Gothika

Gothika es una novela más de Vampiros, que no aporta nada nuevo ni especialmente original al género (cosa bastante difícil a estas alturas, dicho sea de paso). Así, nos encontramos con una mezcla de tópicos de la novela moderna de Vampiros, desde Anne Rice y su Entrevista con el Vampiro hasta las novelas de la franquicia del juego Vampiro (mencionado en el propio texto). Resulta curioso que en varias reseñas se destaque como gran innovación el hecho de que mitos como el del crucifijo, la luz solar o los ajos no funcionan como se espera con los vampiros de esta novela, cuando es algo que lleva apareciendo desde hace décadas en la literatura del género. Tampoco faltan las referencias al clásico Dracula (aunque sea escribiendo mal el nombre de Renfield; sí, soy un tiquismiquis, y no, no parece una errata), llegando a homenajear a la estructura de dicha novela escribiendo algún capítulo en forma de diario o de transcripción de un chat.

La novela gira alrededor de tres tramas distintas. La primera nos presenta la vampirización de una joven en una España rural y “profunda” de un pasado impreciso (parece tratarse de finales del siglo XVIII), y precisamente llama la atención y se sale de la rutina por esa elección de ambientación. Por otra parte, sorprende un poco la naturalidad con que la protagonista sabe y asume que lo que le pasa es un caso de vampirismo (antes de que Bram Stoker hubiera nacido), y cuesta creer que un personaje de esa época emplee expresiones como “más simple que el mecanismo de un botijo”. En general, la ambientación no parece todo lo cuidada que debería, lo que hubiera hecho subir bastantes enteros a la novela.

Las otras dos tramas transcurren en la actualidad, protagonizadas por una joven gótica que entra en contacto con una vampira, y por un proyecto de escritor que empieza a interesarse por esos ambientos siniestros. Desde mi punto de vista, el principal problema de estas partes modernas es el exceso de referencias a la cultura popular (especialmente cuando se trata de música). Puede que nombrar a Bisbal o a Evanescence le proporcione un toque realista a la historia, pero también le quita cierta atemporalidad, ligándola claramente a la actualidad. Por otra parte, el recurso de relacionar el vampirismo con la cultura gótica es una técnica que a estas alturas resulta cualquier cosa menos innovadora. Las historias de estas dos tramas resultan algo menos interesantes: una por reiterativa (supongo que intentando establecer un paralelismo con otra de las tramas), y la otra por ser más aburrida (aunque se le intenta meter algo de misterio a mitad de novela con un asesinato de por medio).

La voz narrativa de la novela parece ocasionalmente un poco confusa. El libro está escrito en tercera persona, pero el narrador pasa de limitado y próximo al protagonista a omnisciente de manera aparentemente arbitraria. Por ejemplo, se nos puede estar contando en un párrafo lo que piensa un personaje, y en el siguiente párrafo hacer una afirmación categórica sobre algún poder vampírico. Eso crea cierta confusión: ¿ese conocimiento arcano lo ha adquirido el personaje? ¿o es una explicación que nos está dando el autor como narrador omnisciente?. Además, este narrador adopta en ocasiones un tono excesivamente enciclopédico cuando se dedica a exponer hechos y desarrollar la ambientación y, encima, con innecesarios fallos de documentación. Así, si es realmente preciso para la novela incluir entre paréntesis (como si se tratara de un artículo) de qué año es la película Dracula (la de Bela Lugosi) cuando se la cita, al menos conviene hacerlo bien y escribir que es de 1931, no de dos años después (¿He dicho ya que soy un poco tiquismiquis?).

La psicología y caracterización de los personajes en general está bien descrita y estos resultan interesantes, con abundantes (pero necesarias) digresiones en su pasado y preocupaciones. Lo cierto es que esta es más una novela de personajes, en la que vamos conociendo poco a poco a un reparto de seres humanos e inhumanos, más que un libro guiado por una trama clásica de presentación, nudo y desenlace. Por supuesto, esto es un riesgo de cara al lector, porque si este no consigue conectar de alguna manera con los personajes, su interés por el libro decaerá rápidamente. Quizá por eso los lectores naturales de la novela sean los adolescentes miembros de la renacida subcultura gótica o pseudo–gótica a la que pertenecen varios personajes, y que pueden verse fácilmente reflejados en ellos (suponiendo que estén bien retratados y no estén demasiado estereotipados, cosa que no sé…)

Esta mayor importancia que se le da al desarrollo de personajes hace que el elemento de conflicto aparezca en la trama de forma muy tardía, dando una sensación de desaprovechamiento. Precisamente uno de los elementos que podría haber dado más juego, con los paralelismos entre vampirismo y maternidad, se introduce demasiado tarde. Por ello mismo, el final parece un poco precipitado y la resolución de algunos misterios demasiado brusca (si bien bastante predecible).

Otro punto a favor de la novela de Clara Tahoces es que resulta una lectura ágil, dinámica: el libro es todo un pasa–páginas. La brevedad de los capítulos y la alternancia de tramas invita a leer constantemente un poquito más, con lo que las casi 400 páginas del libro se pasan en un suspiro.

En conclusión, otra correcta novela de vampiros en un sector en el que es difícil innovar. Clara Tahoces, con sus claros referentes, tampoco parece que sea eso lo que pretenda, así que (lógicamente) no lo hace. Lo realmente sorprendente es que desde reseñas y jurados de premios se nos presente esta novela como “actualización del mito”, o “desmitificadora”. Puede que lo sea respecto a los clásicos del siglo XIX, pero se ha escrito bastante desde entonces. Pero bueno, ya se sabe que no puede creerse todo lo que dice la publicidad… La escritura y la estructura son mejorables, pero tampoco impiden disfrutar de esta novela que se lee de uno o dos tirones. Eso sí, que nadie espere una novela especialmente revolucionaria o memorable, pues probablemente el libro se olvide con tanta facilidad como con la que se lee.

Nota: Suficiente