Gusanos de la Oscuridad: El Horror en Robert E. Howard

Robert E. Howard puede ser considerado como el inventor de la Sword and Sorcery (aunque el término lo acuñara Fritz Leiber años más tarde), pero no fue un autor que se limitara a un sólo tipo de historias. Así, uno de los géneros al que dedicaría abundantes relatos es el del terror, que siempre encontraba un buen mercado en la revista Weird Tales. Además de los relatos que podrían considerarse de terror propiamente dichos, Howard no era ajeno a incluir numerosos elementos de este género en relatos de otros tipos. Al fin y al cabo, la Espada y Brujería surge al mezclar las aventuras históricas con el horror sobrenatural, y Howard también incluiría elementos sobrenaturales en otros géneros a los que se dedicó, sin olvidar los que parecerían más peregrinos, como el western o los relatos de boxeo.

Así pues, no es fácil categorizar de manera única los relatos de terror de Howard, ya que además en muchos casos comparten elementos comunes. También es difícil establecer límites: en principio se han dejado fuera aquellas historias que merecen categoría propia (como las de Solomon Kane o Steve Harrison) y que además pueden considerarse como parte de un sub–género propio (el fantástico o la Weird Menace). Sin embargo, es imposible no considerar relatos de terror a historias como Rattle of Bones o Graveyard Rats, así que no debe olvidarse que el terror en la obra de Howard puede aparecer en cualquier momento.

Malos Sueños y Locura


De Howard no puede decirse precisamente que sea un autor que profundiza en los aspectos psicológicos de sus personajes y su narración. Quizá por eso resulten más llamativos estos relatos que podrían clasificarse como terror psicológico, aunque tampoco se encuentren entre lo más logrado de su producción.

The Dream Snake (feb – 1928), según Howard, está basada en un sueño que tuvo. Narra la obsesión provocada por un sueño recurrente, relacionado con una serpiente. Es una historia de obsesión que se transforma en locura, aunque al final el sueño resulte tener una manifestación física. El similar, tanto en título como en contenido, The Cobra in the Dream (1968) sigue el camino inverso, de lo físico a lo psicológico, pues se inicia con una tortura real que la víctima revive en sus sueños.

Probablemente el relato más logrado de este tipo sea The Touch of Death (feb – 1930). Es una historia sencilla y breve, que trata de un hombre que sucumbe a su miedo (a la muerte, a la oscuridad) mientras está velando un cadáver.

Interesante es el planteamiento de Spectres in the Dark (1985), un fragmento de relato que Howard no acabó desarrollando y que narra una serie de even tos en los que gente, aparentemente no relacionada, enloquece a causa de "algo" desconocido.

Weird Menace


Además de los relatos protagonizados por el detective Steve Harrison, Howard escribió unos cuantos relatos más que se encuadran perfectamente en el sub–género de la Weird Menace. Personajes siniestros, cultos ancestrales, venenos imposibles y torturas refinadas conviven en estos relatos para ofrecer una buena dosis de escalofríos al lector.

The Grisly Horror (feb – 1935) [Moon of Zambewei] es un perfecto representante de esta categoría: un ancestral culto de origen africano tiene apresada a la amada del protagonista en una región pantanosa del sur de Estados Unidos. Un sacerdote siniestro y traicionero, y un dios que en realidad es un enorme simio carnívoro (probablemente un atavismo de otra época) completan el conjunto de elementos del relato.

Black Talons (dic – 1933) resulta curiosa por lo enrevesado e increíble de su trama, que la hacen rocambolesca en exceso. No faltan un asesinato misterioso, una retorcida tortura y un antiguo culto de origen africano.

Black Wind Blowing (jun – 1936) resulta más flojo, a pesar de lo intrigante de la misteriosa boda con que se inicia el relato. Después, todo se reduce al enésimo culto siniestro que quiere sacrificar a la novia.

Fantasmas y otras Criaturas de las Tinieblas


Las apariciones, los espectros, los vampiros y los hombres–lobo son algunos de los habitantes más habituales del relato de terror, y Howard también los utilizó en varias de sus historias. Ahora bien, el escritor texano raramente se limitó a lo establecido por la tradición para estas criaturas, sino que creaba sus propias interpretaciones. No es que pueda decirse que revolucionara la imagen de ninguno de estos seres, pero ciertamente tampoco que se limitara a emplear los esquemas establecidos por sus antecesores. Así, por ejemplo, el licántropo De Montour de los relatos In the Forest of Villefère y Wolfshead tiene los suficientes elementos diferenciadores como para distinguirse de otros hombres lobo.

Por otra parte, no es raro que Howard empleara algunos de estos elementos sobrenaturales en otras de sus historias. No sorprende, claro está, en las de fantasía, pero resulta más llamativo en otros casos, como en sus relatos de boxeadores. Así, en The Spirit of Tom Molyneaux aparece un fantasma, aunque con influencia más positiva que maléfica y terrorífica.

The Hyena (mar – 1928) es uno de esos relatos con un racismo bastante explícito, admitido en su época, pero hoy inaceptable. Dejando esto de lado, tampoco es un gran relato. Ambientado en África, la rivalidad por una mujer blanca entre un colono (que admite sus prejuicios raciales) y un brujo local (retratado no demasiado negativamente) sirve para desarrollar esta historia de licantropía.

Dermod’s Bane (1967) es un relato de fantasmas no especialmente destacable, que parece inspirado por Poe. El atormentado protagonista se enfrenta en su Irlanda natal al fantasma de un forajido (rival de su familia), y es ayudado por el fantasma de su hermana.

También tiene importancia la ambientación irlandesa en The Cairn on the Headland (ene – 1933), que aprovecha elementos del relato (no pulicado en vida de Howard) The Grey God Passes, relacionados con la Batalla de Clontarf (1014). La historia gira alrededor de un túmulo del que se libera una poderosa entidad, ahuyentada con un crucifijo que es entregado al protagonista por una aparición más benéfica. Con elementos de horror cósmico y "memoria racial" (otro de los elementos habituales en Howard), resulta una interesante y efectiva mezcla.

En The Noseless Horror (1970) se mezclan el misterio de "habitación cerrada" con elementos de Weird Menace para dar lugar a una trama previsible a la vez que poco creíble. Lo más interesante es la naturaleza de la extraña momia que aparece en el relato.

Casonetto’s Last Song (1973) es un breve relato que casi parece adelantado a su tiempo, por el uso que hace de los elementos tecnológicos (en este caso, un disco de fonógrafo) para emplear elementos sobrenaturales (una maldición).

Golnar the Ape (1985) es un breve fragmento que describe un extraño personaje, capaz de "ver dos mundos" a la vez, y casi parece relacionado con las criaturas que aparecen en algunos relatos de Machen y su siniestra versión de los cuentos de hadas y leyendas populares.

Faring Town


Estos relatos casi podrían incluirse en el grupo anterior, pero el hecho de estar ambientados en el mismo lugar, una pequeña ciudad costera llamada Faring Town, les da cierta categoría individual. Se trata de relatos de ambiente marinero (del estilo de los popularizados por W.H. Hodgson), a mitad de camino entre la leyenda popular y el terror más absoluto.

Sea Curse (may – 1928) es una historia bastante típica de este tipo de ambientación, en la que los asesinos y violadores de una joven son maldecidos. Su mejor momento es hacia el final, con la aparición de un barco con una inquietante tripulación.

En Out of the Deep (1967) un cadáver devuelto por el mar se convierte en un "habitante del mar" polimórfico, que casi es presentado como una encarnación del propio océano como ser monstruoso y terrorífico.

Hablando con propiedad, en ningún momento se dice donde transcurre Restless Waters (1974), pero por su tipo esta historia está emparentada sin duda con los relatos de marineros de Faring Town. El relato es correcto pero más que previsible, con su aparición que vuelve de la muerte para vengarse de su asesino.

Hijos de la Oscuridad


Aunque no puede decirse que este tipo de relatos fuera inventado por Howard (la influencia de Arthur Machen es evidente y confesa), lo cierto es que los empleo en buena parte de su universo terrorífico y fantástico. La base de estos relatos es la existencia (en principio, en las islas británicas) de un pueblo semi–humano, de características degradadas y monstruosas. De estos seres procederían las leyendas humanas de duendes, trolls y criaturas de la oscuridad similares, que ocultarían una realidad aún más siniestra y terrorífica. Es posible que en origen estas criaturas fueran no muy distintas de los seres humanos, pero han llegado a nuestros días como atavismos horrorosos y degenerados.

The Little People (1970) es posiblemente el primer relato en que Howard hace uso de lo que aquí llama el "pueblo pequeño". La referencia a Arthur Machen es indudable, siendo uno de sus relatos el iniciador de la historia. Por desgracia, no nos ha llegado el relato completo y hay una hoja perdida (que parece contener una conversación entre los protagonistas y un sueño en que aparece un druida). El final mezcla la acción con la intervención de un deus ex machina, y en realidad el relato es más interesante por su relevancia dentro de la obra de Howard que por su valor narrativo.

En People of the Dark (jun – 1932) se mezclan conceptos de la ya mencionada "memoria racial" con los "hijos de la noche". La parte de los recuerdos del pasado es compartida por el trío protagonista. Esto le da cierto tono poético a un relato que, por otra parte, no carece de acción. El protagonista principal evoluciona al cumplir con su destino, pasando de asesino a salvador.

Aunque tenga lugar propio como parte de la saga de Bran Mak Morn, es imprescindible hablar del que es uno de los mejores relatos de Robert E. Howard: Worms of the Earth (nov – 1932). En esta historia, el horror tiene dos partes complementarias. Por un lado, los propios "gusanos de la tierra", aunque permanecen casi siempre en las sombras (o quizá precisamente por eso), pocas veces son más aterradores que en este relato. Por otra parte, igual de terrorífica es la condenación del protagonista, capaz de pactar con las fuerzas de la oscuridad para acabar con sus enemigos, sólo para darse cuenta entonces de lo que ha hecho, de a qué extremos ha sido capaz de llegar. Nada que ver con otros relatos en los que el protagonista acaba saliendo victorioso: Bran consigue lo que quería, pero el precio pagado ha sido su alma. Como curiosidad, la Piedra Negra que tiene un importante papel en la historia es nombrada en People of the Dark, y el relato además menciona elementos propios de los Mitos de Cthulhu.

The Valley of the Lost (1967) empieza como un western, hasta que el protagonista se interna en una cueva de oscura reputación, en la que encuentra una nueva versión de la "antigua gente". En este caso, las criaturas (definitivamente reptilodes) son presentadas como menos siniestras, pero más alienígenas que en otras ocasiones. Las criaturas incluso se toman la molestia de enseñar mentalmente su historia al protagonista (lo que quizá sea influencia de relatos similares de Lovecraft). De nuevo, el final no puede considerarse precisamente un final feliz.

The Dwellers Under the Tomb (1976) probablemente muestre ya los últimos "coletazos" del interés de Howard por este tema, y el horror que provoca está confundido con una retorcida trama propia de la Weird Menace

Cultos sin Nombre: Howard y los Mitos de Cthulhu


Una importante influencia en los relatos de terror escritos por Howard es su contemporáneo H.P. Lovecraft, de cuyo círculo de corresponsales formaría parte. Lovecraft introdujo al escritor tejano en los "secretos" de los Mitos de Cthulhu, es decir, el conjunto de dioses abominables y libros arcanos con que aderezaba el de Providence sus terroríficas historias para hacer creer que compartían un universo común y, en cierto modo, darles más realismo. Por supuesto, los Mitos de Cthulhu (calificativo que ha perdurado, a pesar de que Lovecraft nunca los bautizó) son algo más que eso, compartiendo ciertos elementos temáticos adicionales, aunque sin llegar a ser la mitología coherente y estructurada que presentan Derleth y sus seguidores.

Así, Howard empezó a incluir en algunos de sus relatos menciones a todo tipo de primigenias deidades y obscenos grimorios, haciéndoles entrar así en el amplio universo de la mitología lovecraftiana, aunque sin dejar de lado su mundo personal. Sin duda, su principal aportación al universo Cthulhuideo es un libro, el Nameless Cults escrito por un alemán loco llamado Von Juntz y descrito (en sus diversas ediciones) con precisión de bibliotecario. En cierto modo, este Cultos Innombrables desempeña el mismo papel en la obra de Howard que el Necronomicon en la de Lovecraft.

Como curiosidad, existe un fragmento en el que Howard vincula su Edad Hiboria (el mundo en que vive Conan) con los Mitos de Cthulhu, diciendo que esa época es mencionada en el Nameless Cults. Por supuesto, esto no debería interpretarse en ningún caso como que los relatos de Conan pueden ser leídos como parte de los Mitos de Cthulhu.

En The Children of the Night (may – 1931) Howard incluso alaba expresamente al relato La Llamada de Cthulhu. Se trata de un relato con acción y fuerza, aunque en ocasiones la mezcla de elementos habituales en Howard resulta un poco excesiva: odios raciales, Mitos de Cthulhu, atavismos pre–humanos, Bran Mak Morn, memoria racial... Como en otros de sus relatos, el terror lo provoca sobre todo la persistencia de un atavismo en nuestros días, aunque también (en menor medida) el fanatismo que invade al protagonista tras la revelación que tiene.

The Black Stone (nov – 1931) es uno de los mejores relatos de Howard, y también uno de los mejores relatos de los Mitos de Cthulhu (sin importar su autor). Tiene una parte que parece casi una investigación periodística, y que lo dota de un falso realismo que hace más impresionante la parte más fantasiosa. Además de los habituales atavismos raciales, Howard introduce aquí elementos de horror cósmico, al insistir en que el hombre ni domina el planeta ni es su primer habitante. Por otra parte, el relato incluye vívidas escenas de un ritual para el que todos los adjetivos se quedan cortos: brutal, impío, bestial, perverso...

The House (2003) es un fragmento de relato (sería finalizado por August Derleth) que trata acerca del pasado del poeta loco Justion Geoffrey, que tiene un importante papel en The Black Stone. Por desgracia, Howard se detuvo justo cuando empezaba la parte más interesante.

The Thing on the Roof (feb – 1932) tiene componentes similares a The Black Stone, pero le falta su fuerza, quizá porque la implicación del narrador (y, por lo tanto, del lector) sea menor. Aún así, es un correcto relato dentro de este género, que trata de un antiguo dios liberado del templo en que estaba atrapado.

The Hoofed Thing (1970) comienza con un tono muy ligero, casi humorístico, que luego se va convirtiendo en una mezcla de Weird Menace y relato lovecraftiano (con una mención del Nameless Cults bastante traída por los pelos) acerca de una criatura procedente de otra dimensión que debe ser convenientemente alimentada. Quizá lo más curioso sea ver como el protagonista, lejos de asustarse, se enfrenta al ente espada en mano.

The Fire of Asshurbanipal (dic – 1936) es un entretenido relato de aventuras, acerca de la búsqueda de una ciudad perdida en el desierto. Existe una primera versión de este relato sin elementos sobrenaturales, pero la que acabó publicándose en Weird Tales es esta, a la que se le añadieron elementos propios de los Mitos de Cthulhu: libros arcanos, dioses remotos y una pizca de horror cósmico. Aún así, sigue siendo más una historia de aventuras que de terror.

The People of the Black Coast (1969) es un breve relato no muy logrado, pero con algunos elementos de horror cósmico, y ambientado en una isla que parece una versión menos extraña de la R'lyeh lovecraftiana.

Es interesante señalar la participación de Howard en el relato The Challenge from Beyond (sep – 1935). Se trata de un relato escrito en round–robin (por turnos, cada autor continúa el relato de sus predecesores) en el que participaron C.L. Moore, Abraham Merritt, H.P. Lovecraft, R.E. Howard y Frank Belknap Long. La idea y los nombres asociados son interesantes, pero el desarrollo no lo es tanto: Lovecraft es quien determina la orientación del relato, pero no es demasiado original.

John Kirowan y sus compañeros


A la hora de categorizar los textos de Howard, existe cierta tendencia a agrupar varios de sus relatos (siete u ocho) como protagonizados por John Kirowan (o, peor aún, por Conrad y Kirowan), como si se tratara de una especie de detective (o pareja de investigadores) con afición a los casos sobrenaturales. Sin embargo, hay pocas evidencias para pensar que estos relatos estén protagonizados realmente por los mismos personajes.

A favor de la existencia de unos personajes comunes en estos relatos aparece la obvia coincidencia de apellidos, aunque no puede olvidarse la costumbre de Howard de reciclar los nombres de sus personajes para historias totalmente distintas (aunque aún hay quien piense que el protagonista de Skull-Face es el mismo Costigan que protagoniza sus relatos humorísticos de boxeo). Por otro lado, existen algunas menciones comunes al Yucatán y a Hungría, que pueden fácilmente considerarse simples referencias a lugares "exóticos".

En contra de que los protagonistas sean los mismos, los elementos a considerar parecen más sólidos. Una vez desmontados los argumentos de los apellidos y el pasado exótico, es importante considerar el nombre de pila del personaje. Los partidarios de la existencia de "Conrad y Kirowan" suelen incluir el relato Dermod’s Bane en esta categoría, olvidando que el protagonista se llama Michael, mientras que el Kirowan de otro relato es llamado John o, simplemente, Profesor. Pero, aún asumiendo la posible existencia de un Profesor John Kirowan, la presencia de un compañero llamado Conrad es aún más dudosa. El recurso de la pareja de protagonistas aparece en muchos relatos (con o sin Kirowan), ya que permite al narrador establecer un diálogo que resulta más informativo para el lector. Sin embargo, este compañero aparece nombreado como Conrad, como John Conrad (como el personaje del relato The Voice of El-Lil, y como James Conrad. Por no hablar de las veces en que el compañero de Kirowan tiene un nombre totalmente distinto.

En todo caso, el mejor argumento para limitar el protagonismo de Kirowan parece puramente literario. No parece creíble, o minimiza su capacidad terrorífica, el hecho de que un personaje supere sin secuelas de ningún tipo las terribles experiencias de algunos de estos relatos y aparezca, como si nada, en otro relato para enfrentarse a una nueva amenaza sobrenatural. Esto es especialmente difícil de aceptar en casos como The Black Stone, cuyo anónimo protagonista es a veces identificado con John Kirowan. Resulta más aceptable en algunos casos en los que la presencia de Kirowan (o Conrad) es más testimonial que otra cosa, como sucede en The Children of the Night, donde los verdaderos protagonistas son otros (este relato además es todo un muestrario de apellidos más o menos comunes en la obra de Howard).

Así, estos son los relatos que suelen agruparse en esta categoría (junto a las razones por las que esto no es adecuado):


  • The Black Stone: el protagonista es anónimo, y los efectos del relato dificultan que sea creíble como John Kirowan.
  • The Children of the Night: aparecen (pero no protagonizan) el Profesor Kirowan y Conrad.
  • Dermod's Bane: el protagonista se llama Michael Kirowan.
  • Dig Me No Grave: los protagonistas son Kirowan y John Conrad.
  • The Dwellers Under the Tomb: el protagonista es John Conrad, Kirowan no aparece.
  • The Haunter of the Ring: el protagonista es John Kirowan, pero su compañero no es Conrad.
  • The House: los protagonistas de este fragmento (relacionado con The Black Stone son Kirowan y James Conrad.
  • The Voice of El-Lil: este relato de aventuras fantásticas está protagonizado por un personaje llamado John Conrad.

En resumen, toda esta demostración casi matemática deja sólo un par de relatos que agrupar de manera adecuada como relatos de "Conrad y Kirowan" (y en uno de ellos, Conrad no aparece...).

The Haunter of the Ring (jun – 1934) es un buen relato, aunque algo melodramático, en el que se menciona el anillo de Thoth–Amon (personaje y objeto que aparecen en The Phoenix on the Sword), pero se trata de una referencia a lo "Mitos de Cthulhu", sin más relación con el universo de Conan.

En Dig Me No Grave (feb – 1937) también es relato correcto, en el que se trata del pacto diabólico de un siniestro ocultista. Algunas referencias a Yog – Sothoth y a Kathulos (el hechicero de Skull–Face) lo relacionan parcialmente con los Mitos de Cthulhu.

Extraño Sudoeste


Como parte de su interés por su tierra natal, existe cierto número de relatos de terror ambientados en el sudoeste de Estados Unidos, en los que la representación de la región en que transcurre la acción es inseparable de la historia en sí. Incluso podría decirse que Howard fue uno de los precursores o pioneros del sub–género al que se suele llamar Weird Western, caracterizado por mezclar elementos fantásticos con el western. Aunque no todas las historias de esta categoría sucedan en la época del Salvaje Oeste, no por ello dejan de aparecer en ellos elementos propios del western. Por otro lado, no son estos los únicos relatos en los que aparece representado este género genuinamente americano, como demuestra The Valley of the Lost, que pasa del relato de pistoleros y rivalidades tejanas al horror cósmico con toques lovecraftianos.

The Shadow of the Beast (1977) presenta una idea original en la naturaleza del fantasma que puebla su caso encantada, pero poco más. Es un relato de típica ambientación sureña con el racismo implícito que ello conlleva: no hay que olvida la época en que están escritos estos relatos y la sociedad que presentan.

El mayor interés de The Horror from the Mound (may – 1932) es su inusual ambientación para el tratamiento de un tema clásico (en este caso, se trata de un vampiro de la época de los conquistadores españoles). Aparecen aquí el interés de Howard por su tierra y por su historia.

The Man on the Ground (jul – 1933) es una breve historia acerca de la rivalidad entre dos personas (los típicos "feudos" que aparecen en muchos de sus westerns), pero con un final con toque sobrenatural (más que puramente terrorífico).

También Old Garfield’s Heart (dic – 1933) es un relato más sobrenatural que de horror, de ambientación contemporánea pero que se remite a la época del salvaje Oeste. La historia es la de un anciano que vive gracias a un corazón de extraño origen.

Kelly the Conjure Man (1964) es una breve semblanza/artículo de un personaje cuyo origen probablemente esté en alguna leyenda local. Su mayor interés está en verlo como prólogo e influencia en Black Canaan.

Black Canaan (jun – 1936), a pesar de su contexto claramente racista, es un buen relato. Aunque trata de una revuelta de negros contra blancos, merece la pena notar que el brujo instigador (y su seductora cómplice) no son retratados negativamente ni mediante estereotipos raciales. Especialmente llamativo es el retrato de la atracción del protagonista por la Novia de Damballah que surge de forma natural y con el encanto de lo prohibido, aunque luego se refuerce mágicamente.

The Dead Remember (ago – 1936) puede verse casi como un reflejo del anterior. En esta historia de venganza más allá de la muerte, los "buenos" (aunque empleen brujería y medios sobrenaturales) son los negros asesinados por un despreciable blanco (que recibe su merecido). Además, muestra la particularidad de componer su narrativa mediante cartas, documentos y testimonios diversos.

Sin duda, el mejor relato de esta categoría es el terrorífico Pigeons From Hell (may – 1938), considerado también como uno de los mejores relatos de terror de Howard. La ambientación sureña está acompañada de logrados elementos macabros dentro de una casa encantada, a los que se añaden las leyendas del vudú e incluso la creación de un monstruo original. Se trata de la zuvembie, una especie de zombie femenino con poderes brujeriles que emplea en esta clásica historia de venganza más allá de la tumba.

Howard y el Horror


Injustamente oscurecida por sus propias creaciones, así como por la obra de sus contemporáneos, la obra terrorífica de Robert E. Howard puede llegar a pasar desapercibida para el lector casual. Al fin y al cabo, Howard no es un autor al que se suela mencionar cuando se habla de la literatura de terror (ni siquiere si nos limitamos a lo que se suele denigrar como "literatura popular"). Sin embargo, a poco que se conozca su obra, es fácil notar que los elementos terroríficos no suelen estar muy lejos de casi todo lo que escribía el tejano, y esto es especialmente notable en aquellos relatos centrados directamente en el horror. Howard no puede ser considerado un innovador del género (como H.P. Lovecraft), pero alguien capaz de escribir Worms of the Earth, The Black Stone o Pigeons From Hell debería ser considerado al menos como uno de sus autores destacados.