesuradas acciones que relata son posibles.

En general, los relatos de Breckinridge Elkins (y similares) resultan más divertidos que los protagonizados por Steve Costigan. Aún partiendo de la misma base y tipo de humor, cuando Howard los escribe tiene más experiencia como escritor. Además, no están tan limitados por la obligación de incluir un combate de boxeo, como sucedía con los relatos del marinero. Ahora bien, eso no impide que haya relatos (y no pocos) de Breckinridge que son repetitivos y que respondan a fórmulas ya empleadas.

Mountain Man (mar-abr 1934) sirve como presentación del personaje, que se encuentra por primera vez con las complejidades de la “civilización”. Quizá como reflejo de su antecesor en lídes cómicas (Costigan), Breckinridge se ve metido por error en un combate de boxeo (aunque pronto queda claro que Elkins no es precisamente un pugilista tradicional). Así, la cosa no acaba a puñetazos, sino en un caótico tiroteo.

En Guns of the Mountains (may-jun 1934) Elkins se ve mezclado en un conflicto entre la ley y unos bandidos, con las consecuencias previsibles dada la poca astucia del protagonista. Este es otro de los elementos habituales de confusión para Breckinridge: en un Oeste donde la línea que separa a la ley del crimen es muy delgada, no es raro que el de Bear Creek confunda a los habitantes de un lado con los del otro.

The Scalp Hunter (ago 1934) [A Stranger in Grizzly Claw] presenta una trama poco clara, en la que Elkins causa el caos habitual en un pueblo mientras busca a un pariente suyo. Por lo demás, la conclusión es bastante previsible.

También A Gent from Bear Creek (oct 1934) tiene una estructura repetitiva y previsible, con un Breckinridge actuando como mediador en asuntos familiares y viéndose envuelto en asuntos ajenos.

En The Road to Bear Creek (dic 1934) Breckinridge de nuevo se mete en problemas (o, más bien, los problemas le acompañan) intentando solucionar un asunto familiar, gracias a una confusión que se ve venir desde el principio.

En The Haunted Mountain (feb 1935) la principal fuente de problemas por una vez no es Breckinridge, sino un estudioso del Este que busca a un hombre primitivo (mientras otros personajes más materialistas van en busca de una mina de oro). En este relato Elkins parece que ha aprendido a escribir, con un estilo incluso aún más peculiar que el que tiene su manera de hablar.

En War on Bear Creek (abr 1935) el protagonista se dedica a cuidar de otro pisaverde ajeno a la vida en el Salvaje Oeste, en este caso un cazador de origen inglés, que se dedica a causar diversos problemas en Bear Creek. Otra de las constantes en las aventuras de Breckinridge, su poca suerte con las mujeres, forma parte importante de este relato.

The Feud Buster (jun 1935) trata de un enfrentamiento entre dos familias debido a un insulto hecho al honor de la hermana de Breckinridge. Merece la pena comentarse que los miembros (de ambos sexos) de la familia Elkins parecen en general cortados por el mismo patrón, y en general lo mismo sucede con todos los habitantes de Bear Creek, que al fin y al cabo están emparentados en su mayor parte. De nuevo, es destacable lo exagerado de las situaciones cómicas.

The Riot at Cougar Paw (oct 1935) vuelve a tratar el tema de la poca suerte de Breckinridge con las mujeres, así como abundar en el caracter de la familia Elkins. En este caso, la trama se centra en una broma del hermano de Breckinridge y el accidentado rescate de uno de sus primos.

En The Apache Mountain War (dic 1935), Breckinridge tiene la doble misión de acabar con la excesiva afición por la bebida de un pariente y ayudar a una pareja de enamorados. El resultado es entretenido, si bien el desarrollo resulta algo confuso.

Pilgrims to the Pecos (feb 1936) [Weary Pilgrims on the Road] es un divertido relato en el que Elkins guía a un grupo de colonos a una zona no muy recomendable. El encuentro con otros colonos (guiados por un primo de Breckinridge) y con los cuatreros mexicanos que reclaman la zona proporciona todo el conflicto necesario.

Pistol Politics (abr 1936) gira alrededor de unas elecciones en las que uno de los candidatos intenta ganar partidarios ofreciendo lo que considera un entretenimiento sofisticado: un concurso de deletreo. Las consecuencias serán cómicas cuando haya un intento de amaño y Breckinridge tenga que ser el jurado del concurso.

Evil Deeds at Red Cougar (jun 1936) es una historia más del montón, en la que Breckinridge es engañado por una mujer y por ello no tiene muy claro qué bando está fuera de la ley y cual la hace cumplir.

High Horse Rampage (ago 1936) [Gents on the Rampage] es algo más original, retratando los intentos de Breckinridge por curar de su supuesta locura a su primo Bearfield Buckner (que ya había aparecido en The Riot at Cougar Paw y Pilgrims to the Pecos, y es mencionado en otros relatos). Para curarlo, a Elkins no se le ocurre nada mejor que recurrir a un vendedor ambulante de elixires milagrosos.

The Conquerin' Hero of the Humbolts (oct 1936) [Politics at Blue Lizard; Politics at Lonesome Lizard] tiene una trama algo más confusa de lo habitual, sin ser por otra parte muy original (Breckinridge ayuda a un amigo contra unos bandidos y pierde a la chica). Este posiblemente sea uno de los defectos habituales de los más flojos de estos relatos: una trama que empieza de una manera para pasar a otra cosa totalmente distinta sin mucha más justificación que las accidentadas acciones del protagonista.

En The Peaceful Pilgrim (1979) [Cupid from Bear Creek] la causa de los problemas de Breckinridge es su buen corazón. Por suerte, su desmedida resistencia física hace que resista sin pestañear (y de ahí la comicidad del relato) los diversos intentos de asesinato de un bandido.

En 'No Cowherders Wanted' (1979) [Gents in Buckskin] se descubre que la reputación de Breckinridge le precede y es reconocido allá por donde va. Por lo demás, Elkins vuelve a meterse en líos por ayudar a un amigo y tiene poco éxito con las mujeres, mientras a su alrededor se desarrolla una rivalidad entre vaqueros y cazadores de búfalos.

Con el mismo título que uno de sus relatos, A Gent from Bear Creek, Howard elaboró una novela, en la que cada capítulo era un relato ya existente de Breckinridge (a excepción de cuatro nuevos capítulos/relatos), ligeramente alterado para darle una línea narrativa más unificada al conjunto. La novela parece ser uno más de los intentos infructuosos de Howard por abrirse paso en el mercado británico, y acabaría siendo publicada en 1937. Los relatos que componen la novela son los siguientes: Striped Shirts and Busted Hearts (nuevo), Mountain Man, Meet Cap'n Kidd (nuevo), Guns of the Mountain, A Gent from Bear Creek, The Feud Buster, The Road to Bear Creek, The Scalp Hunter, Cupid from Bear Creek, The Haunted Mountain, Educate or Bust (nuevo), War on Bear Creek, y When Bear Creek Came to Chawed Ear (nuevo).

Striped Shirts and Busted Hearts sirve de introducción para la novela, dando a Breckinridge un propósito para sus aventuras: hacerse una reputación para ganar el corazón de su amada Glory McGraw.

Meet Cap'n Kid es una continuación directa de Mountain Man, como consecuencia de su creación como capítulo nuevo de la novela. En él, Breckinridge encuentra y doma a su caballo (“Cap'n Kid”), un enorme animal, capaz como pocos de soportar el peso del enorme montañés. La doma del caballo es un ejemplo perfecto del estilo exagerado, como de dibujos animados, de estos relatos. El caballo de Elkins viene a desempeñar en estas historias el mismo papel que Mike (el bulldog de Steve Costigan): un compañero inseparable y fiel, mezcla de mascota y escudero.

Sharp's Gun Serenade [Educate or Bust] presenta a un iletrado Breckinridge muy interesado por hacerse con los servicios de una maestra para Bear Creek. Por supuesto, su interés tiene más que ver con la belleza de la joven que con el deseo de aprender, y los resultados son los previsibles. Curiosamente, en el relato original que lo precede de acuerdo a esta cronología (The Haunted Mountain), Elkins demuestra saber leer y escribir (aunque es posible que Howard corrigiera esto para la novela).

When Bear Creek Came to Chawed Ear ofrece la conclusión de la “novela”, mostrando a un Breckinridge que vuelve al hogar para verse acusado de un crimen y abandonado por los suyos. Quizá por eso sea uno de los relatos con menor contenido cómico de los protagonizados por Elkins, aunque, por supuesto, todo concluya felizmente. Y aquí aparece claramente una peculiaridad del personaje de Breckinridge Elkins: otros personajes de Howard son totalmente individualistas (incluso líderes como Kull o Bran Mak Morn), pero Breckinridge necesita de su “clan” hasta el extremo de caer en la depresión cuando estos le abandonan.

No parece que estos relatos en conjunto formen una trama lo bastante coherente como para ser considerada realmente una novela (por muchas alteraciones que Howard hiciera). Sí que puede tomarse como antología representativa del personaje, pero siempre teniendo en cuenta el origen y las circunstancias de la creación de la “novela”.

Los relatos protagonizados por Breckinridge Elkins se completan con The Curly Wolf of Sawtooth (sep 1936) [A Elston to the Rescue; A Elkins Never Surrenders]que fue publicada inicialmente con el nombre del protagonista cambiado a Bearfield Elston, y con Mayhem and Taxes (1967).



Pike Bearfield


A Gent from the Pecos (oct 1936) [Shave that Hawg!] está protagonizado por Pike Bearfield, un personaje de similares características a las de Breckinridge Elkins. En cierto modo, parece tratarse de la misma situación que sucede con Dennis Dorgan y Steve Costigan: dos personajes idénticos con distinto nombre, empleados para poder publicar más de un relato por revista. En este relato, Bearfield quiere salvar el honor de un pariente al que se le acusa de robar cerdos, aunque todo resulta estar relacionado con un viejo botín escondido y la sorprendente ubicación del correspondiente mapa del tesoro.

En Gents on the Lynch (oct 1936), Pike está en una ciudad minera, en la que le engañan unos ladrones y pierde a la chica. Como puede verse, no es muy distinto a Breckinridge, aunque este relato tiene la particularidad formal de estar narrado como una carta de Pike a su hermano.

The Riot at Bucksnort (oct 1936) repite la narración en forma epistolar, aunque en este caso repartida entre varios documentos, lo que permite unas risibles justificaciones del comportamiento de Pike por parte de su hermano (cuyo relato forma el núcleo de la historia). La historia en sí trata de una serie de rivalidades entre ciudades y entre candidatos al poder, con el habitual caos que rodea al protagonista. Hay que destacar que con este son 4 los relatos de este tipo (entre Elkins y Bearfield) que Howard publicó en Octubre de 1936, lo que da muestra de su popularidad (y rentabilidad).

While Smoke Rolled (1956) fue de hecho publicado inicialmente como una historia de Breckinridge Elkins. En realidad es un relato protagonizado por un antepasado de Bearfield (no muy distinto de su descendiente, por cierto), que da una explicación cómica a un hecho histórico: porqué varias tribus Indias no se unieron a los ingleses en la Guerra de 1812. En todo caso, esto es lo más destacable del relato, junto con una leve crítica (dentro del contexto humorístico de la historia) del tratamiento dado a los nativos americanos por los colonizadores occidentales.

Un quinto relato de Pike Bearfield, The Diablos Trail, sólo existe en forma de fragmento incompleto.



Buckner J. Grimes


En Knife River Prodigal (jul 1937) [A Texas Prodigal] vemos que aunque este nuevo personaje comparte muchos de los rasgos de los otros protagonistas de los westerns cómicos de Howard, es un poco distinto de ellos. Buckner J. Grimes no es tan simple (ni tan fuerte: es un personaje más realista), aunque sigue siendo bastante inocente. Aún así, demuestra más astucia (aunque sin exagerar...) que brutalidad en este enfrentamiento con unos bandidos.

A Man – Eating Jeopard (jun 1936) parece continuación del anterior (como es habitual, la fecha de publicación no tiene por qué coincidir con la de escritura), ya que Grimes sigue mencionando su “peregrinación” a California (para evitar problemas con la ley). De nuevo, el protagonista se ve envuelto en un incidente entre forajidos en el que su segundo nombre (“Jeopardy”...) acaba siendo fuente de confusión y comicidad. Las historias de Grimes son definitivamente relatos un poco más serios, con toques de humor más centrados en el “golpe final” que en el slapstick constante.

Texas John Alden (1944) [A Ringtailed Tornado] también fue reescrito para ser publicado como si Breckinridge Elkins fuera el protagonista (y, en cierto modo, parece más apropiado para él). En todo caso, es un relato bastante rutinario, que juega con la ingenuidad del protagonista y su mala suerte con las mujeres.

Las Aventuras Picantes de Wild Bill Clanton (por Sam Walser)

Hacia el final de su carrera, probablemente acuciado por la necesidad económica (acrecentada por la enfermedad de su madre y los problemas para cobrar los relatos vendidos a Weird Tales), Howard vendió una serie de relatos a la revista Spicy–Adventure Stories (algo así como “Historias de Aventuras Picantes”). Que Howard no parece muy orgulloso de dedicarse a este tipo de material parece indicarlo el que las firmara con el pseudónimo de Sam Walser (Howard también empleó otros pseudónimos, pero normalmente lo hacía para saltarse así la política de las revistas de publicar sólo un relato por autor en cada número).

La mayoría de estos relatos están protagonizados por Wild Bill Clanton, aventurero y marino (como debe ser, con una novia en cada puerto) en los mares del Sur. Clanton es pendenciero y mujeriego, además de dedicarse (entre otras) a ocupaciones tan poco edificantes como el tráfico de armas o de esclavos. La obra de Howard está llena de protagonistas amorales, que difícilmente podrían ser calificados como heroicos. Sin embargo, Clanton sería directamente un personaje despreciable, sin ningún rasgo que lo redima.

El erotismo de estos relatos resulta bastante inocente para el lector moderno, y sólo va un poco más allá del que puede encontrarse en algunas de las historias de Conan. Básicamente, se trata de relatos de aventuras exóticas en los que se presta especial atención a la mención de las curvas femeninas, que suelen quedar expuestas a la vista con más frecuencia de lo habitual. Las heroinas de estos relatos combinan el papel de “damisela en apuros” con una actitud sorprendentemente independiente y activa, resultando habitualmente más astutas que sus compañeros masculinos. Ahora bien, eso no las libra de ser víctimas de los intereses de los hombres (tanto de los “buenos” como de los “malos”). En todo caso, ninguna de ellas se encontraría entre los mejores personajes femeninos creados por Howard. La provocación que buscan estos relatos está más en la insinuación de actividades consideradas ilícitas para el público (llama la atención que se sugiera habitualmente la existencia de sexo interracial), que en la descripción detallada de los encuentros sexuales (que normalmente llevan implícita cierta carga de violencia). Eso explica que los protagonistas se muevan por los estratos más bajos de la sociedad, que los hombres sean delincuentes sin escrúpulos, y que las mujeres estén muy alejadas del prototipo de ama de casa norteamericana de los años 30. En resumen, se trata de contar una historia con diversos elementos considerados tabú por la sociedad biempensante de la época.

En She Devil (abr-1936) [The Girl on the Hell Ship] asistimos por primera vez a como Clanton hace uso de su astucia y de sus puños para derrotar a sus enemigos y quedarse con la chica, la hispano – irlandesa Raquel O’Shane.

Ship in Mutiny (1983) es una continuación del anterior, con la misma pareja protagonista, en la que se ven mezclados con una tribu de una isla perdida de los Mares del Sur.

Desert Blood (jun-1936) [Revenge by Proxy] supone un cambio de escenario, al pasar a Argelia, donde Clanton se ve metido en líos por culpa de una mujer y del tráfico de armas. También vemos que Clanton no tiene ningún problema con el color de la piel de las mujeres.

The Dragon of Kao Tsu (sep-1936) vuelve a Singapur para contarnos una intriga comercial alrededor de una antigüedad. Hay una escena que podría calificarse fácilmente como de violación, yendo demasiado más allá de lo que sería la habitual actitud agresiva del héroe y la resistencia (sólo inicial) de la chica en estos relatos.

En The Purple Heart of Erlik (nov-1936) [Nothing to Lose] la protagonista parece ser más la heroína Arline (chantajeada para robar una joya) que el propio Clanton, que sólo aporta sus puños de hierro a la acción.

Murderer’s Grog (ene-1937) [Outlaw Working] es una floja historia ambientada en la India, en la que un Clanton traficante de armas es manipulado y utilizado por sus enemigos.

Esos son los relatos eróticos protagonizados por el inmoral Clanton, pero no serían los únicos de ese estilo que escribiría Howard. Como por ejemplo, el entretenido Guns of Khartum (1975), que mezcla las aventuras exóticas y el típico rescate de la heroína en apuros, con un protagonista más heroico que Clanton y un sorprendente detalle en el trasfondo histórico (sorprendente para un relato de este género, pero no para Howard). También se incluirían en esta categoría un par de obras teatrales de título similar: Bastards All! (1987) y Songs of Bastards; así como los relatos Daughters of the Feud (1976), Miss High-Hat (1986) y She-Cats of Samarcand (1999). Como puede verse, Howard no consiguió vender ninguno de estos relatos, aunque no hay que perder de vista que el erotismo de Wild Bill Clanton dio a Howard en su día más historias publicadas que personajes hoy más populares, como Cormac Mac Art o, incluso, Kull de Valusia.

Partiendo de la base de que estos relatos son puramente alimenticios, bastante repetitivos, y tienen más de lo que hoy podríamos llamar exploitation que de literatura, resultan una lectura entretenida si se toman con cierto sentido del humor y un necesario distanciamiento. En el momento en que los escribe, Howard está en su mejor momento como escritor y aunque parece obvio que no les dedicaría tanta atención y esfuerzo como a otros relatos, su habilidad como autor se nota.

Geralt de Rivia: Primer Contacto

No puedo calificar más que de decepcionante la lectura de los siete libros que componen la llamada Saga de Geralt de Rivia. Por supuesto, la decepción implica un grado evidente de subjetividad, y es en parte culpa de la lectura, pero también de las expectativas del lector. Así, tras leer las dos primeras antologías de relatos, decidí aplazar la lectura del resto de volúmenes (las novelas) hasta disponer de todas ellas. Al no tratarse de los únicos libros que iban acumulando polvo en mi pila de lecturas pendientes, no creo que el tiempo pasado haya hecho crecer dichas expectativas de forma desmesurada. En todo caso, lo larga que se ha hecho la espera (por no hablar de la incomprensible división del último libro en dos volúmenes) gracias a los editores y/o traductores españoles tampoco ha hecho nada por reducirlas.

Dicho esto, la lectura de la serie escrita por Andrzej Sapkowski es totalmente recomendable (sino imprescindible) para cualquier amante de la fantasía moderna, y la calificaría en su conjunto con un Notable. Por desgracia, no llega al Sobresaliente que parecían prometer los dos primeros volúmenes (y que certificaban las críticas, tanto profesionales como amateurs).

Así, en los dos volúmenes de relatos (El Último Deseo y La Espada del Destino) nos encontramos con lo que probablemente sea lo mejor de toda la serie. Partiendo de la base de que son relatos cortos (un formato que no agrada a todo el mundo), aquí tenemos las mejores historias y el mejor reflejo de Geralt de Rivia como personaje. También aparecen aquí elementos (sobre todo en la segunda antología) que se irán desarrollando en las novelas, por no decir que estas girarán alrededor de alguno de ellos. En todo caso, su lectura es totalmente independiente y no puede decirse que queden cabos sueltos que necesiten resolución en libros posteriores.

Tras esto, las cinco novelas de la saga nos presentan una historia con demasiados elementos tópicos que pueden encontrarse en muchas novelas del género. Buena parte de la originalidad que se encontraba en los relatos (como el hecho de recurrir a elementos procedentes de mitologías del Este de Europa), desaparece en unas novelas pobladas por pueblos pseudo-célticos y pseudo-nórdicos, o por unos Elfos y Enanos bastante estándar.
Por suerte, no son una simple copia que parezca salida de El Señor de los Anillos, pero tampoco puede decirse que rebosen innovación. Si bien es cierto las novelas siguen teniendo el toque de originalidad que les da Sapkowski (acompañado de un sentido del humor nada desdeñable), tampoco resulta el factor dominante. Por otra parte, da la sensación de que sobra texto para lo que se cuenta, y quizá por ello se alternen las novelas más destacables (La Sangre de los Elfos, Bautismo de Fuego y La Dama del Lago) con otras más flojas o de relleno (Tiempo de Odio y La Torre de la Golondrina, que se salva un poco por tener una estructura narrativa más inusual). Finalmente, las cinco novelas componen una única historia larga, sin que haya muchas veces separación clara entre los libros. En todo caso, esto no es raro en este tipo de series, pero hace que las novelas contrasten aún más con los cuentos (historias contenidas en sí mismas).

Por otra parte, para ser una serie de libros llamada "Saga de Geralt de Rivia", lo cierto es que en muchas partes parece que el protagonista no sea él. Por supuesto, no es malo que otros personajes se desarrollen y tengan más presencia de lo que podían tener en textos más breves, pero no parece adecuado que sea a costa del protagonista central. Por poner un ejemplo nada al azar (ya que se trata de un personaje al que Geralt de Rivia le debe bastante), es como si en la mitad de los libros de la serie de Elric de Melniboné el protagonista fuese otro. Además, la ocupación de Geralt como Brujo (una especie de cazador de monstruos que combina el acero con la magia) que centraba la mayor parte de los relatos, en las novelas deja de ser relevante. Está claro que es difícil estructurar toda una novela alrededor de la "caza de bichos", pero es que en las novelas daría lo mismo que Geralt fuese un mercenario, un mago, un vagabundo o un herrero. Así pues, después de crear el personaje en los relatos, parece que Sapkowski decide olvidarlo y convertirlo en un secundario más en la saga a la que da nombre.

Mención aparte merece el tema del lenguaje, siempre teniendo en cuenta que estamos hablando de la versión traducida al castellano y que asumimos que se ha hecho un buen trabajo para reflejar el lenguaje empleado por Sapkowski. El texto refleja los distintos niveles del habla de los diferentes personajes (algo raramente visto en el género), aunque en ocasiones parece un poco excesivo y hasta forzado. En todo caso, en general el resultado es bueno (y sí, original). Por otra parte, da la sensación de que en la traducción se han mantenido de forma innecesaria préstamos de otras lenguas, que quizá sean aceptados en polaco, pero que en el texto en castellano resultan demasiado llamativos. Y finalmente, algo que me parece imperdonable (y que acaba de sacar al lector del mundo fantástico en que se supone que está) es cuando se lee a algún personaje citando a Quevedo o, incluso, a Julio Iglesias (Esto parece indudablemente culpa del traductor: siempre es posible que Sapkowski usara a algún poeta o cantante polaco y la traducción se haya limitado a buscar una equivalencia, pero no parece probable).

En resumen, ¿vale la pena la lectura de la Saga de Geralt de Rivia?. Sí, sin dudarlo: pero parece recomendable olvidarse de las críticas exageradamente positivas que califican a esta serie como una revolución del género. Ni siquiera descarto una futura relectura, ya con la cabeza más fría y siendo consciente de lo que voy a encontrar: es posible que entonces disfrute más de la obra de Sapkowski. La de Geralt es una buena serie de novelas fantásticas, nada más y nada menos, que aportan un poco de humor y de aire fresco al género (pero un poco... no se trata de ningún vendaval) y que porporcionan un buen rato con su lectura. Y quizá esto último sea lo más importante de todo.