El Que Escribe Desde las Sombras: Las Colaboraciones y Revisiones de H.P. Lovecraft

Lovecraft necesitaba dinero. Tras una infancia más o menos acomodada, las circunstancias situaron al autor de Providence en una complicada situación adulta, con necesidad de ganarse el sustento y con poca capacidad e inclinación para dedicarse a oficio alguno. Ni siquiera consideraba la escritura como una actividad profesional, viéndose a sí mismo eternamente como un aficionado. Sin embargo, su habilidad con las palabras sí que le permitió ganar algunos dólares mediante el oficio de revisor o, directamente, ghost – writer (lo que en castellano se suele conocer como un negro: alguien que escribe textos que firman otros).

Las tareas de Lovecraft como revisor pueden encuadrarse en dos grandes grupos. Por un lado, no solía negarse a examinar y revisar textos a sus amistades y conocidos (trabajo por el que, presumiblemente, no cobraría). Por otra parte, llegó a anunciarse en prensa y aceptaba encargos que iban desde las revisiones editoriales normales, al desarrollo de relatos desde cero (o, al menos, desde una breve sinopsis proporcionada por el cliente).

Estas revisiones y colaboraciones no pueden dejarse de lado al examinar la obra de Lovecraft, especialmente teniendo en cuenta que suponen un número importante de títulos en relación a su obra “en solitario”, y que en muchos casos son relatos de Lovecraft en todo menos en la firma de publicación. En todo caso, no siempre es fácil saber cuando empieza la labor de Lovecraft y cuando acaba la de su co–autor. En algunos casos pueden descubrirse pistas e indicios en la correspondencia del autor, lo que puede llegar a provocar que se descubran aún en nuestros días textos en los que Lovecraft intervino en alguna medida. Aunque en ocasiones también aparecen confusiones y casos dudosos, como sucede con el relato The Thing in the Moonlight, originado en la narración de un sueño a Donald Wandrei y “completado” en 1941 por J. Chapman Miske, considerándose en ocasiones como un relato de Lovecraft, cuando nunca tuvo esa pretensión.

También debería mencionarse aquí The Challenge From Beyond (1935), a pesar de tener más valor como curiosidad y por las credenciales de los participantes, que como relato en sí mismo. Se trata de un cuento escrito mediante el sistema round–robin (es decir, por turnos) en el que participaron C.L. Moore, Abraham Merritt, H.P. Lovecraft, Robert E.Howard, y Frank Belknap Long. En general, cada autor da muestra de su estilo propio, y el relato adolece de una diversidad de estilos y una orientación y objetivos poco claros.

Finalmente, mención aparte merece lo que se ha dado en llamar “colaboraciones póstumas”. En muchos casos, se trata de relatos escritos a modo de homenaje a partir de textos inacabados o fragmentos de cartas, como por ejemplo The Treader of the Dust (1935) de Clark Ashton Smith, The Black Tome of Alsophocus (1969) de Martin S. Warnes, o The Snouted Thing (1991) de J. Vernon Shea. En todo caso, la intervención de Lovecraft se reduce a ser el desencadenante del relato. Pero sin duda alguna el mayor “colaborador póstumo” de Lovecraft fue August Derleth, responsable por otro lado de popularizar la obra lovecraftiana. Derleth publicó un total de dieciseis historias firmadas por Lovecraft y él mismo. En realidad se trata de relatos escritos y desarrollados totalmente por Derleth, basados en algún apunte del cuaderno de ideas y anotaciones de Lovecraft, cuya involuntaria participación se reduce a eso.

Primeras Colaboradoras


Las primeras colaboraciones en las que participó Lovecraft parecen haberse originado a partir de verse incolucrado en el campo del periodismo amateur.

Su primera colaboradora fue Winifred V. Jackson, una poetisa sin talento para la prosa (según Lovecraft), con la que se ha especulado acerca del posible interés romántico que habría tenido el autor. En The Green Meadow (1919) se presenta una la descripción inacabada de otro mundo a partir de un extraño cuaderno encontrado en un meteorito. Por su parte, en The Crawling Chaos (1920) es una sobredosis de opio lo que provoca un viaje onírico a otro mundo en el que se presencia su destrucción. En ambos casos se trata de relatos muy similares a otros de la etapa Dunsaniana de Lovecraft, clara (y explícitamente) emparentados con el resto de su Ciclo Onírico. Como curiosidad, ambos relatos fueron publicados con la doble firma de sus dos autores, pero escondidos bajo pseudónimos.

Poco se sabe de Anna Helen Crofts, con la que Lovecraft comparte la autoría de Poetry and the Gods (1920), un breve relato de apreciación y exaltación del lenguaje poético protagonizado por una versión femenina del típico personaje lovecraftiano.

Lovecraft también colaboró en un par de ocasiones con Sonia H. Greene, antes de contraer matrimonio con ella. The Horror at Martin's Beach (1922), también conocido como The Invisible Monster, está escrito a partir de un borrador realizado por Greene. Se trata de un relato de horror ambientado en una localidad costera en el que se puede intuir algo del Lovecraft dedicado al terror marino. Más flojo resulta Four O'Clock (1922), una historia de obsesión psicológica y culpa en la que se intenta fallidamente crear tensión mediante el recurso de la repetición de una frase.

Amigos y Patronos


Lovecraft era amigo de la familia Eddy, con uno de cuyos miembros (C.M. Eddy Jr.) compartiría relatos y oportunidades de trabajo, gracias al trabajo de Eddy como agente de Houdini. En el caso de los relatos co–escritos con Eddy, la labor de Lovecraft parece ser más la de revisor y editor que la de escritor en la sombra.

Poca influencia de Lovecraft puede encontrarse en Ashes (1924) un melodramático relato sobre un científico loco y un compuesto que lo transforma todo en cenizas. Siendo muy generoso, puede verse en esta historia una fuente de inspiración para The Case of Charles Dexter Ward.Más trabajo de re–escritura parece que hubo en The Ghost–Eater (1923) un relato de fantasmas (con toques de licantropía) correcto pero sin nada destacable. El mejor relato de esta pareja probablemente sea The Loved Dead (1923), una macabra historia de necrofilia, al parecer considerada escandalosa cuando se publicó (lo que aumentó las ventas de Weird Tales). La última colaboración con Eddy es Deaf, Dumb, and Blind (1923), una interesante idea con una estructura típicamente lovecraftiana a la que sin embargo le falta “algo”. Se trata de la historia de una muerte en extrañas circunstancias, descrita por un mutilado de guerra con amplias limitaciones sensoriales.

El famoso mago y escapista Harry Houdini fue utilizado como gancho publicitario por la revista Weird Tales. Al parecer, Lovecraft escribió la única columna firmada por Houdini que apareció en la revista, pero también escribió completamente (a partir de una supuesta historia real que le contó Houdini) un relato que aparecería firmado por el escapista. Eddy, Lovecraft y Houdini también tenían en proyecto un libro The Cancer of Superstition, dedicado a combatir la superstición, que quedó abandonado con la muerte del mago.

Under the Pyramids (1924), también publicado como Imprisoned with the Pharaohs narra en primera persona (el protagonista se supone que es el propio Houdini) una terrible visión o sueño presenciada en Egipto. La primera parte del relato es casi un cuaderno de viajes dedicado a Egipto y El Cairo, seguido por el descubrimiento de unas horribles momias híbridas. Probablemente esta sea una de las mejores “colaboraciones” en las que participó Lovecraft.

Revisor Profesional


A medida que aumenta la reputación de Lovecraft y su círculo de corresponsales, los trabajos de colaboración se vuelven más variados, y empezando a incluir tanto a aficionados como a profesionales de la escritura.

Wilfred Blanch Talman era un colaborador habitual de Weird Tales y llegó a actuar como agente de Lovecraft, que le re–escribió el relato Two Black Bottles (1926), una historia más bien floja de brujería y magia negra, robo de almas y asesinatos.

El traductor, periodita, autor, abogado y erudito de origen judío Adolphe de Castro al parecer era uno de los clientes más fiables de Lovecraft, con el que trabajó en un par de ocasiones. The Last Test (1927) es un detallista relato al que le sobran extensión y melodrama, y al que Lovecraft aportó el origen alienígena de la enfermedad alrededor de la que gira la historia. En The Electric Executioner (1929) se parte de una idea central interesante (un inventor loco atrapa a un hombre en un tren), pero de nuevo le sobra detallismo y la parte sobrenatural (que mezcla los mitos de Cthulhu con los aztecas) tampoco aporta nada.

Quizá el más consagrado de los escritores con los que colaboró Lovecraft fuera Henry S. Whitehead, un antiguo misionero que había quedado fascinado por las costumbres y tradiciones caribeñas. En The Trap (1932) Lovecraft es el completo responsable de la parte central, que describe detalladamente otra dimensión a la que ha sido trasladado un estudiante mediante un misterioso espejo. Bothon (1946) también tiene elementos típicos de la obra lovecraftiana, pero está menos logrado que otros relatos similares. En este caso, un golpe en la cabeza altera los sentidos del protagonista y le permite recordar su existencia prehistórica en un legendario continente. Whitehead además empleó una idea de Lovecraft para su relato Cassius.

Duane W. Rimel es otro autor con el que Lovecraft colaboró en alguna ocasión y con el que compartió la idea de lanzar una revista de ciencia ficción. The Tree on the Hill (1934) trata de un extraño árbol que sirve de puerta a otro mundo, pero su interesante planteamiento se ve estropeado por su flojo desarrollo. The Disinterment (1935) es un relato de horror en primera persona con científico loco. Sus personajes actúan de forma poco creíble y Lovecraft ha tratado mucho mejor en otras ocasiones este tipo de horror personal. The Jewels of Charlotte (1935) quiere ser ambiguo pero se pasa de la raya y se convierte en, directamente, flojo. Un último relato, el Dunsaniano The Sorcery of Aphlar (1934) pertenece a la categoría de colaboraciones en las que la participación de Lovecraft es dudosa.

Aunque la colaboración más conocida con E. Hoffman Price es Through the Gates of the Silver Key, también trabajaron juntos en Tarbis of the Lake (1934), un forzado relato de ambiente más o menos exótico en el que un hombre se obsesiona por la mujer a la que ama, que resulta ser una momia egipcia.

Uno de los más pintorescos clientes de Lovecraft debió ser William Lumley, interesado por el ocultismo, y que afirmaba ser un antiguo marino que había presenciado todo tipo de cosas extrañas. En The Diary of Alonzo Typer (1935) abundan los elementos propios de los Mitos de Cthulhu (aunque es difícil saber si los incluyó Lovecraft o ya estaban en el borrador original de Lumley). Por lo demás, es un clásico relato de casa encantada que afecta al estudioso que va a investigarla. Lovecraft permitió que Lumley se quedará con todo el dinero cobrado por el relato, y este le obsequió una traducción del Libro de los Muertos.

Kenneth Sterling acabaría abandonando la escritura por la medicina, pero él y Lovecraft firmaron la publicación de In the Walls of Eryx (1936). Se trata de toda una rareza en la obra lovecraftiana, pues se trata de un relato de ciencia ficción “tradicional” sobre un colono humano en Venus. Por lo demás, el relato no es muy destacable, aparte de por un final que podría considerarse relativamente “moderno”. Lovecraft duplicó la extensión del relato a partir del borrador de Sterling.

Zealia Bishop


Zealia B. Reed era una joven viuda (con un hijo) que intentaba ganarse la vida con la escritura y a la que una amigo común puso en contacto con Lovecraft para que le echara una mano (remunerada, eso sí). Lovecraft, que escribió totalmente tres relatos a partir de unas breves sinopsis de su cliente, tuvo bastantes problemas para recibir sus honorarios, especialmente después de que la viuda volviera a casarse y se conviertiera en Zealia Bishop. Por lo demás, la mayor parte de su obra gira alrededor de la literatura romántica, no de la fantástica.

The Curse of Yig (1928) es un interesante relato acerca de una maldición de un antiguo dios indio de las serpientes (Yig no es presentado nunca como un miembro del panteón cthulhoideo, a pesar de que muchos imitadores lo utilizarán así), que acaba con un matrimonio y engendra una horrible criatura.

La “colaboración” más extensa de todas las realizadas por Lovecraft es The Mound (1930). A partir de lo que parece una típica historia de fantasmas indios (esa era la sinopsis de Bishop), lovecraft desarrolla una historia de una extraña civilización prehistórica que pervive hasta nuestros días. No tan logrado como otros relatos similares (probablemente porque la civilización no es lo bastante “alienígena”), contiene aún así elementos interesantes, como es el uso de las tradiciones americanas. Esto ya aparecía en el relato anterior, y es una característica diferenciadora de los relatos firmados por Bishop (pero escritos por Lovecraft...)

El más flojo de estas tres historias es Medusa's Coil (1930), la versión lovecraftiana del mito de la Górgona. A pesar de algunas partes interesantes, el resto es prescindible o excesivo. Además, el relato tiene un “golpe” final tan racista como inútil, que incluso llegó a ser censurado por Derleth al publicar el relato.

Hazel Heald


No es mucho lo que se sabe de Hazel Heald, aparte de que fue presentada a Lovecraft por la familia Eddy, y que sus intenciones románticas hicieron que el autor de Providence se distanciara de ella. El trabajo de Lovecraft en este caso se centró en la re – escritura de un total de cinco relatos de Heald, convirtiéndose así en una de las colaboraciones más prolíficas.

The Man of Stone (1932) es una historia acerca de un brujo vengativo en la que Lovecraft introdujo elementos propios de los Mitos de Cthulhu para intentar darle otro aire.

Una de las mejores obras escritas en pareja por Lovecraft es sin duda The Horror in the Museum (1932), una especie de Pickman's Model ambientado en un siniestro museo de cera y aderezado con elementos de los Mitos de Cthulhu y toques macabros.

En contraste, Winged Death resulta más flojo, a pesar de su interesante planteamiento que mezcla ciencia y superstición, y le sobra alguna que otra página.

A pesar de algunos defectos, también es muy bueno Out of the Aeons (1933), que gira alrededor de una extraña momia en un museo y la actividad que genera. Se trata de una historia de los Mitos de Cthulhu en estado puro, quizá más parecida a sus imitadores que al propio Lovecraft, pero aún así imprescindible.

Mucho menos original es The Horror in the Burying–Ground, un correcto relato macabro que se deja leer, ambientado en un cementerio y protagonizado por un enterrador.

Robert H. Barlow


El autor que en más ocasiones colaboraría con Lovecraft fue el joven de Florida Robert H. Barlow, al que consideraba un autor muy prometedor. Sin embargo, el principal papel de Barlow en relación con la obra de Lovecraft estaría relacionado con la labor de conservación de los manuscritos del escritor, que le nombró su albacea literario a su muerte.

The Hoard of the Wizard–Beast (1933) es una breve pieza fantástica no especialmente destacable sobre un tesoro y su guardián. Igualmente breve es The Slaying of the Monster (1933), que trata con tono de fábula la historia de un pueblo que se dirige a matar al monstruo que los amenaza.

Otra rareza es The Battle That Ended the Century (1934), una pieza cómica sobre un combate de boxeo en la que aparecen caricaturizados (empleando los apodos habituales creados por Lovecraft) amigos y conocidos, que parecen ser los verdaderos destinatarios de la historia (más allá del gran público).

El estilo de Barlow empieza a aparecer en “Till A' the Seas” (1935), un relato ambiental y atmosférico que describe la muerte del último habitante de una Tierra moribunda debido a una catástrofe ambiental descrita con una sorprendente clarividencia y precisión.

Poco puede decirse de Collapsing Cosmoses (1935), una viñeta incompleta de ciencia ficción interplanetaria.

Como otras historias, The Night Ocean (1936) tiene su origen en un sueño de Lovecraft. El relato consiste sobre todo en la creación de una atmósfera poética y reflexiva mientras el artista protagonista reposa en una localidad costera y encuentra algún elemento misterioso.

Colaboraciones y Conclusiones


Ninguno de los relatos que Lovecraft escribió en colaboración (entiendo este término de la manera más amplia posible) estará nunca incluido en lo mejor de su obra. Al fin y al cabo, estos relatos eran un trabajo y es poco probable que le despertaran tanto interés (y, por lo tanto, dedicación) como los desarrollados a partir de ideas propias. Aún así, en esta categoría hay un puñado de relatos que merecen ser considerados por lo menos en la “segunda división” de la obra de Lovecraft. Muchos autores, entre los que seguramente pueda incluirse a la totalidad de sus colaboradores, nunca pueden aspirar a tanto.