La Ciencia Ficción de Robert E. Howard

Parece indiscutible que Robert E. Howard sea considerado como uno de los padres del Fantástico moderno. Aunque quizá menos conocida, su faceta como autor de Terror también es más que destacable. Ahora bien, ¿qué sucede con el tercer gran sub-género de lo que a veces se llama "ficción especulativa"? ¿Cuál es la producción de Howard enmarcada dentro de la Ciencia Ficción?

Primeros Intereses

Entre los textos juveniles de Howard (escritos aproximadamente entre los 14 y 16 años), se encuentran varias piezas que pueden definirse como ciencia ficción, por lo que parece que el joven Bob mostraba cierto interés por este tipo de material.

A Twentieth Century Rip van Winkle es la historia de un cautivo durante 20 años que sirve a Howard para trasladarse a un imaginario 1940 del futuro que presenta vehículos voladores como avances tecnológicos más llamativos.

The Iron Terror es una de las primeras historias en las que aparece El Borak (aún no plenamente en su forma definitiva), en este caso enfrentándose al robot creado por un científico loco.

El incompleto The Last Man está ambientado en un año 2000 en el que una decadente raza blanca sufre la rebelión de un ejército procedente de África con ideólogos musulmanes. A pesar de que los africanos son presentados con cierto respeto por mantener su desarrollo físico frente a los degenerados blancos, el racismo del relato es evidente y los elementos de interés del relato no son suficientes para contrarrestarlo.

Otra versión o continuación del anterior parece The Last White Man, relato en que el último hombre blanco contempla como la raza negra llega a su decadencia, como antes le sucedió a la blanca. A pesar de mostrar el germen de algunas de las ideas de Howard sobre la civilización, este relato y el anterior no forman un díptico especialmente recomendable.

Un tema similar aparece en el fragmento que comienza como “Hunwulf, an American…”, que parece tratar de un experimento científico para enviar a un hombre a un futuro en que los blancos son minoría.

El viaje en el tiempo también aparece en The Man Who Went Back, pero esta vez el hombre-cobaya es enviado al pasado, pero decide ir armado con una ametralladora. En cierto modo, parece un relato similar a los de James Allison y la memoria racial.
También ha llegado hasta nosotros una sinopsis (unos pocos apuntes, en realidad) sobre una historia titulada A Room in London, ambientada en el año 2150.

El Profesional 

Por desgracia, los textos escritos como escritor profesional por Howard y dedicados a la Ciencia Ficción no son mucho más numerosos, aún aunque se incluya el relato The Challenge From Beyond, publicado en 1935 y escrito en round-robin con H.P. Lovecraft, Abraham Merrit, Frank Belknap Long y C.L. Moore. De hecho, su participación en dicho relato es el único texto de ficción científica que publicaría en vida.

The Last Laugh es una viñeta breve, de aspecto inacabado y poco pulido. Un hombre reflexiona sobre la condición humana antes de disponerse a destruir el mundo ante unos inhumanos enemigos. El discurso transmite cierta fuerza, pero poco más.

Aunque hoy en día puede que The Gondarian Man resulte demasiado previsible en su giro final, no es un mal relato. Unos científicos del futuro abren una tumba antigua y se ven obligados a matar a su monstruoso ocupante que estaba hibernando. El posterior informe científico tiene sorprendentes resultados para el lector.

La visión poco optimista de la humanidad de Howard se refleja en The Supreme Moment, en el que un grupo de notables se ve obligado a recurrir a un resentido y amargado científico para que salve al mundo de una mortífera plaga fúngica.

En The People of the Black Coast se mezclan el terror y la ciencia ficción con toques casi lovecraftianos. Una pareja naufraga en una misteriosa isla habitada por unos inteligentes cangrejos gigantes: el conflicto no tarda en aparecer.

Por su parte, lo que se mezcla en King of the Forgotten People es el terror amarillo con las aventuras exóticas. Lo acercan a la ciencia ficción los artilugios y descubrimientos del científico loco de turno, que no dejan de ser magia con una coartada racional.

En todo caso, la principal obra de Ciencia Ficción de Robert E. Howard es Almuric. Se trata de una novela (inacabada) que empezó a escribir cuando estaba buscando abrirse al mercado británico (proyecto que le llevaría a escribir la novela de Conan The Hour of the Dragon). Esta novela acabaría siendo publicada por entregas en Weird Tales en 1939, y se supone que los últimos capítulos los concluyó otra mano. Esto explica que algunas partes den la sensación de estar menos desarrolladas: todo el texto es poco más que un primer borrador.

Almuric es una fantasía de “espada y planeta” inspirada claramente por el ciclo de novelas de John Carter escrito por Edgar Rice Burroughs. Un científico envía al protagonista a otro planeta, repleto de hombres brutales y mujeres delicadas y hermosas. En sus aventuras, Esau Cairn se enfrenta a criaturas bastante habituales en los relatos de Howard: hombres alados, arañas gigantes, “gusanos de la tierra”… En general, la fauna del planeta Almuric no resulta tan imaginativa como la del Marte de Burroughs. En definitiva, esta novela es la versión con elementos howardianos del John Carter de Burroughs, sin limitarse a ser una mera copia. Aún así, se queda en poco más que una rareza y una oportunidad perdida.

En resumen, parece evidente que el prolífico Robert E. Howard no cuenta con una literatura de Ciencia Ficción destacable, por lo que será mejor buscar sus mejores momentos en los dedicados a la Fantasía y el Terror.

Sherlock Holmes: el Sabueso de Baker Street

Cuatro novelas y 56 relatos: lo que se conoce como el Canon. Ese es el material con el que Sir Arthur Conan Doyle consiguió crear un personaje inmortal que pasaría a la historia de la literatura popular inglesa y universal: Sherlock Holmes. Aunque existen los lógicos antecedentes (siempre  hay que mencionar, con justicia, al Dupin de Edgar Allan Poe), es en estas historias en las que se creó el arquetipo de relato detectivesco que perduraría durante mucho tiempo, y que aún en la actualidad sigue funcionando entre el público.

A Study in Scarlet (1887)

La primera novela de las cuatro que forman parte del canon de Sherlock Holmes es A Study in Scarlet. La novela relata el primer encuentro entre Sherlock Holmes y Watson, que además es el narrador de la historia. Salvo escasas excepciones, además de ser su eterno compañero, Watson actúa como narrador de las historias, siendo a la vez el representante del lector. A pesar de ser la primera historia del detective, los personajes y las constantes de estas historias aparecen ya bastante bien definidas, desde el peculiar carácter y costumbres de Holmes a, por supuesto, sus métodos deductivos. También aparecen detalles más secundarios el desprecio por las maneras de Scotland Yard (aquí representado por Gregson y Lestrade) o el uso que hace Holmes de la red de informantes que más adelante será bautizada como los “Irregulares de Baker Street”.

La segunda parte de la novela está ocupada en buena parte por un relato que nos narra la historia que ha originado los crímenes que ha investigado Holmes, aunque desde el punto de vista del asesino. Ambientada en el pasado, en unos “exóticos” Estados Unidos entre mormones, hasta cierto punto esta parte da la sensación de ser relleno para llegar a una longitud válida como novela a partir de una trama que quizá no fuera suficiente para ello. Por otra parte, esta historia de venganza da una visión que hace más comprensibles los crímenes cometidos, lo que es coherente con que el criminal no acabe ante un tribunal (aunque sí que le alcance la “justicia divina”).

La historia finaliza con una policía que se adjudica los méritos de la resolución del caso, y un Watson que promete a su compañero de piso que publicará la verdadera historia de los hechos.

The Sign of the Four (1890)

A pesar de no alcanzar todavía demasiada popularidad, alguien debió fijarse en la novela de Conan Doyle, porque el editor de una revista estadounidense le encargó otra novela para incluir en la versión inglesa de su publicación. Como curiosidad, Oscar Wilde también recibió un encargo similar (en la misma cena con el editor) y escribió The Portrait of Dorian Gray.

Esta historia sigue una estructura similar a la de la primera novela, aunque el relato de la versión del criminal ocupa mucho menos espacio (menos de un capítulo, en vez de casi medio libro). El cuerpo a la trama esta vez se lo dan sus propios elementos (de un exotismo a veces cercano a lo melodramático), escenas de acción (una persecución por el Thamesis) y ciertos elementos románticos (por lo que respecta a Watson: el frío Sherlock Holmes aprovecha para dejar claro lo que piensa del matrimonio).

Watson aquí conoce a la que se convertirá en su esposa, Mary Morstan, lo que es revelado de forma gradual (recordemos que Watson es el narrador), mediante indicios graduales de que Watson y Mary han continuado su relación más allá de la historia de la novela. Sin embargo, lo que es bueno para la felicidad del Dr. Watson, será un impedimento para Conan Doyle, pues en futuras historias Holmes y Watson no compartirán el domicilio de Baker Street y la justificación para que vivan aventuras juntos será algo más endeble. En todo caso, no parece que Conan Doyle tuviera en mente la creación de todo un universo ficticio alrededor de su detective, como demuestran en ocasiones diversas incoherencias a lo largo de su obra (por ejemplo, la herida de Watson pasa de ser en un brazo a afectar a una pierna).

Por otra parte, la novela muestra a un Holmes dedicado a una actividad que suele llamar la atención de los lectores modernos: el uso de las inyecciones de cocaína o de morfina como estimulantes cuando no tiene un caso en marcha. También se presenta otra de las habilidades del detective: su capacidad para el disfraz. En parte, según afirma Holmes, se ve obligado a utilizar este medio por su excesiva popularidad, ocasionada en parte por las publicaciones de Watson. La inclusión de este tipo de referencias es relativamente habitual, y ayuda a crear la sensación de que las aventuras de Sherlock Holmes transcurren en el mundo en que viven sus lectores.

The Adventures of Sherlock Holmes (1892)

Tras estas dos novelas, Conan Doyle empezará a publicar relatos cortos en la revista mensual Strand Magazine, donde acabaría por consolidarse la popularidad de Sherlock Holmes. Estas historias cortas se recopilarían en diversas antologías, de las cuales esta es la primera, recogiendo relatos aparecidos entre 1891 y 1892.

La colección comienza con el imprescindible A Scandal in Bohemia, donde aparece el personaje de Irene Adler o, para Sherlock Holmes, LA mujer. La historia (que demuestra cierta influencia de Poe) no trata de un crimen, por primera vez, sino que Holmes es contratado para recuperar unos documentos, lo que le hace ser más activo que cuando se dedica a la investigación. Además de la creación de un personaje básico en la leyenda de Holmes (la mujer que es capaz de derrotarlo en su propio terreno), el relato profundiza en su postura ante las mujeres y en como le afecta el choque con Adler.

The Red-Headed League resulta curioso por sus toques de humor, casi absurdo, pero demuestra como Holmes es capaz de frustrar un robo y detener a un infame ladrón (con el que afirma haberse cruzado ya) a pesar de que el caso originalmente parece no tener nada que ver.

Más flojo resulta A Case of Identity, donde Holmes no consigue que se haga verdadera justicia en un caso sencillo (un asunto de índole familiar), pues no hay un verdadero crimen.

No mejora mucho la cosa con The Boscombe Valley Mystery, que recuerda demasiado a A Study in Scarlet. Holmes usa su propio sentido de la justicia, dejando irse al criminal pero salvando al falso acusado.

Frustrante para Holmes resulta The Five Orange Pips, pues su cliente es asesinado sin que pueda evitarlo y, aunque intenta hacer justicia, el barco donde viajan los asesinos (relacionados con el KKK) se hunde antes.

De nuevo un caso doméstico centra la acción en The Man with the Twisted Lip, donde Holmes descubre a un marido que engaña a su mujer llevando una doble vida por motivos puramente económicos, en lo que parecía una desaparición o asesinato.

Al contrario, en The Adventure of the Blue Carbuncle, lo que parece un caso rutinario acaba llevando a la resolución del robo de una piedra preciosa. Sherlock Holmes emplea más sus capacidades deductivas en demostraciones que en la resolución del crimen.

La calidad vuelve a aumentar en The Adventure of the Speckled Band. De paso, la cronología de las historias deja de ser lineal como hasta ahora, pues este relato está ambientado en la época en que Holmes y Watson aún vivían juntos. Se trata de un caso en el que abundan los elementos misteriosos (y puede verse cierto sub–texto sexual), con una intrigante habitación cerrada (o casi) y un arma exótica. También vemos que a Holmes no le remuerde la conciencia por provocar (aunque sea de forma indirecta) la muerte del asesino.

Tras esto, The Adventure of the Engineer's Thumb resulta decepcionante, pues la mayor parte del relato se centra en la narración de una historia con más o menos misterio, y con una resolución poco satisfactoria en la que Holmes interviene poco.

The Adventure of the Noble Bachelor es una historia correcta relacionada con un asunto de tipo amoroso, pero la desaparición de la víctima no consigue crear ningún tipo de tensión en el relato.

En The Adventure of the Beryl Coronet, Sherlock Holmes vuelve a los asuntos relacionados con la alta política y similares. Un anónimo personaje conectado con la realeza (¿el Príncipe Alberto?) mete en problemas a un banquero, pero Holmes lo resuelve hábilmente. Las joyas robadas se recuperan aunque hay que dejar ir a los ladrones para evitar escándalos.

En The Adventure of the Copper Beeches Holmes vuelve a la campiña, lo que le permite expresar su opinión respecto a que el campo es mejor para el crimen que la ciudad. En sí, la historia llama la atención por sus elementos siniestros, que parecen casi de novela gótica.

En general, hay cierta irregularidad (lógica en este tipo de casos) en los relatos de la antología, aunque el nivel general es bueno. Parece que Conan Doyle está más cómodo con su detective en las historias cortas que en las novelas. Estas historias sirven para cimentar a la perfección el personaje creado en las dos novelas anteriores, abundando en elementos como el sentido de la justicia de Holmes (no necesariamente relacionado con la ley).

Conan Doyle empieza a introducir relatos situados temporalmente entre sus dos primeras novelas, pues el hecho de que Watson esté casado prácticamente le obliga a que cada relato comience con una visita a Holmes, o con Watson abandonando su hogar (y su trabajo como médico) para irse a investigar un caso con Sherlock.

The Memoirs of Sherlock Holmes (1894)

La popularidad de Sherlock Holmes estaba ya más que consolidada, a pesar de que Conan Doyle quería dejar el personaje (algo que ya llevaba pensando durante sus doce historias anteriores), pues estaba más interesado en lo que él consideraba su obra más “seria”, como sus novelas históricas. Así, se dedicaba a pedir cada vez más dinero a The Strand, con la esperanza de que no aceptaran sus condiciones. Sin embargo, los editores sabían que tenían un éxito seguro entre manos y estaban dispuestos a pagarle lo que pedía. Esta antología contiene historias publicadas entre 1892 y 1893.

De nuevo, la antología empieza bien con Silver Blaze, una historia con un Holmes en plena forma (capaz de pequeñas venganzas contra quien le trata de manera desconsiderada), y donde nada es lo que parece a primera vista.

The Adventure of the Cardboard Box no aparecía originalmente en la antología, pues al parecer Conan Doyle consideraba poco adecuado para los lectores más jóvenes el tema del adulterio. A pesar de su macabro inicio, se trata de una historia poco lograda, en la que Holmes no aparenta hacer demasiado uso de sus capacidades deductivas.

El flojo The Adventure of the Yellow Face, se presenta como ejemplo en el que Holmes se equivoca en sus deducciones. Quizá lo más interesante sea lo avanzado para su época de su planteamiento acerca de la desigualdad racial (un tema que preocupaba a Conan Doyle).

The Adventure of the Stock-broker's Clerk resulta poco original, con un planteamiento muy similar al de The Red-Headed League y la resolución de un misterio que es parte de algo mayor.

The Adventure of the "Gloria Scott" es interesante porque Holmes relata a Watson su primer caso, de la época en que era estudiante. Sin embargo, carece de una verdadera historia detectivesca y el misterio planteado se resuelve solo, limitándose las deducciones de Holmes a una demostración.

El planteamiento de contar una historia de juventud se repite en The Adventure of the Musgrave Ritual, además de presentarnos algunas costumbres exóticas más del detective. Resulta más logrado que el anterior, a pesar de contar con un Holmes aparentemente más inseguro y abusar un poco de los elementos tópicos de las historias detectivescas.

Tras un (relativamente) detallado caso internacional, Holmes necesita reposo en el campo en The Adventure of the Reigate Squire. Por supuesto, se encontrará con un nuevo misterio que resolverá gracias a sus conocimientos de grafología y sus capacidades interpretativas.

The Adventure of the Crooked Man remite de nuevo a una muerte misteriosa con una trama que mira al pasado y se relaciona con problemas amorosos. La presencia de Watson se limita a poco más que escuchar la historia, casi como si Holmes quisiera asegurarse de su publicación. Como curiosidad, es la historia en la que Holmes dice el “Elementary” que es lo más parecido al “Elementary, my dear Watson” que ha pasado incorrectamente a la historia como frase típica de Holmes.

The Adventure of the Resident Patient es un flojo relato del montón que mezcla elementos ya utilizados: misteriosos empleadores, cómplices en el crimen, venganzas…

Lo de menos en The Adventure of the Greek Interpreter es la historia en sí, con una resolución poco satisfactoria y un Watson encargado de hacer las deducciones pertinentes. Lo importante es la presentación de Mycroft Holmes, el hermano al que Sherlock considera más inteligente (pero menos activo), así como del extraño Club Diógenes al que pertenece. En este relato ambos demuestran estar parejos en capacidad deductiva (pero también en una cierta imprudencia).

El relato más largo del canon es The Adventure of the Naval Treaty, una correcta historia de intriga política internacional, mucho mejor en el desarrollo que en su conclusión.

Y la antología acaba con The Final Problem, otro de los relatos imprescindibles, a pesar de no tratarse de un verdadero caso al uso. Se trata de la historia del enfrentamiento entre Sherlock Holmes y el Profesor Moriarty, la mente criminal más peligrosa de su época. Siendo estrictos, se trata en realidad de la resolución de este conflicto (del que nunca se ha sospechado…). La fuerza y la importancia del relato están en la creación y presentación de la némesis de Holmes, Moriarty, así como por ser el relato en el que Conan Doyle mata a su protagonista, sacrificándose para acabar con su malvado antagonista.

Los mejores relatos de la antología se concentran en la segunda mitad del libro, como regla general. Y si la antología anterior nos presentaba a Irene Adler, esta nos presenta a otros dos personajes inseparables del mito de Sherlock Holmes: Mycroft Holmes y Moriarty. Conan Doyle parece tener una especial capacidad para crear personajes secundarios a los que hace atractivos prácticamente sólo mediante unos esbozos. Tanto Mycroft como Moriarty reaparecerán más adelante (no así Irene Adler), algo sin duda motivado por la fuerza que demuestran en sus primeras apariciones. En todo caso, estos personajes memorables no dejan de poder considerarse "versiones" del propio Holmes, sea en femenino (Irene Adler), en poco activo (Mycroft), o como un claro reverso oscuro (Moriarty).

The Hound of the Baskervilles (1902)

Tras un largo periodo de ocho años, Conan Doyle decidió regresar al personaje que más popularidad le había dado, al conocer una antigua leyenda popular que decidió emplear como marco para una nueva novela (publicada por entregas en The Strand). Sin embargo, Holmes seguía muerto, pues la novela está ambientada antes de los hechos narrados en The Final Problem.

El inicio de la novela no se aleja demasiado de los convencionalismos establecidos en otras historias, aunque una persecución aporta algo más de acción. Tras esto, la acción se traslada a los páramos de Dartmoor. Sin duda, aquí es donde se encuentra uno de los principales elementos de la historia: la inquietante atmósfera que da el desolado paisaje en que transcurre. Esto es algo que parece casi imprescindible en una novela en la que la amenaza de lo sobrenatural es constante, aunque el desenlace conduzca de forma inevitable a demostrar la superioridad de la racionalidad sobre la superstición.

Otra curiosidad de la novela es el relativo segundo plano que adopta Sherlock Holmes. El detective parece estar muy ocupado (además de llegar a decir en un momento dado que ha trabajado en 500 casos (importantes…), y se queda en Londres mientras envía a Watson a ser su informador en Baskerville Hall. Conan Doyle llega a experimentar con el formato, haciendo que algunos capítulos sean directamente los informes que envía el narrador a su compañero de aventuras.

En todo caso, el regreso de Sherlock Holmes al primer plano es inevitable para alcanzar la resolución del misterio, aunque no deja de alabar a Watson por su trabajo. Igualmente, parece haber aparecido un cierto respeto entre Holmes y Lestrade, al que pide ayuda oficial. Las consecuencias del misterio no puede decirse que sean totalmente satisfactorias, algo que el narrador ya había dejado entender: el culpable consigue huir (aunque probablemente para morir) y su víctima sufre un grave ataque nervioso.

La tercera novela protagonizada por Sherlock Holmes sea posiblemente la mejor de todas. No tiene los defectos de los intentos primerizos y se beneficia de una estructura mucho más compacta y bien enlazada, en la que no sobran sub–tramas ni resultan forzadas, sino que contribuyen al efecto general.

The Return of Sherlock Holmes (1905)

Tras el largo periodo de descanso y después de volver a encontrarse con el personaje en la novela anterior, Conan Doyle decidió volver a la publicación de historias protagonizadas por el detective.

The Adventure of the Empty House supone la reaparición de Holmes tras su supuesta muerte en The Final Problem. La historia mezcla un misterio más o menos típico con la captura del segundo de Moriarty, el Coronel Moran. La justificación que da Holmes respecto a su fingida muerte no es especialmente sólida, pero al fin y al cabo el público está recibiendo lo que quiere y no se va a quejar. Menos clara es la referencia a la muerte de la mujer de Watson. Mary Watson, elemento necesario de la trama en The Sign of Four,  se había convertido en un problema narrativo para las historias posteriores, y con su desaparición Conan Doyle consigue reunir de nuevo a Watson y Holmes en Baker Street.

En The Adventure of the Norwood Builder nos encontramos con un criminal con una motivación retorcida y poco creíble, aunque el relato es correcto y consigue mantener el  interés durante su desarrollo.

Holmes demuestra sus conocimientos de criptografía al descifrar una serie de misteriosos mensajes en The Adventure of the Dancing Men. Estos mensajes apuntan a un asesinato que Holmes resuelve, aunque no llega a tiempo de evitarlo.

Mucho más flojo es The Adventure of the Solitary Cyclist, con su trama poco lograda y embrollada. La historia gira alrededor de una joven heredera que consulta a Holmes por un asunto trivial, pero eso acaba salvándole la vida.

The Adventure of the Priory School destaca porque, aunque como detective no demuestra mucho, Holmes hace gala de una lado de su personalidad que no conocíamos. Además de hacer justicia a su manera (dejando ir a un culpable con la esperanza de que se reforme y para evitar el escándalo social), se hace con una sustanciosa recompensa por resolver la desaparición del hijo de un importante aristócrata.

En The Adventure of the Black Peter se descubre que Holmes no sólo es un experto en disfraces, sino que cuenta con varias identidades falsas establecidas en la ciudad. Holmes investiga la muerte de un antiguo marinero y buena parte del relato se entretiene en una pista que acaba siendo falsa. El contacto de Holmes con la policía es Stanley Hopkins, un “pupilo” suyo que reaparecerá en algunos casos más. En cierto modo, la actitud de Holmes hacia Scotland Yard se va moderando un poco, y eso lo corrobora su relación con este prometedor policía.

Probablemente la historia más atípica de todas sea The Adventure of Charles Augustus Milverton, donde Holmes se enfrenta a un famoso chantajista. Fracasadas las negociaciones para recuperar una carta, Holmes recurre a seducir a una de las criadas del criminal y, directamente, al robo (y descubrimos la afición de Holmes a las cajas fuertes). Cuando Milverton encuentra su final a manos de una mujer agraviada (se implica que relacionada con la alta nobleza), Holmes se niega a ayudar a Lestrade por su desprecio hacia la víctima.

Como suele suceder, en el entretenido The Adventure of the Six Napoleons lo que comienza simplemente como un hecho curioso acaba complicándose con un asesinato y el robo de una valiosa perla (que Holmes acaba quedándose…)

Lo poco interesante del crimen en The Adventure of the Three Students (el robo de las preguntas de un examen) hace que este relato, aunque acertado, sea poco apasionante.

The Adventure of the Golden Pince-Nez es otro relato correcto y con buen ritmo, pero poco destacable por lo demás. La trama acaba teniendo un trasfondo relacionado con extremistas Rusos.

Aunque The Adventure of the Missing Three-Quarter empieza de manera cómica, acaba de manera más bien trágica, y el cambio no resulta especialmente satisfactorio. El caso no deja de ser un estimulante más para Holmes, del que averiguamos que ha dejado otro tipo de estimulantes por la influencia del Dr. Watson.

En la primera escena de The Adventure of the Abbey Grange, Holmes pronuncia su (otra) mítica frase: “The game is afoot” (de origen Shakespeariano). Por desgracia eso es lo más destacable del relato, a pesar de su corrección y una buena historia a pesar de algunos elementos melodramáticos. Holmes vuelve a hacer justicia a su manera en una historia con un mensaje en el que Conan Doyle deja ver su interés por mejorar las leyes relacionadas con matrimonios y divorcios.

La antología finaliza con The Adventure of the Second Stain, caso mencionado por su nombre en The Naval Treaty, aunque con detalles distintos. Se trata de una interesante historia de intriga internacional en la que Holmes trabaja para evitar una guerra a nivel europeo. Lo más flojo de la historia es que, a pesar de su triunfante conclusión, Holmes no hace demasiada labor detectivesca.

En este último relato, Watson afirma que Holmes se ha retirado (para dedicarse a la apicultura) y no quiere popularidad, por lo que le ha prohibido publicar más relatos: parece que Conan Doyle seguía intentando librarse del personaje. En general esta es una buena antología con (como todas…) un buen puñado de relatos destacables, aunque muchas tramas empiezan a tener elementos comunes con historias anteriores. Quizá lo menos satisfactorio sea el modo en que se produce el retorno a la fórmula: ni la resurrección de Sherlock Holmes ni la muerte de Mary Watson tienen explicaciones especialmente adecuadas. En cambio, y a pesar del regreso a la rutina, sí parece notarse un cambio en la personalidad de Holmes: una actitud más tolerante con la policía parece ir acompañada de una mayor tendencia a impartir justicia por su cuenta. Probablemente esto se deba al creciente escepticismo de un Conan Doyle cada vez más decepcionado con el sistema judicial.

The Valley of Fear (1915)

Si en la novela anterior, Conan Doyle se basaba en una leyenda popular, para la última novela protagonizada por Sherlock Holmes se inspiraría en hechos reales. La novela apareció por entregas en The Strand, como era habitual, alrededor de un año antes de ver su publicación en forma de libro.

La novela está ambientada antes de The Final Problem, lo que causa algunas inconsistencias a las que el lector ya debe estar acostumbrado: si bien en dicho relato Watson no había oído hablar de Moriarty, en esta novela conoce bastante de su reputación. Por otra lado, la presencia de Moriarty da algo más de trasfondo y solidez al personaje, aunque para el lector resulta un poco frustrante que su mente criminal no llegue a tener un papel más importante del que parecen anunciar los primeros capítulos.

La primera parte del libro lleva a Holmes a investigar un asesinato (del que un confidente ha tratado de advertirle) y sigue la investigación de una manera casi propia de un manual. Tras oír las primeras informaciones de una policía con la que colabora de manera casi inusual, Holmes investiga la escena del crimen e interroga a los testigos. Finalmente, tras examinar y elaborar diversas teorías, Holmes tiende una trampa con la que captura al culpable.

Sin embargo, el culpable no es lo que parece, y tiene buena parte de víctima. Además, proporciona un manuscrito a Watson, contando su pasado en América, con el que este elabora la segunda parte del libro (a lo A Study in Scarlet). Se trata de un interesante relato, que incluye una sociedad masónica, una logia convertida en organización criminal (utilizando de vez en cuando una coartada anti–capitalista) y un ambiguo protagonista. Sin embargo, como parte de una novela de Sherlock Holmes resulta poco interesante y hasta previsible, además de hacer que el libro recuerde en exceso a A Study in Scarlet, resultando repetitivo. Además, el breve epílogo en el que reaparecen Holmes y Watson sólo sirve para hablar brevemente de la implicación de Moriarty desde detrás de la escena principal.

En conclusión, The Valley of Fear no es una mala novela y resulta entretenida, pero no resulta tan atractiva por su atmósfera como The Hound of the Baskervilles y quizá incluso pueda considerarse inferior a The Sign of Four pues, a pesar de estar mejor escrita, comparte estructura (y casi trama) con A Study in Scarlet y resulta menos interesante como parte de la saga de Sherlock Holmes.

His Last Bow (1917)

Tras la última tanda de historias, Conan Doyle llegó a un acuerdo con su editor para seguir proporcionando relatos de Sherlock Holmes, pero a su propio ritmo y sin presión. Estos relatos aparecieron entre 1908 y 1913 y son los que componen esta antología, junto con el que le da título (escrito en 1917).

En The Adventure of Wisteria Lodge, Sherlock Holmes deja casi todo el trabajo de detective al policía de turno, lo que resulta sorprendente. Se trata de una historia de justa venganza, cuyo trasfondo es una crítica a ciertas actitudes políticas tiránicas contemporáneas a Conan Doyle.

De nuevo una venganza justificada es el centro de The Adventure of the Red Circle, en esta caso de un criminal con aires de terrorista. La historia es floja y abunda en elementos poco creíbles.

En The Adventure of the Bruce-Partington Plans, Holmes es contratado por su hermano Mycroft, del que se revela que trabaja para la Inteligencia Británica. Es un buen relato, interesante y con un ritmo que mantiene la tensión. La intriga de espionaje y un correcto reparto de secundarios dan forma a esta trama (por otro lado, no demasiado original) de ambientación claramente pre–bélica.

Y la Sra. Hudson (la casera de Holmes) es quien inicia de trama de The Adventure of the Dying Detective, al pedir a Watson que vaya a ayudar a un Holmes enfermo y moribundo. Por supuesto, todo es una trampa para atrapar a un criminal. La idea es interesante y original, pero a estas alturas es poco probable que el lector piense que Holmes no tiene la situación bajo control.

Watson actúa brevemente como protagonista en The Disappearance of Lady Frances Carfax, al ser enviado al extranjero por Holmes para llevar a cabo la búsqueda de una mujer desaparecida. Lo mejor del relato es lo tenso de su final, en parte porque Holmes no parece estar en plena forma y llega a dar la sensación de poder fracasar.

Quizá por eso Holmes se toma unas vacaciones en The Adventure of the Devil's Foot, aunque pronto se encuentra con el crimen. La resolución resulta mucho menos satisfactoria que el planteamiento de las muertes macabras y misteriosos y la creación de una atmósfera siniestra.

La antología se cierra con His Last Bow, una apropiada rareza. Se trata de una historia de espionaje ambientada durante la I Guerra Mundial, con intenciones claramente propagandísticas, contada en tercera persona. Un Sherlock Holmes y un Watson con veinte años más se reúnen para servir a su patria, e incluso tienen tiempo para recordar a Irene Adler o al Profesor Moriarty. A pesar de la ausencia de un verdadero misterio, su tono melancólico (o crepuscular) le hace parecer un verdadero final (más que otros relatos que lo pretendían).

The Case-Book of Sherlock Holmes (1927)

De forma similar a la anterior, esta antología está compuesta por relatos escritos de manera discontinua entre 1921 y 1926. Por regla general, estos relatos son de una calidad bastante inferior a la habitual, por lo que incluso algunos estudiosos sospechan de que detrás de ellos hubiera alguna mano además de la de Conan Doyle, “corrigiéndolos” o incluso escribiéndolos.

Para empezar, The Adventure of the Mazarin Stone es una rareza, que muestra sus orígenes como adaptación de una inédita obra teatral, estando limitada la acción a una única habitación (que a veces  parece el escenario de un vodevil). Además, el relato está narrado en tercera persona. La historia de Holmes tendiendo una trampa para recuperar una joya resulta poco original y aburrida.

La calidad aumenta  en The Problem of Thor Bridge, a pesar de lo pausado de su desarrollo y lo poco creíble de algunos elementos de la trama, en la que Holmes debe exculpar a una sospechosa de asesinato (contratado por el marido de la víctima y amante de la sospechosa). Quizá lo más interesante, sea la mención a una caja donde Watson tendría almacenadas innumerables notas, y que será mencionada en alguna otra ocasión.

A pesar de que The Adventure of the Creeping Man no empieza mal, gracias a la investigación del misterioso comportamiento de un extraño profesor, cuando llega la resolución esto acaba: con inesperados elementos próximos a la ciencia ficción, probablemente sea la peor solución de un caso de todo el canon.

Por el contrario, Holmes demuestra su no creencia en lo sobrenatural en The Adventure of the Sussex Vampire. Dada la antología en que está, este relato no es de los peores, aunque sólo sea por la sorprendente naturaleza infantil del verdadero criminal.

Nada destacable puede decirse de The Adventure of the Three Garridebs, que trata de un intento de estafa muy similar a lo narrado en otros relatos.

En The Adventure of the Illustious Client, al menos Conan Doyle crea un villano interesante (aunque a veces roce lo tópico) y despreciable. Por desgracia, el Barón Gruner es lo único destacable de un relato con poco trabajo de detective y muchos elementos repetitivos.

Tan confuso como poco atractivo resulta The Adventure of the Three Gables, en el que un Holmes torpe (además de grosero en exceso) ejerce su sentido de la justicia de una forma mucho menos lograda que en otras ocasiones.

En The Adventure of the Blanched Soldier el narrador es el propio Holmes, aunque la estructura es la habitual, por lo que no hay mucha penetración en la mente del detective. La historia, por otra parte, es más bien floja. Como curiosidad, el relato contiene una extraña referencia a la esposa de Watson que, teniendo en cuenta que en la época del relato Mary Watson debe llevar años muerta, no está muy claro a quien se refiere.

También Holmes es el narrador de The Adventure of the Lion’s Mane, esta vez como detective ya retirado que debe investigar la misteriosa muerte de un profesor. La intriga está bien presentada, pero la resolución (a la que Holmes llega por recordar un dato leído, con escasa deducción) es decepcionante.

Un atrevido criminal contrata a Holmes en The Adventure of the Retired Colourman para que le sirva de coartada, con previsibles resultados. Este correcto relato además sirve de presentación de un “detective rival” de Holmes.

En el breve The Adventure of the Veiled Lodger, Holmes y Watson se limitan a escuchar la confesión de un horrible y trágico crimen: no hay misterio alguno que resolver.

Finalmente, The Adventure of the Shoscombe Old Place parte de un planteamiento original para concluir con un desenlace que recuerda a relatos anteriores. Con todo, no es una mala historia para acabar las aventuras de Sherlock Holmes.

Es innegable que los relatos de esta antología no tienen el nivel de otras historias, además de dar una sensación de menor depuración: las inconsistencias (no nuevas en Conan Doyle) abundan, los elementos de las tramas se repiten y, en ocasiones, los personajes se desdibujan. Que ello se deba a la presencia de escritores en las sombras, al reciclado de antiguos borradores, o a la fatiga de un autor rodeado de otras preocupaciones, es algo que habrá que dejar en las expertas manos de los estudiosos.

En todo caso, y aunque en ocasiones resulten repetitivas (es difícil crear 60 historias que sigan el mismo patrón general y, a la vez, resulten originales), la inmensa mayoría de los relatos (y novelas) de Sherlock Holmes se leen con agrado y proporcionan un agradable entretenimiento. Mención aparte merece la capacidad de Conan Doyle para crear personajes (en ocasiones con apenas unas breves apariciones, como Irene Adler y el propio Profesor Moriarty) que hoy siguen tan vigentes como hace 100 años.

R'lyeh

Hace algo menos de seis meses decidí volver a hacer algo que, cuando era un crío, no se me daba demasiado mal: dibujar. Obviamente, tampoco es que fuera ningún prodigio, así que (como suele suceder) es algo que dejé de hacer pasados los años de estudiante (y porque en el instituto aún hice algo...).

Así pues, con la intención de recuperar una afición y una forma de pasar el rato y relajarme, decidí que iba a volver al dibujo. Habiendo oído sólo buenas críticas de Drawing on the Right Side of the Brain me compré la última edición del libro y empecé a seguir sus consejos y prácticas. Después, seguí con la lectura y los ejercicios de John Howe Fantasy Drawing Workshop.

En ningún caso me estoy convirtiendo en un maestro del dibujo (para eso ya está la gente como John Howe), pero estoy descubriendo que disfruto abstrayéndome cuando me pongo a trabajar en un dibujo. Y básicamente, ese es mi objetivo: disfrutar dibujando a la vez que espero adquirir alguna habilidad artística (sin intención de ganarme la vida con ello).

Así pues, y sin contar los ejercicios realizados en los últimos meses, ayer hice mi primer "auténtico dibujo" en probablemente más de 20 años. La idea se me ocurrió hace algunos días: se trataba de reflejar un momento bastante icónico (y, por lo tanto, no muy original) de la obra de Lovecraft: Cthulhu surgiendo de las profundidas en R'lyeh (y en un ataque de impulso artístico decidí que iba a bautizar la "obra" y que ese iba a ser el título). Tenía la ventaja de que no necesitaba un gran dominio de la figura humana ni precisaba un realismo y una precisión que sí requerían otros temas (y siempre podía achacar las imperfecciones a lo inhumano e irreal del personaje). Además, se trataba de utilizar pasteles (cosa que sólo había hecho en un par de ocasiones anteriores, y eran ejercicios), lo que me complicaba un poco el tema.

Enfoqué el tema de manera bastante "profesional" (lo que me sorprendió a mí mismo, la verdad): tenía clara la figura que quería representar, pero trabajé la postura en un pequeño boceto. A lo largo de la semana, el boceto pasó de unas pocas líneas a ser un esbozo bastante completo, con estudio de colores (lápiz y algo de rotulador) incluído. Aunque no sea ninguna maravilla, ahora me arrepiento de haberlo hecho en un pedazo de folio en blanco (7.5 x 10 cm), y no en un medio algo más permanente:

Con las ideas más o menos claras, comencé con el dibujo definitivo con pasteles Derwent en stick y lápiz, sobre papel negro para pastel Tiziano (23 x 30.5 cm). Lo cierto es que estoy bastante satisfecho con el resultado, dadas mis limitaciones, pues he descubierto que me suelen pasar un par de cosas cuando dibujo:
  • no gasto la goma de borrar, salvo en los errores más graves. De hecho, en este dibujo no la gasté ni una sola vez (ni tan siquiera como herramienta de dibujo)
  • tengo la sensación de dibujar muy rápido, como si no le dedicara el tiempo suficiente. Este dibujo estuvo hecho en alrededor de una hora
De todas maneras, estoy contento con el resultado, y creo que la posición de la cabeza ha acabado siendo mucho mejor que la del boceto inicial. La idea era representar a Cthulhu con pasteles difuminados (salvo en algunos detalles), para realzar la sensación de que se trata de una criatura de un plano de existencia totalmente ajeno al nuestro (y para disimular defectos e imperfecciones...)


El mundo de la ilustración profesional puede estar tranquilo, pero yo espero seguir disfrutando de un hobby recuperado.