Geralt de Rivia: Primer Contacto
No puedo calificar más que de decepcionante la lectura de los siete libros que componen la llamada Saga de Geralt de Rivia. Por supuesto, la decepción implica un grado evidente de subjetividad, y es en parte culpa de la lectura, pero también de las expectativas del lector. Así, tras leer las dos primeras antologías de relatos, decidí aplazar la lectura del resto de volúmenes (las novelas) hasta disponer de todas ellas. Al no tratarse de los únicos libros que iban acumulando polvo en mi pila de lecturas pendientes, no creo que el tiempo pasado haya hecho crecer dichas expectativas de forma desmesurada. En todo caso, lo larga que se ha hecho la espera (por no hablar de la incomprensible división del último libro en dos volúmenes) gracias a los editores y/o traductores españoles tampoco ha hecho nada por reducirlas.
Dicho esto, la lectura de la serie escrita por Andrzej Sapkowski es totalmente recomendable (sino imprescindible) para cualquier amante de la fantasía moderna, y la calificaría en su conjunto con un Notable. Por desgracia, no llega al Sobresaliente que parecían prometer los dos primeros volúmenes (y que certificaban las críticas, tanto profesionales como amateurs).
Así, en los dos volúmenes de relatos (El Último Deseo y La Espada del Destino) nos encontramos con lo que probablemente sea lo mejor de toda la serie. Partiendo de la base de que son relatos cortos (un formato que no agrada a todo el mundo), aquí tenemos las mejores historias y el mejor reflejo de Geralt de Rivia como personaje. También aparecen aquí elementos (sobre todo en la segunda antología) que se irán desarrollando en las novelas, por no decir que estas girarán alrededor de alguno de ellos. En todo caso, su lectura es totalmente independiente y no puede decirse que queden cabos sueltos que necesiten resolución en libros posteriores.
Tras esto, las cinco novelas de la saga nos presentan una historia con demasiados elementos tópicos que pueden encontrarse en muchas novelas del género. Buena parte de la originalidad que se encontraba en los relatos (como el hecho de recurrir a elementos procedentes de mitologías del Este de Europa), desaparece en unas novelas pobladas por pueblos pseudo-célticos y pseudo-nórdicos, o por unos Elfos y Enanos bastante estándar.
Por suerte, no son una simple copia que parezca salida de El Señor de los Anillos, pero tampoco puede decirse que rebosen innovación. Si bien es cierto las novelas siguen teniendo el toque de originalidad que les da Sapkowski (acompañado de un sentido del humor nada desdeñable), tampoco resulta el factor dominante. Por otra parte, da la sensación de que sobra texto para lo que se cuenta, y quizá por ello se alternen las novelas más destacables (La Sangre de los Elfos, Bautismo de Fuego y La Dama del Lago) con otras más flojas o de relleno (Tiempo de Odio y La Torre de la Golondrina, que se salva un poco por tener una estructura narrativa más inusual). Finalmente, las cinco novelas componen una única historia larga, sin que haya muchas veces separación clara entre los libros. En todo caso, esto no es raro en este tipo de series, pero hace que las novelas contrasten aún más con los cuentos (historias contenidas en sí mismas).
Por otra parte, para ser una serie de libros llamada "Saga de Geralt de Rivia", lo cierto es que en muchas partes parece que el protagonista no sea él. Por supuesto, no es malo que otros personajes se desarrollen y tengan más presencia de lo que podían tener en textos más breves, pero no parece adecuado que sea a costa del protagonista central. Por poner un ejemplo nada al azar (ya que se trata de un personaje al que Geralt de Rivia le debe bastante), es como si en la mitad de los libros de la serie de Elric de Melniboné el protagonista fuese otro. Además, la ocupación de Geralt como Brujo (una especie de cazador de monstruos que combina el acero con la magia) que centraba la mayor parte de los relatos, en las novelas deja de ser relevante. Está claro que es difícil estructurar toda una novela alrededor de la "caza de bichos", pero es que en las novelas daría lo mismo que Geralt fuese un mercenario, un mago, un vagabundo o un herrero. Así pues, después de crear el personaje en los relatos, parece que Sapkowski decide olvidarlo y convertirlo en un secundario más en la saga a la que da nombre.
Mención aparte merece el tema del lenguaje, siempre teniendo en cuenta que estamos hablando de la versión traducida al castellano y que asumimos que se ha hecho un buen trabajo para reflejar el lenguaje empleado por Sapkowski. El texto refleja los distintos niveles del habla de los diferentes personajes (algo raramente visto en el género), aunque en ocasiones parece un poco excesivo y hasta forzado. En todo caso, en general el resultado es bueno (y sí, original). Por otra parte, da la sensación de que en la traducción se han mantenido de forma innecesaria préstamos de otras lenguas, que quizá sean aceptados en polaco, pero que en el texto en castellano resultan demasiado llamativos. Y finalmente, algo que me parece imperdonable (y que acaba de sacar al lector del mundo fantástico en que se supone que está) es cuando se lee a algún personaje citando a Quevedo o, incluso, a Julio Iglesias (Esto parece indudablemente culpa del traductor: siempre es posible que Sapkowski usara a algún poeta o cantante polaco y la traducción se haya limitado a buscar una equivalencia, pero no parece probable).
En resumen, ¿vale la pena la lectura de la Saga de Geralt de Rivia?. Sí, sin dudarlo: pero parece recomendable olvidarse de las críticas exageradamente positivas que califican a esta serie como una revolución del género. Ni siquiera descarto una futura relectura, ya con la cabeza más fría y siendo consciente de lo que voy a encontrar: es posible que entonces disfrute más de la obra de Sapkowski. La de Geralt es una buena serie de novelas fantásticas, nada más y nada menos, que aportan un poco de humor y de aire fresco al género (pero un poco... no se trata de ningún vendaval) y que porporcionan un buen rato con su lectura. Y quizá esto último sea lo más importante de todo.