Gusanos de la Oscuridad: El Horror en Robert E. Howard

Robert E. Howard puede ser considerado como el inventor de la Sword and Sorcery (aunque el término lo acuñara Fritz Leiber años más tarde), pero no fue un autor que se limitara a un sólo tipo de historias. Así, uno de los géneros al que dedicaría abundantes relatos es el del terror, que siempre encontraba un buen mercado en la revista Weird Tales. Además de los relatos que podrían considerarse de terror propiamente dichos, Howard no era ajeno a incluir numerosos elementos de este género en relatos de otros tipos. Al fin y al cabo, la Espada y Brujería surge al mezclar las aventuras históricas con el horror sobrenatural, y Howard también incluiría elementos sobrenaturales en otros géneros a los que se dedicó, sin olvidar los que parecerían más peregrinos, como el western o los relatos de boxeo.

Así pues, no es fácil categorizar de manera única los relatos de terror de Howard, ya que además en muchos casos comparten elementos comunes. También es difícil establecer límites: en principio se han dejado fuera aquellas historias que merecen categoría propia (como las de Solomon Kane o Steve Harrison) y que además pueden considerarse como parte de un sub–género propio (el fantástico o la Weird Menace). Sin embargo, es imposible no considerar relatos de terror a historias como Rattle of Bones o Graveyard Rats, así que no debe olvidarse que el terror en la obra de Howard puede aparecer en cualquier momento.

Malos Sueños y Locura


De Howard no puede decirse precisamente que sea un autor que profundiza en los aspectos psicológicos de sus personajes y su narración. Quizá por eso resulten más llamativos estos relatos que podrían clasificarse como terror psicológico, aunque tampoco se encuentren entre lo más logrado de su producción.

The Dream Snake (feb – 1928), según Howard, está basada en un sueño que tuvo. Narra la obsesión provocada por un sueño recurrente, relacionado con una serpiente. Es una historia de obsesión que se transforma en locura, aunque al final el sueño resulte tener una manifestación física. El similar, tanto en título como en contenido, The Cobra in the Dream (1968) sigue el camino inverso, de lo físico a lo psicológico, pues se inicia con una tortura real que la víctima revive en sus sueños.

Probablemente el relato más logrado de este tipo sea The Touch of Death (feb – 1930). Es una historia sencilla y breve, que trata de un hombre que sucumbe a su miedo (a la muerte, a la oscuridad) mientras está velando un cadáver.

Interesante es el planteamiento de Spectres in the Dark (1985), un fragmento de relato que Howard no acabó desarrollando y que narra una serie de even tos en los que gente, aparentemente no relacionada, enloquece a causa de "algo" desconocido.

Weird Menace


Además de los relatos protagonizados por el detective Steve Harrison, Howard escribió unos cuantos relatos más que se encuadran perfectamente en el sub–género de la Weird Menace. Personajes siniestros, cultos ancestrales, venenos imposibles y torturas refinadas conviven en estos relatos para ofrecer una buena dosis de escalofríos al lector.

The Grisly Horror (feb – 1935) [Moon of Zambewei] es un perfecto representante de esta categoría: un ancestral culto de origen africano tiene apresada a la amada del protagonista en una región pantanosa del sur de Estados Unidos. Un sacerdote siniestro y traicionero, y un dios que en realidad es un enorme simio carnívoro (probablemente un atavismo de otra época) completan el conjunto de elementos del relato.

Black Talons (dic – 1933) resulta curiosa por lo enrevesado e increíble de su trama, que la hacen rocambolesca en exceso. No faltan un asesinato misterioso, una retorcida tortura y un antiguo culto de origen africano.

Black Wind Blowing (jun – 1936) resulta más flojo, a pesar de lo intrigante de la misteriosa boda con que se inicia el relato. Después, todo se reduce al enésimo culto siniestro que quiere sacrificar a la novia.

Fantasmas y otras Criaturas de las Tinieblas


Las apariciones, los espectros, los vampiros y los hombres–lobo son algunos de los habitantes más habituales del relato de terror, y Howard también los utilizó en varias de sus historias. Ahora bien, el escritor texano raramente se limitó a lo establecido por la tradición para estas criaturas, sino que creaba sus propias interpretaciones. No es que pueda decirse que revolucionara la imagen de ninguno de estos seres, pero ciertamente tampoco que se limitara a emplear los esquemas establecidos por sus antecesores. Así, por ejemplo, el licántropo De Montour de los relatos In the Forest of Villefère y Wolfshead tiene los suficientes elementos diferenciadores como para distinguirse de otros hombres lobo.

Por otra parte, no es raro que Howard empleara algunos de estos elementos sobrenaturales en otras de sus historias. No sorprende, claro está, en las de fantasía, pero resulta más llamativo en otros casos, como en sus relatos de boxeadores. Así, en The Spirit of Tom Molyneaux aparece un fantasma, aunque con influencia más positiva que maléfica y terrorífica.

The Hyena (mar – 1928) es uno de esos relatos con un racismo bastante explícito, admitido en su época, pero hoy inaceptable. Dejando esto de lado, tampoco es un gran relato. Ambientado en África, la rivalidad por una mujer blanca entre un colono (que admite sus prejuicios raciales) y un brujo local (retratado no demasiado negativamente) sirve para desarrollar esta historia de licantropía.

Dermod’s Bane (1967) es un relato de fantasmas no especialmente destacable, que parece inspirado por Poe. El atormentado protagonista se enfrenta en su Irlanda natal al fantasma de un forajido (rival de su familia), y es ayudado por el fantasma de su hermana.

También tiene importancia la ambientación irlandesa en The Cairn on the Headland (ene – 1933), que aprovecha elementos del relato (no pulicado en vida de Howard) The Grey God Passes, relacionados con la Batalla de Clontarf (1014). La historia gira alrededor de un túmulo del que se libera una poderosa entidad, ahuyentada con un crucifijo que es entregado al protagonista por una aparición más benéfica. Con elementos de horror cósmico y "memoria racial" (otro de los elementos habituales en Howard), resulta una interesante y efectiva mezcla.

En The Noseless Horror (1970) se mezclan el misterio de "habitación cerrada" con elementos de Weird Menace para dar lugar a una trama previsible a la vez que poco creíble. Lo más interesante es la naturaleza de la extraña momia que aparece en el relato.

Casonetto’s Last Song (1973) es un breve relato que casi parece adelantado a su tiempo, por el uso que hace de los elementos tecnológicos (en este caso, un disco de fonógrafo) para emplear elementos sobrenaturales (una maldición).

Golnar the Ape (1985) es un breve fragmento que describe un extraño personaje, capaz de "ver dos mundos" a la vez, y casi parece relacionado con las criaturas que aparecen en algunos relatos de Machen y su siniestra versión de los cuentos de hadas y leyendas populares.

Faring Town


Estos relatos casi podrían incluirse en el grupo anterior, pero el hecho de estar ambientados en el mismo lugar, una pequeña ciudad costera llamada Faring Town, les da cierta categoría individual. Se trata de relatos de ambiente marinero (del estilo de los popularizados por W.H. Hodgson), a mitad de camino entre la leyenda popular y el terror más absoluto.

Sea Curse (may – 1928) es una historia bastante típica de este tipo de ambientación, en la que los asesinos y violadores de una joven son maldecidos. Su mejor momento es hacia el final, con la aparición de un barco con una inquietante tripulación.

En Out of the Deep (1967) un cadáver devuelto por el mar se convierte en un "habitante del mar" polimórfico, que casi es presentado como una encarnación del propio océano como ser monstruoso y terrorífico.

Hablando con propiedad, en ningún momento se dice donde transcurre Restless Waters (1974), pero por su tipo esta historia está emparentada sin duda con los relatos de marineros de Faring Town. El relato es correcto pero más que previsible, con su aparición que vuelve de la muerte para vengarse de su asesino.

Hijos de la Oscuridad


Aunque no puede decirse que este tipo de relatos fuera inventado por Howard (la influencia de Arthur Machen es evidente y confesa), lo cierto es que los empleo en buena parte de su universo terrorífico y fantástico. La base de estos relatos es la existencia (en principio, en las islas británicas) de un pueblo semi–humano, de características degradadas y monstruosas. De estos seres procederían las leyendas humanas de duendes, trolls y criaturas de la oscuridad similares, que ocultarían una realidad aún más siniestra y terrorífica. Es posible que en origen estas criaturas fueran no muy distintas de los seres humanos, pero han llegado a nuestros días como atavismos horrorosos y degenerados.

The Little People (1970) es posiblemente el primer relato en que Howard hace uso de lo que aquí llama el "pueblo pequeño". La referencia a Arthur Machen es indudable, siendo uno de sus relatos el iniciador de la historia. Por desgracia, no nos ha llegado el relato completo y hay una hoja perdida (que parece contener una conversación entre los protagonistas y un sueño en que aparece un druida). El final mezcla la acción con la intervención de un deus ex machina, y en realidad el relato es más interesante por su relevancia dentro de la obra de Howard que por su valor narrativo.

En People of the Dark (jun – 1932) se mezclan conceptos de la ya mencionada "memoria racial" con los "hijos de la noche". La parte de los recuerdos del pasado es compartida por el trío protagonista. Esto le da cierto tono poético a un relato que, por otra parte, no carece de acción. El protagonista principal evoluciona al cumplir con su destino, pasando de asesino a salvador.

Aunque tenga lugar propio como parte de la saga de Bran Mak Morn, es imprescindible hablar del que es uno de los mejores relatos de Robert E. Howard: Worms of the Earth (nov – 1932). En esta historia, el horror tiene dos partes complementarias. Por un lado, los propios "gusanos de la tierra", aunque permanecen casi siempre en las sombras (o quizá precisamente por eso), pocas veces son más aterradores que en este relato. Por otra parte, igual de terrorífica es la condenación del protagonista, capaz de pactar con las fuerzas de la oscuridad para acabar con sus enemigos, sólo para darse cuenta entonces de lo que ha hecho, de a qué extremos ha sido capaz de llegar. Nada que ver con otros relatos en los que el protagonista acaba saliendo victorioso: Bran consigue lo que quería, pero el precio pagado ha sido su alma. Como curiosidad, la Piedra Negra que tiene un importante papel en la historia es nombrada en People of the Dark, y el relato además menciona elementos propios de los Mitos de Cthulhu.

The Valley of the Lost (1967) empieza como un western, hasta que el protagonista se interna en una cueva de oscura reputación, en la que encuentra una nueva versión de la "antigua gente". En este caso, las criaturas (definitivamente reptilodes) son presentadas como menos siniestras, pero más alienígenas que en otras ocasiones. Las criaturas incluso se toman la molestia de enseñar mentalmente su historia al protagonista (lo que quizá sea influencia de relatos similares de Lovecraft). De nuevo, el final no puede considerarse precisamente un final feliz.

The Dwellers Under the Tomb (1976) probablemente muestre ya los últimos "coletazos" del interés de Howard por este tema, y el horror que provoca está confundido con una retorcida trama propia de la Weird Menace

Cultos sin Nombre: Howard y los Mitos de Cthulhu


Una importante influencia en los relatos de terror escritos por Howard es su contemporáneo H.P. Lovecraft, de cuyo círculo de corresponsales formaría parte. Lovecraft introdujo al escritor tejano en los "secretos" de los Mitos de Cthulhu, es decir, el conjunto de dioses abominables y libros arcanos con que aderezaba el de Providence sus terroríficas historias para hacer creer que compartían un universo común y, en cierto modo, darles más realismo. Por supuesto, los Mitos de Cthulhu (calificativo que ha perdurado, a pesar de que Lovecraft nunca los bautizó) son algo más que eso, compartiendo ciertos elementos temáticos adicionales, aunque sin llegar a ser la mitología coherente y estructurada que presentan Derleth y sus seguidores.

Así, Howard empezó a incluir en algunos de sus relatos menciones a todo tipo de primigenias deidades y obscenos grimorios, haciéndoles entrar así en el amplio universo de la mitología lovecraftiana, aunque sin dejar de lado su mundo personal. Sin duda, su principal aportación al universo Cthulhuideo es un libro, el Nameless Cults escrito por un alemán loco llamado Von Juntz y descrito (en sus diversas ediciones) con precisión de bibliotecario. En cierto modo, este Cultos Innombrables desempeña el mismo papel en la obra de Howard que el Necronomicon en la de Lovecraft.

Como curiosidad, existe un fragmento en el que Howard vincula su Edad Hiboria (el mundo en que vive Conan) con los Mitos de Cthulhu, diciendo que esa época es mencionada en el Nameless Cults. Por supuesto, esto no debería interpretarse en ningún caso como que los relatos de Conan pueden ser leídos como parte de los Mitos de Cthulhu.

En The Children of the Night (may – 1931) Howard incluso alaba expresamente al relato La Llamada de Cthulhu. Se trata de un relato con acción y fuerza, aunque en ocasiones la mezcla de elementos habituales en Howard resulta un poco excesiva: odios raciales, Mitos de Cthulhu, atavismos pre–humanos, Bran Mak Morn, memoria racial... Como en otros de sus relatos, el terror lo provoca sobre todo la persistencia de un atavismo en nuestros días, aunque también (en menor medida) el fanatismo que invade al protagonista tras la revelación que tiene.

The Black Stone (nov – 1931) es uno de los mejores relatos de Howard, y también uno de los mejores relatos de los Mitos de Cthulhu (sin importar su autor). Tiene una parte que parece casi una investigación periodística, y que lo dota de un falso realismo que hace más impresionante la parte más fantasiosa. Además de los habituales atavismos raciales, Howard introduce aquí elementos de horror cósmico, al insistir en que el hombre ni domina el planeta ni es su primer habitante. Por otra parte, el relato incluye vívidas escenas de un ritual para el que todos los adjetivos se quedan cortos: brutal, impío, bestial, perverso...

The House (2003) es un fragmento de relato (sería finalizado por August Derleth) que trata acerca del pasado del poeta loco Justion Geoffrey, que tiene un importante papel en The Black Stone. Por desgracia, Howard se detuvo justo cuando empezaba la parte más interesante.

The Thing on the Roof (feb – 1932) tiene componentes similares a The Black Stone, pero le falta su fuerza, quizá porque la implicación del narrador (y, por lo tanto, del lector) sea menor. Aún así, es un correcto relato dentro de este género, que trata de un antiguo dios liberado del templo en que estaba atrapado.

The Hoofed Thing (1970) comienza con un tono muy ligero, casi humorístico, que luego se va convirtiendo en una mezcla de Weird Menace y relato lovecraftiano (con una mención del Nameless Cults bastante traída por los pelos) acerca de una criatura procedente de otra dimensión que debe ser convenientemente alimentada. Quizá lo más curioso sea ver como el protagonista, lejos de asustarse, se enfrenta al ente espada en mano.

The Fire of Asshurbanipal (dic – 1936) es un entretenido relato de aventuras, acerca de la búsqueda de una ciudad perdida en el desierto. Existe una primera versión de este relato sin elementos sobrenaturales, pero la que acabó publicándose en Weird Tales es esta, a la que se le añadieron elementos propios de los Mitos de Cthulhu: libros arcanos, dioses remotos y una pizca de horror cósmico. Aún así, sigue siendo más una historia de aventuras que de terror.

The People of the Black Coast (1969) es un breve relato no muy logrado, pero con algunos elementos de horror cósmico, y ambientado en una isla que parece una versión menos extraña de la R'lyeh lovecraftiana.

Es interesante señalar la participación de Howard en el relato The Challenge from Beyond (sep – 1935). Se trata de un relato escrito en round–robin (por turnos, cada autor continúa el relato de sus predecesores) en el que participaron C.L. Moore, Abraham Merritt, H.P. Lovecraft, R.E. Howard y Frank Belknap Long. La idea y los nombres asociados son interesantes, pero el desarrollo no lo es tanto: Lovecraft es quien determina la orientación del relato, pero no es demasiado original.

John Kirowan y sus compañeros


A la hora de categorizar los textos de Howard, existe cierta tendencia a agrupar varios de sus relatos (siete u ocho) como protagonizados por John Kirowan (o, peor aún, por Conrad y Kirowan), como si se tratara de una especie de detective (o pareja de investigadores) con afición a los casos sobrenaturales. Sin embargo, hay pocas evidencias para pensar que estos relatos estén protagonizados realmente por los mismos personajes.

A favor de la existencia de unos personajes comunes en estos relatos aparece la obvia coincidencia de apellidos, aunque no puede olvidarse la costumbre de Howard de reciclar los nombres de sus personajes para historias totalmente distintas (aunque aún hay quien piense que el protagonista de Skull-Face es el mismo Costigan que protagoniza sus relatos humorísticos de boxeo). Por otro lado, existen algunas menciones comunes al Yucatán y a Hungría, que pueden fácilmente considerarse simples referencias a lugares "exóticos".

En contra de que los protagonistas sean los mismos, los elementos a considerar parecen más sólidos. Una vez desmontados los argumentos de los apellidos y el pasado exótico, es importante considerar el nombre de pila del personaje. Los partidarios de la existencia de "Conrad y Kirowan" suelen incluir el relato Dermod’s Bane en esta categoría, olvidando que el protagonista se llama Michael, mientras que el Kirowan de otro relato es llamado John o, simplemente, Profesor. Pero, aún asumiendo la posible existencia de un Profesor John Kirowan, la presencia de un compañero llamado Conrad es aún más dudosa. El recurso de la pareja de protagonistas aparece en muchos relatos (con o sin Kirowan), ya que permite al narrador establecer un diálogo que resulta más informativo para el lector. Sin embargo, este compañero aparece nombreado como Conrad, como John Conrad (como el personaje del relato The Voice of El-Lil, y como James Conrad. Por no hablar de las veces en que el compañero de Kirowan tiene un nombre totalmente distinto.

En todo caso, el mejor argumento para limitar el protagonismo de Kirowan parece puramente literario. No parece creíble, o minimiza su capacidad terrorífica, el hecho de que un personaje supere sin secuelas de ningún tipo las terribles experiencias de algunos de estos relatos y aparezca, como si nada, en otro relato para enfrentarse a una nueva amenaza sobrenatural. Esto es especialmente difícil de aceptar en casos como The Black Stone, cuyo anónimo protagonista es a veces identificado con John Kirowan. Resulta más aceptable en algunos casos en los que la presencia de Kirowan (o Conrad) es más testimonial que otra cosa, como sucede en The Children of the Night, donde los verdaderos protagonistas son otros (este relato además es todo un muestrario de apellidos más o menos comunes en la obra de Howard).

Así, estos son los relatos que suelen agruparse en esta categoría (junto a las razones por las que esto no es adecuado):


  • The Black Stone: el protagonista es anónimo, y los efectos del relato dificultan que sea creíble como John Kirowan.
  • The Children of the Night: aparecen (pero no protagonizan) el Profesor Kirowan y Conrad.
  • Dermod's Bane: el protagonista se llama Michael Kirowan.
  • Dig Me No Grave: los protagonistas son Kirowan y John Conrad.
  • The Dwellers Under the Tomb: el protagonista es John Conrad, Kirowan no aparece.
  • The Haunter of the Ring: el protagonista es John Kirowan, pero su compañero no es Conrad.
  • The House: los protagonistas de este fragmento (relacionado con The Black Stone son Kirowan y James Conrad.
  • The Voice of El-Lil: este relato de aventuras fantásticas está protagonizado por un personaje llamado John Conrad.

En resumen, toda esta demostración casi matemática deja sólo un par de relatos que agrupar de manera adecuada como relatos de "Conrad y Kirowan" (y en uno de ellos, Conrad no aparece...).

The Haunter of the Ring (jun – 1934) es un buen relato, aunque algo melodramático, en el que se menciona el anillo de Thoth–Amon (personaje y objeto que aparecen en The Phoenix on the Sword), pero se trata de una referencia a lo "Mitos de Cthulhu", sin más relación con el universo de Conan.

En Dig Me No Grave (feb – 1937) también es relato correcto, en el que se trata del pacto diabólico de un siniestro ocultista. Algunas referencias a Yog – Sothoth y a Kathulos (el hechicero de Skull–Face) lo relacionan parcialmente con los Mitos de Cthulhu.

Extraño Sudoeste


Como parte de su interés por su tierra natal, existe cierto número de relatos de terror ambientados en el sudoeste de Estados Unidos, en los que la representación de la región en que transcurre la acción es inseparable de la historia en sí. Incluso podría decirse que Howard fue uno de los precursores o pioneros del sub–género al que se suele llamar Weird Western, caracterizado por mezclar elementos fantásticos con el western. Aunque no todas las historias de esta categoría sucedan en la época del Salvaje Oeste, no por ello dejan de aparecer en ellos elementos propios del western. Por otro lado, no son estos los únicos relatos en los que aparece representado este género genuinamente americano, como demuestra The Valley of the Lost, que pasa del relato de pistoleros y rivalidades tejanas al horror cósmico con toques lovecraftianos.

The Shadow of the Beast (1977) presenta una idea original en la naturaleza del fantasma que puebla su caso encantada, pero poco más. Es un relato de típica ambientación sureña con el racismo implícito que ello conlleva: no hay que olvida la época en que están escritos estos relatos y la sociedad que presentan.

El mayor interés de The Horror from the Mound (may – 1932) es su inusual ambientación para el tratamiento de un tema clásico (en este caso, se trata de un vampiro de la época de los conquistadores españoles). Aparecen aquí el interés de Howard por su tierra y por su historia.

The Man on the Ground (jul – 1933) es una breve historia acerca de la rivalidad entre dos personas (los típicos "feudos" que aparecen en muchos de sus westerns), pero con un final con toque sobrenatural (más que puramente terrorífico).

También Old Garfield’s Heart (dic – 1933) es un relato más sobrenatural que de horror, de ambientación contemporánea pero que se remite a la época del salvaje Oeste. La historia es la de un anciano que vive gracias a un corazón de extraño origen.

Kelly the Conjure Man (1964) es una breve semblanza/artículo de un personaje cuyo origen probablemente esté en alguna leyenda local. Su mayor interés está en verlo como prólogo e influencia en Black Canaan.

Black Canaan (jun – 1936), a pesar de su contexto claramente racista, es un buen relato. Aunque trata de una revuelta de negros contra blancos, merece la pena notar que el brujo instigador (y su seductora cómplice) no son retratados negativamente ni mediante estereotipos raciales. Especialmente llamativo es el retrato de la atracción del protagonista por la Novia de Damballah que surge de forma natural y con el encanto de lo prohibido, aunque luego se refuerce mágicamente.

The Dead Remember (ago – 1936) puede verse casi como un reflejo del anterior. En esta historia de venganza más allá de la muerte, los "buenos" (aunque empleen brujería y medios sobrenaturales) son los negros asesinados por un despreciable blanco (que recibe su merecido). Además, muestra la particularidad de componer su narrativa mediante cartas, documentos y testimonios diversos.

Sin duda, el mejor relato de esta categoría es el terrorífico Pigeons From Hell (may – 1938), considerado también como uno de los mejores relatos de terror de Howard. La ambientación sureña está acompañada de logrados elementos macabros dentro de una casa encantada, a los que se añaden las leyendas del vudú e incluso la creación de un monstruo original. Se trata de la zuvembie, una especie de zombie femenino con poderes brujeriles que emplea en esta clásica historia de venganza más allá de la tumba.

Howard y el Horror


Injustamente oscurecida por sus propias creaciones, así como por la obra de sus contemporáneos, la obra terrorífica de Robert E. Howard puede llegar a pasar desapercibida para el lector casual. Al fin y al cabo, Howard no es un autor al que se suela mencionar cuando se habla de la literatura de terror (ni siquiere si nos limitamos a lo que se suele denigrar como "literatura popular"). Sin embargo, a poco que se conozca su obra, es fácil notar que los elementos terroríficos no suelen estar muy lejos de casi todo lo que escribía el tejano, y esto es especialmente notable en aquellos relatos centrados directamente en el horror. Howard no puede ser considerado un innovador del género (como H.P. Lovecraft), pero alguien capaz de escribir Worms of the Earth, The Black Stone o Pigeons From Hell debería ser considerado al menos como uno de sus autores destacados.

Conan the Adventurer

Una de las series de TV más famosas de mediados a finales de los años 90, convertida en fenómeno y serie de culto, fue Xena: Warrior Princess. Entre sus diversos imitadores se encuentra Conan the Adventurer, serie inspirada (muy libremente) por el personaje creado por Robert E. Howard. La serie duró una única temporada de 22 capítulos entre 1997 y 1998, lo que resulta comprensible dada su escasa calidad. De hecho, lo que resulta sorprendente es que se le diera luz verde en algún momento.

A Conan, el personaje central, le da vida Ralph Moeller, actor/culturista alemán conocido sobre todo por interpretar al amigo germano del personaje de Russell Crowe en Gladiator. Este Conan parece seguir (aproximadamente) la continuidad establecida en las películas protagonizadas por Arnold Schwarzenagger, aunque su tono estaría más cerca de Conan el Destructor y El Guerrero Rojo que de Conan el Bárbaro. Moeller hace lo que puede con el personaje, lastrado por los lamentables guiones de la serie y sus limitadas capacidades como actor. A Conan le sigue en sus aventuras un pequeño grupo de aliados, lo que no deja de ser un contrasentido para un personaje tan solitario e individualista como el Cimmerio. Estos compañeros suelen proporcionar los momentos cómicos de la serie (que no son pocos… pero tampoco muy inspirados). Hasta cierto punto es comprensible el uso de personajes de apoyo, pero hubiera sido mejor usar un formato de reparto variable y aliados ocasionales, como sucede con el personaje de Karela (que parece inspirada ligeramente en el personaje del mismo nombre que aparece en las novelas de Robert Jordan dedicadas a Conan). El enfoque de serie "de grupo", incluso permite que haya un capítulo (Homecoming) en el que Conan sólo aparezca al principio y al final de la historia, cediendo el protagonismo al resto de personajes (que aún son menos interesantes que este Conan).

En general el reparto (sobre todo el femenino) está formado por caras (y cuerpos) habituales por apariciones aisladas en series televisivas como Los Vigilantes de la Playa y sus imitadoras. Incluso hay un par de intervenciones de actrices que llegarían a "auténticas" vigilantes de la playa, como Brooke Burns y Angelica Bridges (como Red Sonja en el capítulo del mismo nombre). Es curioso (y significativo) que estos sean los mayores logros de los actores aparecidos en la serie, y da idea de su nivel. Al menos se ha optado por físicos moderados: hubiera sido difícil justificar la existencia de los implantes de silicona en la Era Hibórea. Ocasionalmente aparece alguna cara conocida (de segunda división, eso sí), como Lou Ferrigno (El Increíble Hulk), Robert Culp (El Gran Héroe Americano), Ali Landry (miss USA 1996 y ocasional actriz televisiva) o incluso Mickey Rooney. El punto sofisticado (por decir algo) lo da el uso de "el rostro de Richard Burton" (así aparece acreditado) para generar por ordenador un dios Crom de facciones tan inadecuadas como baja calidad en la simulación. Ni siquiera el villano recurrente, el hechicero interpretado por el británico Jeremy Kemp, ofrece una interpretación convincente. Quizá incluso sea una de las peores, pues su extraña manera de declamar hace pensar en algún problema de dicción (o que le engañaron y creía estar haciendo una parodia...). La actuación vocal de la calavera parlante con la que comparte casi todas sus escenas es un poco mejor, excepto cuando se comporta como un Teleñeco (sólo sucede en un capítulo, pero aún así...).

Estamos ante un serie de bajo presupuesto, lo que resulta más que evidente en elementos como la pobreza de vestuarios (por supuesto, este Conan es el de taparrabos de piel y poco más), complementos (las espadas, además de su falso aspecto, no es raro que se doblen) y escenarios. Prácticamente toda la serie transcurre en exteriores boscosos genéricos (está rodada en Mexico) y en interiores poco desarrollados. También aparece alguna pequeña aldea o similar, pero escasas ciudades o fortalezas, cuyos planos lejanos están generados por ordenador con más bien poca calidad. El uso de unos gráficos generados por ordenador y cromas nada convincentes es claramente perceptible cuando aparece, no engañando al espectador en ningún caso. Los maquillajes y efectos prácticos no es que sean gran cosa, pero son algo más creíbles, probablemente al ser una técnica más consolidada: estamos hablando de una época en que los gráficos por ordenador no estaban tan desarrollados como en la actualidad.

En una serie de acción (y más tratándose de Conan) es inevitable hablar de los combates cuerpo a cuerpo. Por desgracia, estos se limitan habitualmente a un rutinario intercambio de golpes con las espadas hasta que uno de los luchadores (Conan normalmente) decide golpear en el cuerpo de su rival. En resumen, parece un enfrentamiento más propio de un patio de colegio que de un combate a muerte. Algunos de los compañeros de Conan emplean movimientos propios de las artes marciales, lo que les da alguna mayor variedad y espectacularidad, pero sin exagerar. Por no hablar de acciones totalmente absurdas que aparecen más de una vez: ¿quien en su sano juicio da un puñetazo en la cara a un soldado protegido por un yelmo completo?

Algunas de estas cosas, especialmente las relacionadas con la precariedad de los medios disponibles, serían disculpables si al menos los guiones y las historias estuvieran a la altura. Por desgracia, no es el caso. Como ya se ha comentado, el personaje central está más próximo al de las películas (lo que, si bien es discutible, resulta comprensible) que al de los relatos originales, y vive aventuras que parecen sacadas de los peores comics o pastiches. Un Conan al que la cabecera presenta como "Amante... amigo... héroe" o al que reciben en una aldea entre gritos de "Es Conan: él nos ayudará", no es precisamente  el personaje creado por Robert E. Howard. Además, es un Conan "predestinado a liberar a los oprimidos", al que Crom guía e incluso ayuda en alguna ocasión. Obviamente tampoco puede decirse que se haya hecho ningún esfuerzo por recrear el mundo de la Era Hibórea, y el poco interés de la trama general (que enfrenta a un Conan destinado a ser rey con un lejano hechicero) se une a unos poco inspirados episodios tomados individualmente.

Por supuesto, la presencia de Howard en los guiones es puramente testimonial. En el episodio piloto o episodio doble con que se inicia la serie, titulado The Heart of the Elephant (y producido por Brian Yuzna, productor de Re-Animator y títulos similares), apenas un par de cosas guardan relación con la conocida historia de título similar. En Impostor aparece un aprendiz de mago que recuerda ligeramente a un personaje de The People of the Black Circle. Quizá por ello el episodio más destacable sea Shadows of Death, que resulta ser una adaptación relativamente fiel de la historia Shadows in the Moonlight (por supuesto, no está rodado de noche, que es más complicado).

No tiene mucho sentido un análisis pormenorizado capítulo a capítulo de la serie, pero se pueden comentar algunas cosas de algunos capítulos. The Siege of Ahl Sohn-Bar no es uno de los peores capítulos, pero presenta la curiosidad de hacer desaparecer (sin más explicación) a uno de los miembros del "séquito" de Conan: estos errores de continuidad tampoco sorprenden. En Ransom casi se intuyen algunos momentos de como se comportaría el verdadero Conan, pero esto dura poco. The Taming tiene el dudoso honor de mostrar a Conan invocando a Crom y al dios respondiéndole y dando poder a su espada mediante un rayo. The Child, además de sus confusas alusiones al cristianismo en el futuro de la Era Hibórea, parece inspirado por lo que menos se esperaría cualquiera en una aventura de Conan: la comedia Tres Solteros y un Biberón. Red Sonja no va más allá de satisfacer la curiosidad por ver al personaje de comic (con un físico más adecuado que el de Brigitte Nielsen en El Guerrero Rojo, dicho sea de paso). En Antidote, Conan es envenenado y esto sirve de excusa para hacer un episodio a base de flashbacks de otros capítulos. Lo peor es el montaje a ritmo de canción "epic pop", interpretada por Terry Reid (músico inglés que podría haber sido vocalista de Led Zeppelin y de Deep Purple, puestos que rechazó). Lethal Wizards ofrece un final bastante apresurado a la trama central de la serie (y la muerte del malo es ridícula a más no poder). Además, varias de sus escenas aparecen como flashbacks en el episodio anterior, lo que resulta un poco extraño (aunque es cierto que en su emisión televisiva se emitieron al revés...)

En conclusión, una serie totalmente prescindible, de la que es difícil intentar decir algo bueno. Sus 22 capítulos son unas 16 horas de vida que podrían dedicarse a tareas más satisfactorias (como, por ejemplo, leer algunos de los relatos originales de Robert E. Howard).

Northwest Smith

A la escritora de fantasía y ciencia ficción C.L. Moore se la recuerda (además de por su papel pionero en un campo predominantemente masculino) por dos personajes: la heroína fantástica Jirel de Joiry y el aventurero espacial Northwest Smith.

Northwest Smith es un aventurero y contrabandista de moral más bien discutible, que vive al margen de la ley en un futuro indeterminado, en un universo compuesto básicamente por unos colonizados planetas Tierra, Venus y Marte. Aún así, las aventuras de Smith transcurren casi siempre en un fronterizo Marte, con una ambientación bastante cercana al western (de hecho, parece ser que el personaje fue creado originalmente como un personaje de dicho género). Así, no es raro que Smith esté a bordo de una nave espacial sólo en un relato (Yvala) y más a menudo tenga el aspecto de un pistolero en una ciudad polvorienta (en este caso, de Marte). Naturalmente, no puede buscarse ciencia ficción hard en estas historias: se trata del Marte de los canales y el Venus de atmósfera respirable, más cercanos a las fantasías de Edgar Rice Burroughs y a otros autores pulp que a las imágenes que recibimos hoy de las misiones de la NASA.

Al igual que sucede con Jirel de Joiry, la presentación del personaje realizada por muchos críticos (y autores de introducciones) juega en su contra. Así, normalmente Northwest Smith es presentado como el antepasado literario de Han Solo e, incluso, es comparado también con Indiana Jones (aunque esto es aún menos comprensible, como no sea por culpa de Harrison Ford). Evidentemente, los tres personajes comparten un origen común como aventureros de orígenes pulp (con la modernización/homenaje que suponen los creados por George Lucas), pero sus aventuras tienen poco que ver. Las historias protagonizadas por Northwest Smith son más bien relatos de horror cósmico, con escasa acción, en los que ciertamente nunca esperaríamos ver a Han Solo.

Northwest Smith protagonizó un total de trece relatos, de los que la mayor parte (diez) fueron publicados en la legendaria revista Weird Tales (los otros tres fueron publicados en diversos fanzines). Dos de los relatos son colaboraciones, escritas con Forrest J. Ackerman (editor, escritor y famoso coleccionista) y con su marido Henry Kuttner. Como ya se ha dicho, parece lógico que estos relatos aparecieran en esta revista como relatos de horror y no en alguna dedicada más plenamente a la ciencia ficción.

Shambleau (nov-1933) es el primer relato protagonizado por Northwest Smith, el más famoso y, muy posiblemente, el mejor. En esta historia, el protagonista rescata a una misteriosa y felina alienígena de una multitud que pretende lincharla. El relato se centra en la relación entre ambos, y en la mezcla de atracción y repulsión que siente Northwest. Por supuesto, la misteriosa criatura es más de lo que parece, estableciendo referencias a antiguo mitos griegos, y Northwest no parece capaz de resistirse al impuro placer que obtiene gracias a ella. Tendrá que ser Yarol, su amigo Venusino, el que le rescate. El tono sensual con toques malsanos del relato es lo más destacable del texto y resulta bastante sorprendente teniendo en cuenta la época en que fue escrito (y, para que negarlo, el sexo del autor: que una mujer escribiera algo tan "abiertamente" provocativo en aquella época es aún más sorprendente). No es el único relato en el que el sexo aparezca como subtexto más o menos evidente, pero sí en el que es más claro.

Similar resulta Black Thirst (abr-1934), en el que una seductora cortesana atrae a Northwest a un misterioso templo habitado por un vampírico ser. Esto le conducirá a una historia que se centra más en el horror cósmico y el conflicto interno. De nuevo, la ayuda de un personaje es básica para que el protagonista salga del lío en que se ha metido. Está pasividad es uno de los principales defectos de Smith como personaje: normalmente es más bien pasivo y reactivo, convirtiéndose más en un espectador que en un protagonista de la acción.

Algo más de iniciativa (pero no mucha) muestra Smith en Scarlet Dream (may-1934), en el que un extraño manto le transporta a una misteriosa dimensión onírica (con chica atractiva incluida).

Dust of Gods (ago-1934) es una historia que se sale un poco de la fórmula (lo que, automáticamente, la hace más atractiva), con un planteamiento más habitual en el relato de aventuras y sin la presencia del típico personaje femenino. Northwest y Yarol son contratados para buscar los restos de un antiguo dios en unas ruinas. De nuevo, el horror cósmico es el principal elemento de la historia.

Julhi (mar-1935) es un relato de trama casi inexistente, dominado por las extensas descripciones. Los elementos de la historia recuerdan bastante a los de Black Thirst, pero sirven únicamente de excusa para describir una extraña ciudad (y sus habitantes) perdida entre dimensiones.

En colaboración con Forrest J. Ackerman, Nymph of Darkness (abr-1935) sigue la fórmula habitual (Norhwest ayuda a chica, chica oculta algo) pero resulta un poco más interesante al contener algo más de acción y algo menos de descripciones excesivas.

The Cold Gray God (oct-1935) es un buen relato gracias sobre todo a sus partes inicial y final. La parte central, dedicada más a la descripción imaginativa, tampoco desmerece, por lo que el conjunto resulta satisfactorio (a pesar de lo reiterativo).

En Yvala (feb-1936), Northwest y Yarol viajan a una de las lunas de Júpiter para capturar a unas legendarias "sirenas" para un mercader de esclavos. Queda claro que el protagonista no tiene demasiados reparos morales, pero recibirá su castigo cuando se encuentren con una variante de otro mito griego (en este caso, el de Circe).

A pesar de su interesante giro final y de estar ambientado en la Tierra, Lost Paradise (jul-1936) tiene una trama más bien poco interesante. Smith viaja con la mente a un remoto pasado, y toda la historia es la narración de esta "película" que está viendo el protagonista.

The Tree of Life (oct-1936) es otro relato totalmente típico en el que Northwest, atrapado en un ambiente selvático, es atraído hipnóticamente por una criatura de aspecto arbóreo que desea devorarlo.

Quest of the Starstone (nov-1937) está escrito junto a Henry Kuttner, y es el relato que (a petición de los aficionados) reúne a Northwest y a Jirel de Joiry. Aunque el planteamiento es algo más original de lo habitual, el concepto resulta demasiado forzado y sólo tiene interés como curiosidad. Eso sí, probablemente sea más apropiado clasificarlo como relato de Northwest que como historia de Jirel.

Werewoman (invierno 1938-1939) es una floja historia con elementos de licantropía.

Finalmente, Song in a Minor Key (feb-1940) es una brevísima reflexión de tono entre melancólico y fatalista sobre los orígenes de Northwest. Sería más interesante si el personaje estuviera más desarrollado en otros relatos.

Los relatos protagonizados por Northwest Smith tienen los mismos defectos y las mismas virtudes que los dedicados a Jirel de Joiry. C.L. Moore crea envolventes y densas descripciones rebosantes de imaginación, pero al servicio de unas tramas excesivamente reiterativas. Por otra parte, Northwest parece un personaje menos desarrollado o menos interesante que Jirel, lo que es un punto negativo más a tener en cuenta. Finalmente, Northwest aparece en más historias y menos variadas que las de Jirel, lo que también juega en su contra (especialmente si se leen de tirón en la típica antología). Como con Jirel, quizá lo mejor sea quedarse con alguno de los mejores relatos (Dust of the Gods, The Cold Gray God, Yvala y, sobre todo, Shambleau) y no arriesgarse a sufrir una sobredosis de Northwest Smith. Y, por supuesto, olvidarse de comparaciones con otros personajes de ficción de características similares y narrativa totalmente distinta.

Marineros y Boxeadores

Sailor Costigan


Otro de los géneros al que R.E. Howard se dedicó con interés es un tipo de relatos que hoy podríamos considerar extinto, pero que en su época llenaban sus propias revistas pulp (como Fight Stories): los relatos de boxeo. A mitad de camino entre el relato de aventuras con toques noir y la crónica deportiva, estos relatos tienen un significado muy personal para su autor. Y es que Howard era muy aficionado a este deporte, como espectador y como boxeador aficionado.

Precisamente uno de los personajes que protagonizan este tipo de relatos, el marinero y boxeador tejano de origen irlandés Sailor Steve Costigan es el personaje al que Howard dedicó más historias (superando en cantidad a otros de sus personajes más populares). Costigan es un marino pendenciero, narrador en primera persona de sus aventuras. Los relatos de Costigan tienen un marcado carácter humorístico, empezando por su peculiar manera de hablar y continuando con los problemas en que se mete por su buen corazón. No se trata precisamente de un humor sutil y sofisticado, pero no por ello es menos efectivo en el contexto en el que está.

La mayor parte de estos relatos responden a una misma estructura: el protagonista, que está en algún lugar exótico, se mete en una pelea por una razón u otra, y una buena parte del relato se dedica a la descripción detallada del combate a puñetazos. Sin duda, considerados en su conjunto pueden resultar un poco repetitivos, pero a favor de Howard hay que decir que es capaz de hacer que el lector se sienta en medio del combate gracias a su narración. Howard es un maestro en las escenas de acción brutal, y pocas cosas más brutales puede haber que dos hombres intentando dejarse inconscientes a puñetazos.

Muchos de los relatos publicados originalmente en Fight Stories fueron vueltos a publicar (entre 5 y 10 años después) en la misma revista, pero firmados por el pseudónimo “Mark Adam”, e incluso cambiando el título original.

The Pit of the Serpent (jul-1929) [Manila Manslaughter] es la primera historia publicada protagonizada por Costigan. Es un relato bastante típico en el que el protagonista se ve envuelto en una pelea ilegal (en el pozo del título) a causa de una mujer. La mayor parte de los elementos (el humor, los lugares exóticos, la poca fiabilidad de Costigan como narrador…) ya aparecen en esta historia.

En The Bull Dog Breed (feb-1930) [You Got to Kill a Bulldog], Costigan se mete en una pelea a causa de su bulldog Mike. Es muy similar al relato anterior, aunque sin su sentido del humor, sustituido aquí por la exaltación de la lealtad y la persistencia.

En Sailor's Grudge (mar-1930) [Costigan vs. Kid Camera], Costigan se ve envuelto en una pelea filmada para una película,a causa de una mujer y la poca cabeza del protagonista, como no podía ser menos.

Poco humor hay en Fist and Fang (may-1930) [Cannibal Fists], con Costigan atrapado por una tribu hostil en una isla, y que más parece un relato de aventuras (con toques de terror) que uno cómico. Da la sensación de que en esta época Howard todavía no tiene claro el enfoque definitivo del personaje.

En Winner Take All (jul-1930) [Sucker Fight] Costigan necesita dinero para comprar unas acciones (pues ha recibido un soplo diciendo que van a multiplicar su valor inmensamente), y la única forma de conseguir ese dinero es mediante un combate. Teniendo en cuenta que la información bursatil procede de una mujer, es fácil predecir los resultados.

Waterfront Fists (sep-1930) [Stand Up and Slug!] presenta un combate entre los campeones de dos barcos mercantes (por supuesto, Costigan es uno de ellos). El combate, eso sí, se ve alterado por la debilidad de Costigan por las mujeres.

En The Champion of the Forecastle (nov-1930) [Champ of the Forecastle; The Champion of the Seven Seas], Costigan actúa como entrenador de un compañero. De nuevo, la historia gira alrededor de los enredos provocados por una mujer, y no carece de escenas humorísticas.

Waterfront Law (ene-1931) [The TNT Punch; The Waterfront Wallop] presenta de nuevo a Costigan engañado y metido en líos por culpa de su buena naturaleza (y, en este caso, patriotismo). Aquí aparece por primera vez un elemento de juego sucio dentro de las peleas, que tanto en el ring como fuera de él normalmente suelen ser bastante limpias.

Tras un combate perdido por una decisión arbitral equivocada, en Alleys of Peril (ene-1931) [Leather Lightning] Costigan parte en busca de venganza, lo que le llevará a mezclarse con el mundillo criminal de Hong Kong. Como relato de humor no es gran cosa, pero tiene a su favor el hecho de no seguir la fórmula habitual.

Texas Fists (may-1931) [Sanghied Mitts] tiene toques de western: Costigan está en su Texas natal, y es raptado por unos rancheros para que luche contra el campeón de sus rivales mineros. Por lo demás no es un relato demasiado llamativo, aunque tiene su interés como precursor de los westerns humorísticos que escribiría Howard más adelante.

En The Sign of the Snake (jun-1931), Costigan se ve envuelto de nuevo en problemas con el submundo criminal en China. Esta es más una historia de “peligro amarillo”, que podría haber protagonizado Steve Harrison, que una historia humorística del boxeador. Es interesante e inusual, pero en ella el protagonista es un Costigan al que casi no se reconoce como tal (extrañamente, ni siquiera su barco y su perro tienen los nombres habituales).

Blow the Chinks Down! (oct-1931) [The House of Peril] es otro relato con poco humor (y, lo que quizá es más sorprendente) poco boxeo, en el que Costigan se ve metido en un trama criminal en Hong Kong. Este tipo de relatos tienen la ventaja de ser más originales y con una trama más abierta, pero no parece que Costigan sea el protagonista adecuado.

En The Fightin’est Pair (nov-1931) [Breed of Battle; Sampson Had a Soft Spot] se ve reflejado el amor que Howard tenía por su propio perro. Mike, el bulldog de Costigan, es raptado para participar en una pelea de perros y el marinero demuestra su lealtad haciendo todo lo posible por rescatarle. A pesar de la sordidez del tema, el relato no carece de humor y en él no es tan importante la descripción de un combate individual como la acción en sí.

Temporalmente cansado de su vida en el mar, Costigan se une a un circo ambulante en Circus Fists (dic-1931) [Slugger Bait], donde finalmente acabará encontrándose con un desafío mayor del que era de esperar.

Dark Shanghai (ene-1932) [One Shanghai Night] es otro de los relatos en los que Costigan boxea poco y se encuentra con problemas en los bajos fondos. El humor está presente, pero no de forma exagerada.

En el divertido Vikings of the Gloves (feb-1932) [Including the Scandinavian!] vemos como Costigan (el típico personaje howardiano de origen celta) intenta hacerse pasarse por sueco con resultados bastante risibles. Ciertas complicaciones le dan más interés al combate central.

La floja trama de Night of Battle (mar-1932) [Shore Leave for a Slugger] pone de nuevo en contacto a Costigan con los bajos fondos, aunque en esta ocasión es sólo una excusa para encadenar un par de escenas de combate.
En Hard–Fisted Sentiment (1996) Costigan se mete en un complicado combate triple por una de las cosas capaces de hacer que se meta en líos (además de las mujeres, sus amigos y su perro): el barco en el que navega. El combate tiene la particularidad de que dos de los oponentes no son boxeadores, sino un luchador de savate y uno de jiu–jitsu. Sin embargo, estos combates son breves y el texto se centra en el enfrentamiento entre Costigan y el tercer oponente, un boxeador “tradicional”.

En The Slugger's Game (may-1934), Costigan se ve de nuevo envuelto en una trama bastante rutinaria para rescatar de un secuestro a su perro Mike.

El entretenido General Ironfist (jun-1934) emplea como telón de fondo la convulsa China de la época, haciendo que Costigan luche como campeón de un general contra su rival.

Sluggers of the Beach (ago-1934) es un flojo relato en el que Costigan y uno de sus rivales se ven empujados a unirse para buscar un tesoro en una isla abandonada.

Media docena más de relatos, ninguno publicado en vida de Howard, completan la saga de Costigan: Sailor Costigan and the Swami (1977), By the Law of the Shark (1996), Flying Knuckles (1996), The Honor of the Ship (1996), The Battling Sailor (2007) y Blue River Blues (2007).



Dennis Dorgan


Hay que señalar que, para poder publicar sus relatos e ignorar las restricciones editoriales de las revistas (como publicar sólo un relato de un personaje o autor en cada número), Howard reescribió varios de sus relatos de Costigan, firmándolos como “Patrick Ervin”, y cambiando únicamente el nombre del protagonista por el de Dennis Dorgan, así como el de su perro y su barco. Sólo uno de estos relatos de Dorgan fue publicado, y la tendencia actual es considerarlos como relatos propios de Costigan, ya que en ningún caso había más alteraciones que las mencionadas (no es como reescribir completamente un relato de Kull para dar origen a Conan…).

Alleys of Darkness (ene-1934) [Alleys of Singapore] es un relato simple pero entretenido, en el que la caballerosidad de Dorgan le hace ser engañado por una “damisela en apuros”.

Más pretensiones tiene Alleys of Treachery (1966) [The Mandarin Ruby], en el que Dorgan se ve envuelto en una retorcida historia de robos y venganzas para recuperar un dinero que le ha sido escamoteado. Aunque es más un relato de misterio que de boxeo, el resultado es bastante irregular (quizá también por esa indefinición respecto al género).

Sailor Dorgan and the Jade Monkey (1971) es bastante previsible: una dama en apuros hace que Dorgan busque un combate para proporcionarle dinero. Por supuesto, ni la mujer era una dama ni tenía apuros de ningún tipo.

Cultured Cauliflowers (1974) [In High Society] nos muestra a un Dorgan forzado a llevar gafas por una lesión y contratado para una exhibición en la alta sociedad. Como es de esperar, los resultados son humorísticos, al estar el marinero como pez fuera del agua.

En el flojo Playing Journalist (1974) [A New Game for Dorgan], de propósito destacadamente humorístico, se leen los intentos de Dorgan por trabajar como cronista deportivo en la prensa, mezclado con una trama de enredos y secuestros.

Playing Santa Claus (1974) [A Two-Fisted Santa Claus] también se aleja de la estructura habitual del relato de boxeo, siendo un relato de aventuras (con toque navideño). Por supuesto, el tener a Dennis Dorgan haciendo de Santa Claus para una misión en China, y añadirle a eso unos bandidos y traficantes de armas garantiza que no vaya a faltar ni el humor ni la acción.

Flojo también resulta The Destiny Gorilla (1974), a pesar de algunos elementos interesantes. De nuevo manipulado por una mujer, Dorgan se ve envuelto en una pelea mientras huye de unos bribones.

The Turkish Menace (1974) es una aventura del montón en la que Dorgan se ve metido en problemas al ser confundido con un ladrón.

A Knight of the Round Table (1974) [Iron-Clad Fists] es más entretenido gracias a las características del combate narrado. Dorgan decide dejar el ring de boxeo, pero acaba siendo contratado para un combate de exhibición en el que los luchadores visten armadura medieval.

The Yellow Cobra (1974) [A Korean Night; A Night Ashore] es una historia bastante típica, con elementos propios del subgénero de peligro amarillo.



Hombres de Hierro


El repertorio boxeístico de Howard no sólo se compone de historias humorísticas protagonizadas por Costigan (o su alter ego Dorgan). Muchos de sus otros relatos de boxeo tienen un enfoque mucho más serio.

The Spirit of Tom Molyneaux (abr-1929) [The Apparition in the Prize Ring] es un relato bastante normal, pero con un par de características destacables. La primera es que su protagonista es un boxeador negro (al igual que su oponente, retratado de forma más que discutible), lo que resulta bastante inusual, y la segunda es la mezcla de un elemento sobrenatural en la trama. El personaje protagonista, Ace Jessel, también aparecería en otro relato que mezcla lo sobrenatural con el ring: Double Cross (1983). Esta mezcla de géneros se repetiría en los relatos The Mark of a Bloody Hand (1986) y The Voice of Doom (1986)

Crowd–Horror (1929) está protagonizado por un prometedor boxeador afectado de lo que hoy llamaríamos miedo escénico. El relato es interesante por su tema, pero poco más (y ciertamente no por la poco original forma con que lo supera).

Iron Men (1930) es un relato bastante largo, que de hecho fue acortado para su publicación por los editores. Es practicamente un biopic de un boxeador tremendamente resistente, pero incapaz de ser técnico: este tipo de hombres de hierro protagonizan muchos de los relatos de boxeadores de Howard. La historia y los combates reflejan los aspectos más brutales del boxeo. Como curiosidad, Costigan es mencionado. Esto es algo que Howard hará en otros de sus relatos, mencionando tanto a boxeadores reales como de su invención, creando una especie de “mundillo” del boxeo alrededor de sus relatos (Salvando las distancias, similar a lo que hacían los escritores del “Círculo de Lovecraft”, incluido el propio Howard, pero con boxeadores en vez de con dioses, grimorios y hechiceros).

El simple pero correcto Kid Galahad (dic-1931) [The Good Knight] es otro relato humorístico bastante previsible, similar a los de Costigan, en el que el protagonista es utilizado por una mujer fatal. El boxeador de esta historia, Kid Allison, es otro de los personajes a los que Howard dedicó varios relatos. Los otros relatos son College Socks (1931) [A Student of Sockology], The Drawing Card, Fighting Nerves, Fistic Psychology, The Jinx, Man with the Mystery Mitts (1931), The Texas Wildcat, y A Tough Nut to Crack

Fists of the Desert (1936) [Iron–Jaw] es otro pequeño biopic en el que Howard parece mostrarse bastante desencantado con el rumbo que está tomando el deporte, con entrenadores rastreros más preocupados por el espectáculo que por el combate. Es un enfoque interesante, pues hasta ese momento normalmente el boxeo es más tomado como algo noble (brutal, pero noble…), y parece que sea hacia el final de la vida de Howard cuando se ve empujado por el pesimismo acerca de su afición.

They Always Come Back (1976) es otro relato similar a Iron Men, y precisamente está protagonizado por uno de los boxeadores derrotados por el protagonista de aquel, narrando su resurgir tras dicho fracaso. Es interesante por el uso de otro punto de vista y por la ya mencionada sensación de que las historias transcurren en un “mundo real”.

Otros relatos de Howard ambientados en el mundillo del boxeo son The Ferocious Ape, The Fighting Fury, Fists of the Revolution (1976), A Man of Peace, Right Hook, Shackled Mitts, Weeping Willow y las historias cortas agrupadas bajo el título Misto’ Demsey.

Érase una Vez en el Oeste: Los Westerns de R.E. Howard

Si a la afición de Howard por la historia se le suma el interés por su tierra natal, y se adereza con su fecunda capacidad para escribir los más diversos géneros, parece inevitable que el escritor tejano escribiera cierto número de relatos ambientados en el Salvaje Oeste. Y esta fase de su actividad literaria (coincidente con los últimos años de su vida) no sólo puede rastrearse en su ficción (incluyendo su poesía), sino que puede verse también en artículos, ensayos (como The Ghost of Camp Colorado) y cartas a sus corresponsales habituales (como H.P. Lovecraft). Esta influencia incluso se percibe en otros relatos, siendo quizá el caso más claro el de Beyond the Black River, una de las mejores historias de Conan, en la que pueden verse claramente elementos propios del western, aunque sea en un entorno fantástico.

Tampoco debiera olvidarse la influencia de este género en muchos de sus relatos de terror (como The Man on the Ground o The Dead Remember, pudiendo establecerse una subcategoría propia de westerns sobrenaturales dentro de la producción de Howard más enfocada al horror. Aquí también puede incluirse el relato de alguna anécdota histórica con elementos extraños, del estilo de The Strange Case of Josiah Wilbarger.

Howard incluso tiene un western contemporáneo, llamado Wild Water (1975). Se trata de una historia ambientada en la Gran Depresión (además, con un escenario inspirado por hechos reales sucedidos en su región), pero con todos los códigos del relato del Oeste, en la que un pistolero decide tomarse la justicia por su mano frente a corruptos y especuladores.

Al fin y al cabo, en la época de Howard, hace apenas unas tres décadas de la muerte de algunos legendarios forajidos (como Butch Cassidy y Sundance Kid), y hay testimonio de las entrevistas del propio Howard con nietos de gente que estuvo en tiroteos con Billy el Niño. El Salvaje Oeste no está aún demasiado lejos de la vida en la Texas rural de principios del siglo XX, no está muy lejos de las experiencias del escritor.

Así pues, además de servir de telón de fondo para los relatos humorísticos (con cierto toque costumbrista) protagonizados por Breckinridge Elkins y otros personajes cortados por patrones similares, la época de los pistoleros también le sirvió a Howard para desarrollar unas cuantas historias con un enfoque más serio. Como en los relatos cómicos, el retrato de la región y de su gente (y su lenguaje) está presente, pero no es un elemento tan importante como en aquellos (en los que, al fin y al cabo, se utilizaban en clave humorística).

El número de westerns “serios” escritos por Howard es significativamente menor que el de sus historias cómicas del Oeste. Sin embargo, también son algo más variados y entre ellos puede encontrarse una verdadera joya, como es Vultures of Wahpeton. También parece claro que, al final de su vida, Howard parecía estar iniciando una de sus fases de interés en un tema, en este caso el Salvaje Oeste de su Texas natal. Probablemente, de no haberse suicidado, unos cuantos westerns más habrían encontrado un lugar destacado en su bibliografía.



Steve Allison, The Sonora Kid


The Sonora Kid, apodo del pistolero llamado Steve Allison, es uno de los personajes creados en la juventud de Howard (como también es el caso de El Borak, con el que llega a compartir relato en algún caso). Inevitablemente, los relatos que protagoniza son obras de naturaleza juvenil y no especialmente destacables. Aún así, es significativa su existencia como prueba del temprano interés del escritor por este género.

En The Devil's Joker (1975) [The Devil's Jest; Outlaw Trails], Steve Allison se ve forzado a convertirse en un criminal a causa de una mala jugada del destino. Ahora bien, su sentido del honor personal se interpone en su carrera al margen de la ley.

Knife, Bullet and Noose (1965) [Knife, Gun and Noose] presenta a Sonora Kid enfrentado a unos cazadores de búfalos a causa de una trama mayor en la que está también relacionada su misión actual, de transportar una importante cantidad de dinero. Si el relato anterior se sustentaba en una leve cuestión moral, en este tiene mayor importancia la intriga de la historia.

Los textos protagonizados por The Sonora Kid se completan con cinco relatos más (Brotherly Advice, Desert Rendezvous, Red Curls and Bobbed Hair, The Sonora Kid: Cowhand, The Sonora Kid's Winning Hand), que no serían publicados hasta 1988, junto con relatos inconclusos, como el titulado The West Tower, y otra media docena de fragmentos más.



Grizzly Elkins


El par de relatos en que aparece esté cazador (no se sabe si tiene relación con la familia de Breckinridge) contiene muchos de los elementos que caracterizarán los westerns que se pueden calificar como propiamente “Howardianos”. En general, se trata de temas más propios del género negro (uno de los pocos géneros populares que Howard no tocó demasiado y que no le interesaba), pero integrados en un entorno diferente.

Law – Shooters of Cowtown (1974) [Law Guns of Cowtown] presenta a Grizzly Elkins, capturado por matar a un hombre, y cuyo linchamiento quiere ser aprovechado por unas corruptas autoridades como cortina de humo para cubrir una de sus fechorías. La corrupción de las personas encargadas de hacer cumplir la ley es sin duda uno de los elementos con que se suele encontrar el detective hardboiled y que Howard emplea en este (y otros) western.

En Gunman's Debt (1978) el verdadero protagonista es un tal John Kirby, mientras que Grizzly Elkins es más bien un personaje secundario. Kirby, a causa de un feudo familiar, cae en una trampa en una ciudad sin ley (de nuevo aparece la corrupción de las fuerzas del orden). Con un final explosivo, el relato está aderezado con la presencia de una auténtica mujer fatal.



Westerns Independientes


“Golden Hope” Christmas (dic 1922) es un relato juvenil (Howard tenía 16 años cuando se publicó) y bastante breve, en el que un pistolero siente una punzada de arrepentimiento debido al “espíritu navideño”. Tiene más interés como curiosidad que por sí mismo.

Drums of the Sunset (nov 1928 – ene 1929) [Riders of the Sunset] es un western bastente típico, en el que los personajes principales son un joven vaquero tejano, un viejo minero, un malvado falsificador y su atractiva e inocente sobrina. La presencia de unos indios Navajos (engañados y alcoholizados por el villano de turno) es poco habitual en los relatos de Howard, en los que no abundan los nativos americanos. El final del relato es previsiblemente feliz: todo el relato parece un experimento del autor para demostrar que es capaz de escribir el típico relato del Oeste.

The Judgement of the Desert (1973) [Showdown at Hell's Canyon] es otro western tan típico como el anterior, pero sustituyendo al viejo minero por un misterioso pistolero en el papel de aliado del protagonista. El final también es bastante previsible, aunque tiene algunos elementos de “final no feliz” que lo hacen destacar un poco.

The Extermination of Yellow Donory (1970) [The Killing of Yellow Donory] presenta un inusual duelo psicológico entre un cobarde crónico y un peligroso pistolero. El cobarde Donory busca que le maten provocando un duelo (como forma de suicidarse), mientras que el pistolero se asusta por la actitud desesperada de su retador.

El relato The Last Ride (oct 1935) [Boot – Hill Payoff] es un caso curioso. Se trata de un texto iniciado por R.E. Allen (que escribió los 6 primeros capítulos), pero completado por Howard (compartiendo ambos los beneficios) ante un bloqueo del escritor original. Es una historia de redención, en la que un forajido (de una banda formada por sus hermanos) vuelve al pueblo en que inició sus fechorías para intentar compensarles. En su regreso se encuentra con otro grupo de bandidos que planea arruinar el pueblo (una vez más aparecen elementos de corrupción entre ciudadanos aparentemente honrados).

Vultures' Sanctuary (nov 1936) es una historia poco memorable, en la que su protagonista salva a una chica desconocida impulsado por su código de honor particular.

Vultures of Wahpeton (dic 1936) es de manera indiscutible el mejor western escrito por Howard, y debería estar en cualquier lista que incluya sus mejores historias, con independencia del género. El protagonista es un pistolero llamado Corcoran, contratado por el sheriff de la próspera ciudad minera de Wahpeton. La ciudad está dominada por los Buitres, una banda de forajidos infiltrados en la ciudad cuya identidad nadie conoce. Más que el típico grupo de cuatreros, los Buitres parecen parte del crimen organizado que aparece en las novelas negras. Muy pronto se va desvelando una enmarañada red de traiciones, a la que no son ajenas las fuerzas de la ley de la ciudad. Esta es una de esas historias de un tipo que podríamos llamar “Villanos en la Casa” (cogiendo el título de uno de estos relatos), en las que Howard pone a su protagonista en medio de un grupo de personajes de moral discutible y poco de fiar, para que se enfrente a ellos y salga más o menos airoso. La principal diferencia es que en este el lector no conoce tan bien al protagonista (como puede conocer a Conan, por ejemplo), y no podemos predecir qué es lo que Corcoran va a hacer, y qué decisiones va a tomar. De hecho, buena parte del interés del relato está en la evolución del personaje protagonista, que sufre una catarsis al final y finalmente se encuentra a sí mismo. El final del relato no ofrece concesiones de ningún tipo, y Howard (consciente de ello) ofreció al editor un final alternativo más clásico (es decir, feliz). El editor (en una actitud que le honra) decidió publicar ambos finales, viendo claramente que perder la fuerza del final original era una lástima, pero ofreciendo el final alternativo para aquellos lectores de gustos más tradicionales. Los Buitres de Wahpeton es un western moderno, alejado de los estereotipos de héroes con sombrero blanco y villanos con sombrero negro, con el que Sergio Leone y Clint Eastwood podrían haber hecho una estupenda película.

Otros relatos de Howard que podrían incluirse en el género del western son Bill Smalley and the Power of the Human Eye (1991) [The Power of the Human Eye] y el fragmento Six–Gun Interview.

Le Llamaban Breckinridge: Westerns a puñetazo limpio

Breckinridge Elkins, de Bear Creek


Robert E. Howard es recordado principalmente por sus historias de espada y brujería, de terror o incluso históricas, destacando el habitual tono sombrío de sus narraciones. Por ello sorprende que los personajes a los que el autor dedicó más relatos estén inscritos dentro del género humorístico. Así, después de Steve Costigan, el segundo protagonista más repetido en la obra de Howard es Breckinridge Elkins, un vaquero de Bear Creek, Nevada, pero con orígenes tejanos.

Breckinridge es un gigantón de fuerza desmesurada, de buenas intenciones pero escasa perspicacia, tan hábil con el revólver como con los puños (o piernas, o dientes...) y con una resistencia de hierro. Además, Breckinridge es un verdadero paleto (un hillbilly), que suele meterse en problemas cuando se cruza con otra gente más civilizada y se aleja de su familia (compuesta por personajes no muy distintos de él). Aunque eso no le impide tener su buena dosis de líos con sus parientes y vecinos, dicho sea de paso.

La comicidad de estos relatos está basada en un humor sencillo y sin complicaciones, que podría calificarse perfectamente como slapstick (por extraño que parezca aplicar este término a la palabra escrita). De hecho, casi es posible imaginarse al protagonista como un dibujo animado, un cartoon a lo Tex Avery que podría enloquecer a Yosemite Sam aún más que Bugs Bunny. En sus aventuras, Breckinridge es capaz de enfrentarse a puñetazos a un oso, lanzar un puma dentro de una cabaña llena de bandidos, doblar el cañón de un rifle con las manos, o tirar una puerta abajo dejando aplastada bajo ella a la persona que había detrás. A pesar de la extremada violencia física de estos relatos (la mayoría, si no todos, incluyen una buena cantidad de peleas y destrozos varios), se trata siempre de una violencia inofensiva, en la que nadie muere (en el caso de Breckinridge, gracias a su enorme resistencia). De hecho, cuando Elkins dispara sus revólveres es más fácil que lo haga para asustar a sus rivales (nada menos que volándoles el sombrero de la cabeza) o desarmarles, que para intentar hacerles daño.

El otro elemento característico de estos relatos es el peculiar lenguaje con el que están narrados. Howard refleja la forma de hablar de sus protagonistas, evidentemente popular y alejada de cualquier pretensión culta. Para ello emplea en muchos casos formas escritas muy alejadas de las correctas, simulando la pronunciación y giros idiomáticos propios de los acentos de los personajes. Aunque esto también sucede en algunos de sus otros relatos, es aquí donde mayor uso hace de este recurso, dado el marcado carácter cómico de estas historias. Las confusiones y peculiaridades de la forma de hablar de Breckinridge forman pues un elemento humorístico más. Por otro lado, esto prácticamente imposibilita una traducción adecuada de estos textos, a la vez que complica un poco su interpretación para aquellos lectores para los que el inglés no es su lengua nativa (y, en algunos casos, es posible que hasta para ellos...).

Hay que tener en cuenta que Breckinridge es el narrador en primera persona de estos relatos, lo que probablemente influya en lo exagerado de algunos aspectos narrados. Ahora bien, generalmente no da la sensación de que Elkins esté mintiendo, exagerando o “alterando la realidad” (como sí que parece en algunos relatos de Costigan), sino que más bien parece que Breckinridge vive en un mundo en que las desmesuradas acciones que relata son posibles.

En general, los relatos de Breckinridge Elkins (y similares) resultan más divertidos que los protagonizados por Steve Costigan. Aún partiendo de la misma base y tipo de humor, cuando Howard los escribe tiene más experiencia como escritor. Además, no están tan limitados por la obligación de incluir un combate de boxeo, como sucedía con los relatos del marinero. Ahora bien, eso no impide que haya relatos (y no pocos) de Breckinridge que son repetitivos y que respondan a fórmulas ya empleadas.

Mountain Man (mar-abr 1934) sirve como presentación del personaje, que se encuentra por primera vez con las complejidades de la “civilización”. Quizá como reflejo de su antecesor en lídes cómicas (Costigan), Breckinridge se ve metido por error en un combate de boxeo (aunque pronto queda claro que Elkins no es precisamente un pugilista tradicional). Así, la cosa no acaba a puñetazos, sino en un caótico tiroteo.

En Guns of the Mountains (may-jun 1934) Elkins se ve mezclado en un conflicto entre la ley y unos bandidos, con las consecuencias previsibles dada la poca astucia del protagonista. Este es otro de los elementos habituales de confusión para Breckinridge: en un Oeste donde la línea que separa a la ley del crimen es muy delgada, no es raro que el de Bear Creek confunda a los habitantes de un lado con los del otro.

The Scalp Hunter (ago 1934) [A Stranger in Grizzly Claw] presenta una trama poco clara, en la que Elkins causa el caos habitual en un pueblo mientras busca a un pariente suyo. Por lo demás, la conclusión es bastante previsible.

También A Gent from Bear Creek (oct 1934) tiene una estructura repetitiva y previsible, con un Breckinridge actuando como mediador en asuntos familiares y viéndose envuelto en asuntos ajenos.

En The Road to Bear Creek (dic 1934) Breckinridge de nuevo se mete en problemas (o, más bien, los problemas le acompañan) intentando solucionar un asunto familiar, gracias a una confusión que se ve venir desde el principio.

En The Haunted Mountain (feb 1935) la principal fuente de problemas por una vez no es Breckinridge, sino un estudioso del Este que busca a un hombre primitivo (mientras otros personajes más materialistas van en busca de una mina de oro). En este relato Elkins parece que ha aprendido a escribir, con un estilo incluso aún más peculiar que el que tiene su manera de hablar.

En War on Bear Creek (abr 1935) el protagonista se dedica a cuidar de otro pisaverde ajeno a la vida en el Salvaje Oeste, en este caso un cazador de origen inglés, que se dedica a causar diversos problemas en Bear Creek. Otra de las constantes en las aventuras de Breckinridge, su poca suerte con las mujeres, forma parte importante de este relato.

The Feud Buster (jun 1935) trata de un enfrentamiento entre dos familias debido a un insulto hecho al honor de la hermana de Breckinridge. Merece la pena comentarse que los miembros (de ambos sexos) de la familia Elkins parecen en general cortados por el mismo patrón, y en general lo mismo sucede con todos los habitantes de Bear Creek, que al fin y al cabo están emparentados en su mayor parte. De nuevo, es destacable lo exagerado de las situaciones cómicas.

The Riot at Cougar Paw (oct 1935) vuelve a tratar el tema de la poca suerte de Breckinridge con las mujeres, así como abundar en el caracter de la familia Elkins. En este caso, la trama se centra en una broma del hermano de Breckinridge y el accidentado rescate de uno de sus primos.

En The Apache Mountain War (dic 1935), Breckinridge tiene la doble misión de acabar con la excesiva afición por la bebida de un pariente y ayudar a una pareja de enamorados. El resultado es entretenido, si bien el desarrollo resulta algo confuso.

Pilgrims to the Pecos (feb 1936) [Weary Pilgrims on the Road] es un divertido relato en el que Elkins guía a un grupo de colonos a una zona no muy recomendable. El encuentro con otros colonos (guiados por un primo de Breckinridge) y con los cuatreros mexicanos que reclaman la zona proporciona todo el conflicto necesario.

Pistol Politics (abr 1936) gira alrededor de unas elecciones en las que uno de los candidatos intenta ganar partidarios ofreciendo lo que considera un entretenimiento sofisticado: un concurso de deletreo. Las consecuencias serán cómicas cuando haya un intento de amaño y Breckinridge tenga que ser el jurado del concurso.

Evil Deeds at Red Cougar (jun 1936) es una historia más del montón, en la que Breckinridge es engañado por una mujer y por ello no tiene muy claro qué bando está fuera de la ley y cual la hace cumplir.

High Horse Rampage (ago 1936) [Gents on the Rampage] es algo más original, retratando los intentos de Breckinridge por curar de su supuesta locura a su primo Bearfield Buckner (que ya había aparecido en The Riot at Cougar Paw y Pilgrims to the Pecos, y es mencionado en otros relatos). Para curarlo, a Elkins no se le ocurre nada mejor que recurrir a un vendedor ambulante de elixires milagrosos.

The Conquerin' Hero of the Humbolts (oct 1936) [Politics at Blue Lizard; Politics at Lonesome Lizard] tiene una trama algo más confusa de lo habitual, sin ser por otra parte muy original (Breckinridge ayuda a un amigo contra unos bandidos y pierde a la chica). Este posiblemente sea uno de los defectos habituales de los más flojos de estos relatos: una trama que empieza de una manera para pasar a otra cosa totalmente distinta sin mucha más justificación que las accidentadas acciones del protagonista.

En The Peaceful Pilgrim (1979) [Cupid from Bear Creek] la causa de los problemas de Breckinridge es su buen corazón. Por suerte, su desmedida resistencia física hace que resista sin pestañear (y de ahí la comicidad del relato) los diversos intentos de asesinato de un bandido.

En 'No Cowherders Wanted' (1979) [Gents in Buckskin] se descubre que la reputación de Breckinridge le precede y es reconocido allá por donde va. Por lo demás, Elkins vuelve a meterse en líos por ayudar a un amigo y tiene poco éxito con las mujeres, mientras a su alrededor se desarrolla una rivalidad entre vaqueros y cazadores de búfalos.

Con el mismo título que uno de sus relatos, A Gent from Bear Creek, Howard elaboró una novela, en la que cada capítulo era un relato ya existente de Breckinridge (a excepción de cuatro nuevos capítulos/relatos), ligeramente alterado para darle una línea narrativa más unificada al conjunto. La novela parece ser uno más de los intentos infructuosos de Howard por abrirse paso en el mercado británico, y acabaría siendo publicada en 1937. Los relatos que componen la novela son los siguientes: Striped Shirts and Busted Hearts (nuevo), Mountain Man, Meet Cap'n Kidd (nuevo), Guns of the Mountain, A Gent from Bear Creek, The Feud Buster, The Road to Bear Creek, The Scalp Hunter, Cupid from Bear Creek, The Haunted Mountain, Educate or Bust (nuevo), War on Bear Creek, y When Bear Creek Came to Chawed Ear (nuevo).

Striped Shirts and Busted Hearts sirve de introducción para la novela, dando a Breckinridge un propósito para sus aventuras: hacerse una reputación para ganar el corazón de su amada Glory McGraw.

Meet Cap'n Kid es una continuación directa de Mountain Man, como consecuencia de su creación como capítulo nuevo de la novela. En él, Breckinridge encuentra y doma a su caballo (“Cap'n Kid”), un enorme animal, capaz como pocos de soportar el peso del enorme montañés. La doma del caballo es un ejemplo perfecto del estilo exagerado, como de dibujos animados, de estos relatos. El caballo de Elkins viene a desempeñar en estas historias el mismo papel que Mike (el bulldog de Steve Costigan): un compañero inseparable y fiel, mezcla de mascota y escudero.

Sharp's Gun Serenade [Educate or Bust] presenta a un iletrado Breckinridge muy interesado por hacerse con los servicios de una maestra para Bear Creek. Por supuesto, su interés tiene más que ver con la belleza de la joven que con el deseo de aprender, y los resultados son los previsibles. Curiosamente, en el relato original que lo precede de acuerdo a esta cronología (The Haunted Mountain), Elkins demuestra saber leer y escribir (aunque es posible que Howard corrigiera esto para la novela).

When Bear Creek Came to Chawed Ear ofrece la conclusión de la “novela”, mostrando a un Breckinridge que vuelve al hogar para verse acusado de un crimen y abandonado por los suyos. Quizá por eso sea uno de los relatos con menor contenido cómico de los protagonizados por Elkins, aunque, por supuesto, todo concluya felizmente. Y aquí aparece claramente una peculiaridad del personaje de Breckinridge Elkins: otros personajes de Howard son totalmente individualistas (incluso líderes como Kull o Bran Mak Morn), pero Breckinridge necesita de su “clan” hasta el extremo de caer en la depresión cuando estos le abandonan.

No parece que estos relatos en conjunto formen una trama lo bastante coherente como para ser considerada realmente una novela (por muchas alteraciones que Howard hiciera). Sí que puede tomarse como antología representativa del personaje, pero siempre teniendo en cuenta el origen y las circunstancias de la creación de la “novela”.

Los relatos protagonizados por Breckinridge Elkins se completan con The Curly Wolf of Sawtooth (sep 1936) [A Elston to the Rescue; A Elkins Never Surrenders]que fue publicada inicialmente con el nombre del protagonista cambiado a Bearfield Elston, y con Mayhem and Taxes (1967).



Pike Bearfield


A Gent from the Pecos (oct 1936) [Shave that Hawg!] está protagonizado por Pike Bearfield, un personaje de similares características a las de Breckinridge Elkins. En cierto modo, parece tratarse de la misma situación que sucede con Dennis Dorgan y Steve Costigan: dos personajes idénticos con distinto nombre, empleados para poder publicar más de un relato por revista. En este relato, Bearfield quiere salvar el honor de un pariente al que se le acusa de robar cerdos, aunque todo resulta estar relacionado con un viejo botín escondido y la sorprendente ubicación del correspondiente mapa del tesoro.

En Gents on the Lynch (oct 1936), Pike está en una ciudad minera, en la que le engañan unos ladrones y pierde a la chica. Como puede verse, no es muy distinto a Breckinridge, aunque este relato tiene la particularidad formal de estar narrado como una carta de Pike a su hermano.

The Riot at Bucksnort (oct 1936) repite la narración en forma epistolar, aunque en este caso repartida entre varios documentos, lo que permite unas risibles justificaciones del comportamiento de Pike por parte de su hermano (cuyo relato forma el núcleo de la historia). La historia en sí trata de una serie de rivalidades entre ciudades y entre candidatos al poder, con el habitual caos que rodea al protagonista. Hay que destacar que con este son 4 los relatos de este tipo (entre Elkins y Bearfield) que Howard publicó en Octubre de 1936, lo que da muestra de su popularidad (y rentabilidad).

While Smoke Rolled (1956) fue de hecho publicado inicialmente como una historia de Breckinridge Elkins. En realidad es un relato protagonizado por un antepasado de Bearfield (no muy distinto de su descendiente, por cierto), que da una explicación cómica a un hecho histórico: porqué varias tribus Indias no se unieron a los ingleses en la Guerra de 1812. En todo caso, esto es lo más destacable del relato, junto con una leve crítica (dentro del contexto humorístico de la historia) del tratamiento dado a los nativos americanos por los colonizadores occidentales.

Un quinto relato de Pike Bearfield, The Diablos Trail, sólo existe en forma de fragmento incompleto.



Buckner J. Grimes


En Knife River Prodigal (jul 1937) [A Texas Prodigal] vemos que aunque este nuevo personaje comparte muchos de los rasgos de los otros protagonistas de los westerns cómicos de Howard, es un poco distinto de ellos. Buckner J. Grimes no es tan simple (ni tan fuerte: es un personaje más realista), aunque sigue siendo bastante inocente. Aún así, demuestra más astucia (aunque sin exagerar...) que brutalidad en este enfrentamiento con unos bandidos.

A Man – Eating Jeopard (jun 1936) parece continuación del anterior (como es habitual, la fecha de publicación no tiene por qué coincidir con la de escritura), ya que Grimes sigue mencionando su “peregrinación” a California (para evitar problemas con la ley). De nuevo, el protagonista se ve envuelto en un incidente entre forajidos en el que su segundo nombre (“Jeopardy”...) acaba siendo fuente de confusión y comicidad. Las historias de Grimes son definitivamente relatos un poco más serios, con toques de humor más centrados en el “golpe final” que en el slapstick constante.

Texas John Alden (1944) [A Ringtailed Tornado] también fue reescrito para ser publicado como si Breckinridge Elkins fuera el protagonista (y, en cierto modo, parece más apropiado para él). En todo caso, es un relato bastante rutinario, que juega con la ingenuidad del protagonista y su mala suerte con las mujeres.

Las Aventuras Picantes de Wild Bill Clanton (por Sam Walser)

Hacia el final de su carrera, probablemente acuciado por la necesidad económica (acrecentada por la enfermedad de su madre y los problemas para cobrar los relatos vendidos a Weird Tales), Howard vendió una serie de relatos a la revista Spicy–Adventure Stories (algo así como “Historias de Aventuras Picantes”). Que Howard no parece muy orgulloso de dedicarse a este tipo de material parece indicarlo el que las firmara con el pseudónimo de Sam Walser (Howard también empleó otros pseudónimos, pero normalmente lo hacía para saltarse así la política de las revistas de publicar sólo un relato por autor en cada número).

La mayoría de estos relatos están protagonizados por Wild Bill Clanton, aventurero y marino (como debe ser, con una novia en cada puerto) en los mares del Sur. Clanton es pendenciero y mujeriego, además de dedicarse (entre otras) a ocupaciones tan poco edificantes como el tráfico de armas o de esclavos. La obra de Howard está llena de protagonistas amorales, que difícilmente podrían ser calificados como heroicos. Sin embargo, Clanton sería directamente un personaje despreciable, sin ningún rasgo que lo redima.

El erotismo de estos relatos resulta bastante inocente para el lector moderno, y sólo va un poco más allá del que puede encontrarse en algunas de las historias de Conan. Básicamente, se trata de relatos de aventuras exóticas en los que se presta especial atención a la mención de las curvas femeninas, que suelen quedar expuestas a la vista con más frecuencia de lo habitual. Las heroinas de estos relatos combinan el papel de “damisela en apuros” con una actitud sorprendentemente independiente y activa, resultando habitualmente más astutas que sus compañeros masculinos. Ahora bien, eso no las libra de ser víctimas de los intereses de los hombres (tanto de los “buenos” como de los “malos”). En todo caso, ninguna de ellas se encontraría entre los mejores personajes femeninos creados por Howard. La provocación que buscan estos relatos está más en la insinuación de actividades consideradas ilícitas para el público (llama la atención que se sugiera habitualmente la existencia de sexo interracial), que en la descripción detallada de los encuentros sexuales (que normalmente llevan implícita cierta carga de violencia). Eso explica que los protagonistas se muevan por los estratos más bajos de la sociedad, que los hombres sean delincuentes sin escrúpulos, y que las mujeres estén muy alejadas del prototipo de ama de casa norteamericana de los años 30. En resumen, se trata de contar una historia con diversos elementos considerados tabú por la sociedad biempensante de la época.

En She Devil (abr-1936) [The Girl on the Hell Ship] asistimos por primera vez a como Clanton hace uso de su astucia y de sus puños para derrotar a sus enemigos y quedarse con la chica, la hispano – irlandesa Raquel O’Shane.

Ship in Mutiny (1983) es una continuación del anterior, con la misma pareja protagonista, en la que se ven mezclados con una tribu de una isla perdida de los Mares del Sur.

Desert Blood (jun-1936) [Revenge by Proxy] supone un cambio de escenario, al pasar a Argelia, donde Clanton se ve metido en líos por culpa de una mujer y del tráfico de armas. También vemos que Clanton no tiene ningún problema con el color de la piel de las mujeres.

The Dragon of Kao Tsu (sep-1936) vuelve a Singapur para contarnos una intriga comercial alrededor de una antigüedad. Hay una escena que podría calificarse fácilmente como de violación, yendo demasiado más allá de lo que sería la habitual actitud agresiva del héroe y la resistencia (sólo inicial) de la chica en estos relatos.

En The Purple Heart of Erlik (nov-1936) [Nothing to Lose] la protagonista parece ser más la heroína Arline (chantajeada para robar una joya) que el propio Clanton, que sólo aporta sus puños de hierro a la acción.

Murderer’s Grog (ene-1937) [Outlaw Working] es una floja historia ambientada en la India, en la que un Clanton traficante de armas es manipulado y utilizado por sus enemigos.

Esos son los relatos eróticos protagonizados por el inmoral Clanton, pero no serían los únicos de ese estilo que escribiría Howard. Como por ejemplo, el entretenido Guns of Khartum (1975), que mezcla las aventuras exóticas y el típico rescate de la heroína en apuros, con un protagonista más heroico que Clanton y un sorprendente detalle en el trasfondo histórico (sorprendente para un relato de este género, pero no para Howard). También se incluirían en esta categoría un par de obras teatrales de título similar: Bastards All! (1987) y Songs of Bastards; así como los relatos Daughters of the Feud (1976), Miss High-Hat (1986) y She-Cats of Samarcand (1999). Como puede verse, Howard no consiguió vender ninguno de estos relatos, aunque no hay que perder de vista que el erotismo de Wild Bill Clanton dio a Howard en su día más historias publicadas que personajes hoy más populares, como Cormac Mac Art o, incluso, Kull de Valusia.

Partiendo de la base de que estos relatos son puramente alimenticios, bastante repetitivos, y tienen más de lo que hoy podríamos llamar exploitation que de literatura, resultan una lectura entretenida si se toman con cierto sentido del humor y un necesario distanciamiento. En el momento en que los escribe, Howard está en su mejor momento como escritor y aunque parece obvio que no les dedicaría tanta atención y esfuerzo como a otros relatos, su habilidad como autor se nota.

Geralt de Rivia: Primer Contacto

No puedo calificar más que de decepcionante la lectura de los siete libros que componen la llamada Saga de Geralt de Rivia. Por supuesto, la decepción implica un grado evidente de subjetividad, y es en parte culpa de la lectura, pero también de las expectativas del lector. Así, tras leer las dos primeras antologías de relatos, decidí aplazar la lectura del resto de volúmenes (las novelas) hasta disponer de todas ellas. Al no tratarse de los únicos libros que iban acumulando polvo en mi pila de lecturas pendientes, no creo que el tiempo pasado haya hecho crecer dichas expectativas de forma desmesurada. En todo caso, lo larga que se ha hecho la espera (por no hablar de la incomprensible división del último libro en dos volúmenes) gracias a los editores y/o traductores españoles tampoco ha hecho nada por reducirlas.

Dicho esto, la lectura de la serie escrita por Andrzej Sapkowski es totalmente recomendable (sino imprescindible) para cualquier amante de la fantasía moderna, y la calificaría en su conjunto con un Notable. Por desgracia, no llega al Sobresaliente que parecían prometer los dos primeros volúmenes (y que certificaban las críticas, tanto profesionales como amateurs).

Así, en los dos volúmenes de relatos (El Último Deseo y La Espada del Destino) nos encontramos con lo que probablemente sea lo mejor de toda la serie. Partiendo de la base de que son relatos cortos (un formato que no agrada a todo el mundo), aquí tenemos las mejores historias y el mejor reflejo de Geralt de Rivia como personaje. También aparecen aquí elementos (sobre todo en la segunda antología) que se irán desarrollando en las novelas, por no decir que estas girarán alrededor de alguno de ellos. En todo caso, su lectura es totalmente independiente y no puede decirse que queden cabos sueltos que necesiten resolución en libros posteriores.

Tras esto, las cinco novelas de la saga nos presentan una historia con demasiados elementos tópicos que pueden encontrarse en muchas novelas del género. Buena parte de la originalidad que se encontraba en los relatos (como el hecho de recurrir a elementos procedentes de mitologías del Este de Europa), desaparece en unas novelas pobladas por pueblos pseudo-célticos y pseudo-nórdicos, o por unos Elfos y Enanos bastante estándar.
Por suerte, no son una simple copia que parezca salida de El Señor de los Anillos, pero tampoco puede decirse que rebosen innovación. Si bien es cierto las novelas siguen teniendo el toque de originalidad que les da Sapkowski (acompañado de un sentido del humor nada desdeñable), tampoco resulta el factor dominante. Por otra parte, da la sensación de que sobra texto para lo que se cuenta, y quizá por ello se alternen las novelas más destacables (La Sangre de los Elfos, Bautismo de Fuego y La Dama del Lago) con otras más flojas o de relleno (Tiempo de Odio y La Torre de la Golondrina, que se salva un poco por tener una estructura narrativa más inusual). Finalmente, las cinco novelas componen una única historia larga, sin que haya muchas veces separación clara entre los libros. En todo caso, esto no es raro en este tipo de series, pero hace que las novelas contrasten aún más con los cuentos (historias contenidas en sí mismas).

Por otra parte, para ser una serie de libros llamada "Saga de Geralt de Rivia", lo cierto es que en muchas partes parece que el protagonista no sea él. Por supuesto, no es malo que otros personajes se desarrollen y tengan más presencia de lo que podían tener en textos más breves, pero no parece adecuado que sea a costa del protagonista central. Por poner un ejemplo nada al azar (ya que se trata de un personaje al que Geralt de Rivia le debe bastante), es como si en la mitad de los libros de la serie de Elric de Melniboné el protagonista fuese otro. Además, la ocupación de Geralt como Brujo (una especie de cazador de monstruos que combina el acero con la magia) que centraba la mayor parte de los relatos, en las novelas deja de ser relevante. Está claro que es difícil estructurar toda una novela alrededor de la "caza de bichos", pero es que en las novelas daría lo mismo que Geralt fuese un mercenario, un mago, un vagabundo o un herrero. Así pues, después de crear el personaje en los relatos, parece que Sapkowski decide olvidarlo y convertirlo en un secundario más en la saga a la que da nombre.

Mención aparte merece el tema del lenguaje, siempre teniendo en cuenta que estamos hablando de la versión traducida al castellano y que asumimos que se ha hecho un buen trabajo para reflejar el lenguaje empleado por Sapkowski. El texto refleja los distintos niveles del habla de los diferentes personajes (algo raramente visto en el género), aunque en ocasiones parece un poco excesivo y hasta forzado. En todo caso, en general el resultado es bueno (y sí, original). Por otra parte, da la sensación de que en la traducción se han mantenido de forma innecesaria préstamos de otras lenguas, que quizá sean aceptados en polaco, pero que en el texto en castellano resultan demasiado llamativos. Y finalmente, algo que me parece imperdonable (y que acaba de sacar al lector del mundo fantástico en que se supone que está) es cuando se lee a algún personaje citando a Quevedo o, incluso, a Julio Iglesias (Esto parece indudablemente culpa del traductor: siempre es posible que Sapkowski usara a algún poeta o cantante polaco y la traducción se haya limitado a buscar una equivalencia, pero no parece probable).

En resumen, ¿vale la pena la lectura de la Saga de Geralt de Rivia?. Sí, sin dudarlo: pero parece recomendable olvidarse de las críticas exageradamente positivas que califican a esta serie como una revolución del género. Ni siquiera descarto una futura relectura, ya con la cabeza más fría y siendo consciente de lo que voy a encontrar: es posible que entonces disfrute más de la obra de Sapkowski. La de Geralt es una buena serie de novelas fantásticas, nada más y nada menos, que aportan un poco de humor y de aire fresco al género (pero un poco... no se trata de ningún vendaval) y que porporcionan un buen rato con su lectura. Y quizá esto último sea lo más importante de todo.